Capítulo 53; Ubi sunt.

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Los murmullos de las personas era lo único que se escuchaba por el pasillo. De vez en cuando las enfermeras también se asomaban para llamar a otras familias, o a otros pacientes.

Andromeda volteo a ver a Dora, que lloraba silenciosamente mientras se abrazaba a sí misma. Remus y Sirius estaban en los asientos del frente, intentando escribir rápidamente una carta para Severus. Dromeda miró sus manos heladas, sintiendo muchas más ganas de llorar que antes.

Draco no estaba en casa, y cuando volvieran con Ted a salvo, el chico no estaría en su cuarto leyendo, o jugando con Altais, quien en esos momentos tampoco estaba presente.

-Mamá...- susurró Dora, moviéndose dos asiento para acercarse más a ella -Lo siento, de verdad lo siento mucho- sollozo, y ella como su madre solo pudo tomarla por los brazos y abrazarla, dejándola llorar en su hombro -Debí estar más atenta...

-Oh, no, cariño, está bien, no lo sabias- murmuró, besando suavemente su cabeza, negándose a llorar -Encontraremos a Draco y tú padre estará perfectamente bien. Todo estará bien, ¿de acuerdo?

Dora le miró con los ojos llorosos. Remus y Sirius se acercaron hacia ellas, sentándose en los asientos desocupados.

-Sirius irá a dejar esto a Hogwarts, por Snape, y a Neville le vendría bien saberlo también- murmuró Remus, extendiendo el pergamino que recientemente había escrito hacia Andromeda -Reportaremos la desaparición de Draco en la oficina de aurores.

Sirius asintió, sobando el hombro de la chica de cabello ahora rosa, que presiono su dedo índice en su propia frente, intentando calmarse a sí misma y al dolor de cabeza. Andromeda pasó sus manos por su cara, impidiéndose a sí misma llorar. No podía mostrarse débil, no en esos momentos al menos.

-No quiero ni pensar en lo que dirá el Profeta en cuanto lo sepan- murmuró Sirius, tomando el pergamino y caminando hacia la salida del hospital. Dora sollozo, y Andromeda volvió a rodearla con sus brazos. Remus susurró un suave adiós antes de también perderse por el pasillo.

-Espero que el niño perdido esté bien después de enterarse- sollozo Dora, correspondiendo el abrazo de su madre, quien frunció el entrecejo confundida.

-¿Niño perdido?

-Sí, ya sabes, el niño Potter- murmuró, acomodándose en el asiento, sin dejar de abrazar a la mayor -Draco me contó lo que sucedió en el baile de navidad y después de eso. Se veía tan feliz cuando- cuando...- volvió a sollozar, abrazándola aún más fuerte. Andromeda solo pudo corresponder el abrazo, si decía una palabra, solo una, corría el riesgo de derrumbarse, y llorar no era una opción en esos momentos.

°°°

No tenía ni idea en donde estaba. Solo sabía que estaba en una habitación mucho más grande que la suya, incluso un poco más grande que la de tío Ted y tía Andy. Y él que creía que nunca podría apreciar la habitación de un príncipe.

Lo que le parecía más raro que despertar en una habitación que no era la suya, era que Andy no lo había ido a despertado, quizás no estaba en casa.

Recordó vagamente las habitaciones de Grimmauld Place, probablemente estaba en una de ella.

Sin más, se levantó despacio, sintiendo sus piernas pesadas de repente, por suerte logró afirmarse en la mesilla de noche. Cuando estuvo bien parado, reviso con una rápida mirada la habitación.

Tenía una esencia muy distinta, y el verde era lo que más resaltaba; sábanas, almohadas..., todo de alguna manera era de color verde. A excepción del escritorio, que era igual de blanco que el suyo. Habían algunos pocos libros acomodados en las mesillas de noche, y cuando miro hacia arriba, las estrellas no estaban ahí, en cambio, todo era blanco, y un armario muchísimo más grande que el suyo (sin tomar en cuento que él ni siquiera tenía un armario), estaba posicionado a un lado de una puerta de color café, pero no dejaba de verse elegante. Se sintió extraño, como si su vida se la hubieran arrebatado de un momento a otro, como si su esencia ya no existiera y solo estuviera ese cuarto, que le recordaba más a Maléfica que a él mismo.

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