Maybe

Capítulo 66; Paz

No sabía lo que debía hacer en una situación como esa, aunque probablemente no debía hacer más que quedarse callado y esperar a que Draco dijera la primera palabra, pero quizá él ni siquiera quería hablar, así que debía aguantarse las ganas de gritar dentro de ese horrible y tortuoso silencio.

Observó a Andromeda durante unos segundos, parada junto a la entrada de la cocina, viendo a ambos con atención, a veces haciendo ver sus ganas de acercarse a su sobrino, pero se lograba retener a tiempo. Ella se notaba igual de inquieta, evitando a toda costa las preguntas que deseaba poder hacer desde que Draco y Ted habían vuelto de San Mungo.

El chico mantenía su mirada fija en el libro entre sus manos, meciéndose sobre sí mismo en el sofá, dejando sus pies descalzo sobre la tela de este, y es que nunca logró terminar por completo La estación de las Tormentas antes de que todo lo malo que sucediera, y Harry conocía a la perfección el gran amor que Draco le tenía a Felicia; hasta se alegraba de verlo demostrar al menos un mínimo de tristeza al leer.

Ted entro por la puerta trasera de la cocina, esa que daba hasta el patio trasero. Andromeda se giro de inmediato y se adentro hasta la cocina, no sin antes dirigir una última mirada hacia los dos adolescentes sentados en el sofá.

Harry, pensando en que sería una buena idea dar su reporte sobre Draco a los dos tutores legales del chico, se levanto con cuidado y, sabiendo que a este no le interesaría (no en ese momento, al menos), mintió en voz baja:

–Iré a buscar un vaso de agua, ¿tú quieres algo de la cocina, comida o algo para beber? –Draco negó, sin voltear a mirarle, solo puso escucharlo agradecer por la oferta, y Harry agradeció enormemente por ese pequeño detalle, aunque le doliera demasiado su indiferencia.

Camino con cuidado hasta la cocina, esperando no espantar a los presentes, pero estaban tan sumergidos en su propia plática que poca importancia le dieron a Harry cuando entro.

–Dijeron que estaba bien. Físicamente esta bien, pero solo por ahora –suspiró  Ted. Andromeda pareció abrumada –Necesita ayuda psicológica.

–Hablaré con Abril más tarde, quizás pueda ayudarnos a entenderlo mejor...

Ted asintió, pero no se veía muy convencido con la idea. Su mirada llena de preocupación estaba posada en su esposa, y no tenía planes de despegar su mano de su hombro. No hasta que Harry logró hacer notar su presencia, al menos.

–Pequeño Potter –dijo Ted, mirándolo confuso. Andromeda también frunció el ceño. Tal vez, ellos creían que no seria capaz de separarse de Draco, después de todo–, ¿qué haces aquí? ¿Draco se siente mal?

Negó deprisa, mirando rápidamente hacia atrás, solo para luego caminar hacia ambos adultos.

–Me gustaría decirles algo importante que sucedió con Draco ayer –murmuró, temeroso de lo que pudiera pasar, ni siquiera sabía que si ellos aún no sabían lo que debía contarles. Andromeda se mostró aún más preocupada, tomando asiento en una de las sillas, siendo seguida por Ted de inmediato. Debía contarles, aunque supiera que Draco quizá no querría hacerlo –Ayer, cuando fui a ver a Draco por la tarde, su habitación era un desastre –susurró, queriendo que Draco no lo escuchara. No quería empeorar las cosas –Las cosas volaban, sus dibujos paseaban por todo el cuarto... Señor Tonks, Draco dice no tener ni idea de lo que sucedió, pero no estoy seguro de que haya dicho la verdad.

Andromeda miró asustada a su esposo, para luego ver hacia Harry con duda y extrañeza.

–¿No confías en la palabra de Draco?

Harry frunció el ceño hacia ella, sabiendo perfectamente la respuesta a eso.

–Señora Andromeda –suspiró, arrepintiendose de haber abierto la boca, porque estaba seguro de que Draco algún día se enteraría de esto y probablemente lo mataría –, quiero mucho a Draco, de verdad... Pero, en este preciso momento, no confío en que lo que él esté haciendo sea bueno.