Capítulo 25; Una partida de Ajedrez.

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Al día siguiente, Ron seguía ignorando a Hermione. Crookshanks había intentado varias veces llegar hasta la rata, sin éxito alguno por supuesto. Apenas habló con ella durante la clase de Herbología, aunque Harry, Hermione y él trabajaban juntos con la misma vainilla de viento.

–¿Cómo está Scabbers?– le preguntó Hermione nerviosa, mientras arrancaban a la planta unas vainas gruesas y rosáceas, y vaciaban las brillantes habas en un balde de madera.

–Intento escapar un par de veces. Tal vez le tenia miedo a tu gato– dijo Ron, errando la puntería y derramando las habas por el suelo del invernadero.

–¡Cuidado, Weasley, cuidado!– gritó la profesora Sprout, al ver que las habas retoñaban ante sus ojos.

Luego tuvieron Transformaciones. Harry esperaba que ese día acabará lo más pronto posible; ya no aguantaba estar entre Hermione y Ron todo el tiempo. Lo distrajo un alboroto producido al principio de la hilera. Lavender Brown estaba llorando. Parvati la rodeaba con el brazo y explicaba algo a Seamus Finnigan y a Dean Thomas, que escuchaban muy serios.

–¿Qué ocurre, Lavender?– preguntó preocupada Hermione, cuando ella, Harry y Ron se acercaron al grupo.

–Esta mañana ha recibido una carta de casa– susurró Parvati. –Se trata de su conejo Binky. Un zorro lo ha matado.

–¡Vaya!– dijo Hermione. –Lo siento, Lavender.

–¡Tendría que habérmelo imaginado!– dijo Lavender en tono trágico. –¿Saben qué día es hoy?

–Eh…

–¡Dieciséis de octubre! ¡«Eso que temes ocurrirá el viernes dieciséis de octubre»! ¿Lo recuerdan? ¡Tenía razón!

Toda la clase se acababa de reunir alrededor de Lavender. Seamus cabeceó con pesadumbre.

Hermione titubeó. –Tú, tú… ¿temías que un zorro matara a Binky?

–Bueno, no necesariamente un zorro– dijo Lavender, alzando la mirada hacia Hermione y con los ojos llenos de lágrimas. –Pero tenía miedo de que muriera.

–Vaya– dijo Hermione. Volvió a guardar silencio. Luego preguntó –¿Era viejo?

–No…– dijo Lavender sollozando. –¡So… sólo era una cría!

Parvati le estrechó los hombros con más fuerza.

–Pero entonces, ¿por qué temías que muriera?– preguntó Hermione. Parvati la fulminó con la mirada. –Bueno, mírenlo lógicamente– añadió Hermione hacia el resto del grupo. –Lo que quiero decir es que…, bueno, Binky ni siquiera ha muerto hoy. Hoy es cuando Lavender ha recibido la noticia…– Lavender gimió. –Y no puede haberlo temido, porque la ha pillado completamente por sorpresa.

–Lo siento, Hermione, pero estas mal...– dijo Neville, poniéndose a un lado de Lavender –Primero; no es necesario que sea viejo para tener miedo de que algo le pase, también tengo miedo de que algo le pase a Trevor, y no es viejo. Además de que con los conejos nunca se sabe.– Hermione iba a decir algo, parecía bastante ofendida, pero Neville no le permitió hablar –Segundo; nadie puede asegurarnos que lo que Lavender más temía era la muerte de su conejo, tal vez lo que más temía era saber que él se había ido. ¿No lo creen? Nadie puede decir si la profesora Trelawney tenia razón o no.

Los demás asintieron lentamente. Harry tuvo que reconocer que Neville tenia cierta razón. Hermione volteo a mirarlo, él solo pudo escogerse de hombros.

–Sí, además, no debes hacerle caso a Hermione, Lavender– dijo Ron –Las mascotas de los demás no le importan en absoluto.

La profesora McGonagall abrió en ese momento la puerta del aula, lo que tal vez fue una suerte. Hermione y Ron se lanzaban ya miradas asesinas, y al entrar en el aula se sentaron uno a cada lado de Harry y no se dirigieron la palabra en toda la hora.

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