10. Autocompasión

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Durmieron cerca de dos horas más, el calor y el hambre los hizo despertarse de nuevo. Finalmente se ducharon, prepararon las cosas del otro día y volvieron a dormir. Al siguiente día el primero en levantarse fue Mew, como siempre, 10 minutos antes de que sonara la alarma que habían puesto la noche anterior. Gulf no debía ir a trabajar en la mañana por lo que aprovecharía para dormir un poco más. Mew se dirigió a la cocina para hacer su té verde preferido, el kukicha(1), revitalizante, con olor exquisito, el que alegraba sus mañanas.

Mientras se bebía el té recordó los eventos experimentados durante el fin de semana. Todo había ocurrido rápido y al contrario de lo que planeado. Nunca hubiera imaginado que Kao reaccionaría de esa manera. Saint también había dejado de lado la amistad que tenía no solo con Mew sino también con Gulf. Eso fue doloroso, todas esas palabras con la única intención de hacer daño.

Bueno, terminó su té y volvió a la habitación. Se sentó en la orilla de la cama y extendió su mano caminando por la cama lentamente tratando de buscar la cabeza de Gulf, no quería despertarlo, solo quería dejarle un beso, así que con sumo cuidado se acercó allí, donde sintió su cabello y dejó un beso lento, pero cargado de esperanza, de cariño y agradecimiento. Gulf no se despertó, solo se revolvió un poco. Mew esperó un momentito y volvió a salir de la habitación. Se dirigió a su habitación preferida de la casa.

- Siri, programa el temporizador a 20 minutos – dijo Mew a su teléfono después de haberse sentado en su cojín de meditación habitual. Quería darse el tiempo de organizar sus ideas antes de intentar volver a hablar con sus amigos, no quería que Gulf se sintiera mal, ni que ellos odiaran a Gulf.

En la otra habitación Gulf se removió un poco necesitaba vaciar su vejiga, pero a la vez quería seguir durmiendo. Estaba tan cómodo en esa cama. Intentó abrir un poco los ojos, pero había mucha luz. Le pareció increíble la cantidad de iluminación que adornaba la habitación de Mew y pensar que él no podía verlo. Después de lograr abrir los ojos se dio cuenta que la persona en la que estaba pensando ya no estaba en la cama. Eso instantáneamente le quito las ganas de quedarse allí. - ¿Dónde estará? – pensó, mientras iba al baño.

- Todos los seres, mis madres, infinitos como el espacio, empezando por aquellos que me son hostiles... - escuchó Gulf cuando pasó cerca de la habitación donde se encontraba Mew. Que, después de buscarlo por toda la casa y haber pensado que había salido, se dio cuenta que había una habitación en la que no había estado.

- ...los obstructores que me dañan y todos aquellos que son obstáculo a la liberación y a la omnisciencia, deben ser felices...- seguía diciendo Mew y Gulf recordó que esas palabras ya las había escuchado antes. Mew estaba repitiendo las motivaciones (2) propias de los budistas tibetanos.

- ... deben liberarse del sufrimiento y alcanzar la preciosa, insuperable, auténticamente, completa iluminación- terminó de decir Mew para volver a empezar y repetir varias veces más aquellas palabras. Gulf se asomó y vio a Mew sentado con las piernas cruzadas en postura de loto, con sus palmas juntas frente al pecho. Se encontraba orientado hacia la pared, tenía los ojos entreabiertos y alrededor de las manos, un mala budista (3) acompañaba la repetición de las motivaciones.

Gulf sintió tranquilidad al observar aquella imagen.

Después de un momento las repeticiones cesaron. Mew bajó sus manos a su regazo. Reinó el silencio, Mew no se movía, respiraba con tranquilidad. Gulf sintió ganas de formar parte de aquella liturgia. Se acercó lentamente y se sentó de tal forma que su espalda reposaba en la de Mew. No hacía nada. Solo esperó. Guardó silencio hasta que Siri anunció que se habían acabado los 20 minutos. Mew llevó sus manos de nuevo al pecho en señal de oración, se inclinó hacia adelante y terminó su meditación.

Aunque no te Pueda VerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora