Capítulo 56; Otra verdad descubierta.

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Harry comenzaba a creer que escapar de Hogwarts era una muy buena idea.

Sabía que Andromeda sabía algo que ellos no, y eso le hacía sentir tan enojado. Draco estaba desaparecido y él estaba ahí, siendo un completo inútil haciendo tareas de Transformaciones.

Miró a Ron y a Hermione, que intentaban concentrarse en sus propias tareas mientras discutían en susurros. Se preguntó si de alguna manera ellos le estaban ocultando algo, quizás ellos si había podido contactar de alguna manera con Andromeda antes de Terry Bott y sus amigos de Ravenclaw.

–Harry.

Volteo deprisa hacia la voz de la chica. Ginny estaba sentada junto a él con un libro entre sus manos, y no se veía para nada bien.

–¿Sucede algo?– preguntó, volviendo a ver sus deberes. Ginny asintió, viendo la portada del libro.

–Necesito ayuda con Neville– murmuró, inclinándose levemente hacia él –No quiere desahogarse con nosotras, y comenzamos a temer por su salud. No ha comido nada, y ha faltado a más clases de las que me gustaría– hizo una mueca algo extraña –Harry..., necesitamos que alguien más hable con él, alguien que pueda entenderlo mejor.

Harry le miró con el entrecejo fruncido. Sabía de que era lo que hablaba la pelirroja, pero él no estaba dispuesto a hablar sobre la desaparición de Draco con alguien, no se sentía preparado. Quizás lo estuviera cuando el chico estuviera a su lado, cuando este fuera quien quisiera hablar con él.

–No creo que sea una buena idea...

Ginny asintió despacio, levantándose con cuidado del sofá junto a él.

–Sí, esta bien, pero si quieres hablar con alguien..., ya sabes, estamos para ti– murmuró con ternura para luego girarse e irse junto a Lavender hacia el cuadro de la Señora Gorda.

Harry volvió a concentrarse en sus apuntes, pero no les prestaba mucha atención. Quizás nunca antes le habían importado tan poco las tareas como en esos momentos.

Extrañaba a Draco, más de lo que le gustaría extrañar a alguien, extrañaba sus ideas extrañas de cómo dominar el mundo con animales, específicamente con gatitos, extrañaba sus dibujos de estrellas por todos sus cuadernos y pergaminos, extrañaba la sonrisa que le daba todas las mañana en el desayuno cada vez que se veían en la mesa de Gryffindor, extrañaba su manera de escribir "DPM" o "HPM" todo el tiempo en las esquinas de las mesas y en las palmas de sus manos, aunque él no supiera que significaba exactamente, extrañaba su risa, extrañaba cuando tomaba su mano inconscientemente mientras caminaban juntos... Y pensar en que ese chico tan hermoso se estaba perdiendo el quinto año, año en el que sería el perfecto chico Prefecto de Ravenclaw, le hacía extrañarlo muchísimo más que antes.

–¡Harry!– Hermione se arrodillo frente a él con rapidez, siendo seguida por un bastante alegre y orgulloso Ron –Creemos saber algo sobre el caso de Draco, pero necesitamos hablar urgente con Sirius.

Harry les miró confundido, dejando sus deberes dentro de su mochila con movimientos torpes.

–¿Qué es lo que tienen?

Ron volteo a mirar a Hermione antes de sonreírle preocupado.

–Las pociones que el profesor Nott compró, creemos saber lo que intentaba hacer con ellas.

Harry ajusto su mochila en su hombro al levantarse, ayudando a Hermione con los papeles. Sorprendido, camino hacia la salida, siguiendo a sus dos mejores amigos.

–¿Como rayos se supone que contactaremos a Sirius?

–Él profesor Snape– respondió Hermione, mirándole con una sonrisa llena de orgullo. Harry no se sintió capaz de preguntarle si en verdad creía que Snape les ayudaría, porque aunque este amará con toda su vida a su ahijado, no parecía querer trabajar con ellos en todo ese caso.

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