[OS Volkacio] Nervous

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—¡Comisario Bombón! -gritó Horacio a lo lejos, saludando eufórico a Volkov, aquel lo miró de reojo soltando un suspiro derrotado. Algunos cadetes lo quedaron observando con una sonrisa al mismo tiempo que el agente del FBI se marchaba con una sonrisa en los labios.

—¿Por qué le dicen así, comisario? -un cadete preguntó, obteniendo como respuesta una mortal mirada de Volkov, sin querer preguntar más.

—No voy a aceptar preguntas de ese tema.

—¿Es su pareja? -continuaron, provocando un leve sonrojo al comisario, bufando.

"Maldición, Horacio".

Volkov intentó salvarse, arreglando sus gafas y carraspeando. —Usted va a realizar patrullaje junto a su compañero que preguntó antes, no quiero descansos.

—Pero comisario...

Aquel no dijo nada más, girando. —El resto, sígame.

El comisario caminó molesto, intentando acabar con el entrenamiento de hoy y poder hablar con Horacio, apenas se desocupó, no dudó en llamarlo y lo único que obtuvo es el buzón de voz, frustrándose.

Horacio reía, mirando las llamadas del ruso en su celular y giró, notando la mirada de Ebaristo sobre él. —¿Por qué tan feliz hoy, Horacio?

—Estoy molestando a Volkov, quiero ponerlo nervioso. -dijo, estacionándose en la sede del FBI. —Sigo pensando como ir a comisaría y soltar más cosas vergonzosas.

El castaño meditó en silencio, siguiéndolo por detrás y su rostro se iluminó apenas cruzaron las puertas de la entrada. Corrió hacia a Horacio, con una sonrisa pícara en el rostro.

—Tengo una idea


[•••]


Volkov terminaba de arreglar una pila de documentos, dispuesto a tomar un descanso en la tarde cuando Horacio entró a su oficina, con calma y escondiendo detrás de su pasamontaña su sonrisa divertida, sin extrañar al comisario. Sus visitas eran frecuentes y todos estaban acostumbrados de verlo pasearse de un lado a otro, como si fuera otro oficial en comisaría del Sur.

Al ruso al sentir su presencia, giró con todas las ganas de reprochar su descuido de la mañana, cuando el dedo índice de Horacio se posó sobre sus labios, con una mirada lujuriosa en sus ojos mirándolo fijo. —Shhh, comisario, no diga nada.

—Pero-

—¿Cómo fue tu día bebé? -susurró cerca, empezando a disparar los nervios del comisario. No respondió, lo miraba sorprendido. —Ah, ¿te ha mordido la lengua el ratón?

El rostro de Volkov era un poema, el contraste del color carmín en sus mejillas demostraba lo vulnerable que estaba frente al menor, quien no tardó en restregar su pecho con el suyo, obligando al comisario apoyarse en el escritorio para no perder el equilibrio de ambos cuerpos.

—Horacio... -susurró y el nombrado retiró su dedo, alejándose y sacándose el pasamontaña de la cabeza, riendo. Pronto la vergüenza pasó del comisario, mostrando confusión. —¿Pero qué coño?

—Perdón, pero necesitaba hacerlo. ¿Vamos a comer? -preguntó, saliendo tal cual vino y dejando detrás al peligris, perplejo.

"¡Horacio, joder!"


[•••]


El día había terminado, Horacio esperaba a Volkov fuera de las oficinas para ir finalmente a casa a descansar como dios mandaba, balanceándose y notando al comisario salir con determinación. Sonrió inconscientemente y recordó el consejo de Ebaristo.

"Mira, sorpréndelo con un beso al salir, pero bien cabrón, luego ya te entras al coche y gualá, día completo de avergonzarlo".

—¡Buenas V-!

Su saludo fue interrumpido apenas el comisario se plató frente suyo, agarrando sus mejillas con firmeza y besándolo con fugosidad, Horacio se quedó helado, intentando procesar lo que estaba pasando hasta que el beso se rompió tras varios segundos, observando la mirada ganadora de Volkov en sus ojos grises. El sonrojo llegó de inmediato al agente, apretando sus labios con fuerza.

—Tú... -titubeó, ocultando su rostro en sus manos y soltando un gran bufido. Volkov lo miraba cruzado de brazos, triunfador. —¡Joder, se supone que no iba así!

—Yo también sé jugar, Solntse.

Detrás de ambos se escucharon aplausos y silbidos, Volkov no tuvo que girar, sabía de quiénes se trataba y agarró rápidamente de la mano al agente, saliendo de ahí. —Vamos a casa.

—Increíble, yo quería hacer eso.

—Aun no termina. -dijo, llegando al auto y entrando, Volkov tomó el volante, empezando a manejar, Horacio se quedó perplejo, mirándolo con un leve temblor.

"Dios, ¿en qué lo he convertido?"





N/A

Esta parte sería como un día habitual en la vida de ambos jugando mutuamente por quién es más pícaro con el otro




Actu: esto pudo ser canon, pero le tuvieron miedo al éxito. EBA TE EXTRAÑO :(

-Ker

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