21. Isla de paz

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Como había prometido, Gulf llamaba cada día a Kao para comentarle cómo estaba. Madre, quien se enteró de todo de golpe no podía creer que su hijo hubiera caído tan bajo. Pero entendía que había sido engañado. Estuvo tratando de consolarlo esos días después de que se marchó Gulf, pero ni ella podía dormir. Estaban preocupados, sabía que Gulf era fuerte, pero temían que al final decidiera alejarse de todos. Mew había rogado todos esos días a Kao para que le dijera en qué taller tenía Gulf el carro para ir allí y esperar a que lo recogiera. Al final Kao accedió y le dijo que por favor trajera a Gulf de regreso. Mew asintió y salió.

Habían pasado tres días y como había indicado Gulf ese día pasaría por su coche. No contaba con que en el taller se encontraría a Mew. Mierda. Aún no quería verlo, se venían a su mente el video del idiota del Lhong acercándose a sus labios. Aunque evidentemente había sido algo que Mew no había disfrutado, porque puso una cara de desagrado, eso pasó porque Mew había decido ir a verse con él a escondidas, omitió información y después mintió deliberadamente.

Cuando lo vio allí, lo ignoró, se acercó a su coche, se subió y lo encendió. Pero Mew se metió rápidamente en el asiento del copiloto, abrochó su cinturón y cerró la puerta con seguro, nadie lo sacaría de allí. Gulf lo miró y se dio cuenta de que Mew estaba ojeroso, y que movía sus manos con nerviosismo y esas eran evidencias de que no estaba durmiendo bien. Tenía la boca seca, probablemente tampoco estuviera comiendo bien. Gulf se preocupó, era su hombre, era su amor, llevaban más de un año juntos, ellos se amaban y se preocupaban el uno por el otro, era normal que su corazón doliera al verlo así. Pero Mew no había confiado en él, se sentía decepcionado, además, Gulf tenía la cabeza muy revuelta últimamente. No sabía cómo manejar esa situación y tampoco sabía cómo afrontar sus propias crisis existenciales. No obstante, respiró, volvió su mirada al frente y empezó a conducir.

- Gulf, necesitamos hablar – dijo Mew en un tono desesperado.

- Habla – respondió serio y Mew lo miró con tristeza. Él no quería hablar allí y con afanes.

- Quiero que regresemos a la casa de Kao, que hablamos con calma y tranquilidad, déjame explicarte, por favor – Mew trataba de convencerlo.

- Habla Mew. ¿Qué es lo que quieres decir? – dijo de nuevo serio y siempre mirando hacia el frente.

- Es mentira lo que dice Lhong no tie... - empezó a hablar, pero Gulf lo interrumpió.

- ¡Lo sé, maldita sea lo sé, no soy estúpido! Obviamente sé que es mentira. Lo que no entiendo es ¿por qué carajos me ocultaste que te ibas a ver con ese imbécil? – gritó y después detuvo el auto a la orilla de la carretera y se bajó. Mew bajó también e intentó acercarse a él.

- Gulf, lo siento, si, tienes razón cariño. Te mentí. Pero déjame explicarte – trataba de tomar sus manos, pero Gulf se sacudió, y le dio la espalda.

- Habla, a ver, te estoy dando la oportunidad de que me expliques- cruzó sus brazos y esperó. Mew entendió que esa era su oportunidad de hablar, explicó los mensajes de Lhong, explicó lo que le había dicho y hasta le habló del beso, había sido toda una trampa. Le dijo que estaba arrepentido, que sabía que no había hecho lo correcto, que debió confiar en él y en Kao, y al final pidió perdón y rogó que por favor no lo dejara.

- Gulf, por favor, mírame – rogó poniendo las manos en los hombros de su amor para que se diera la vuelta. Este le hizo caso y lo miró a los ojos.

- ¿Eso es todo? – preguntó Gulf limpiándose las lágrimas. Mew asintió y lo miró detenidamente.

- ¿Me perdonas? – preguntó Mew con esperanza.

Aunque no te Pueda VerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora