[OS Volkacio] Vodka

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Las cosas hubieran sido diferentes si tan solo Volkov hubiese pensando un poco distinto... Pero bueno, no va a existir. Solo en nuestras palabras y corazones.

No sé como denominar este fragmento, solo espero que les guste ♥

¡El después del Me gustas, te gusto!



Enjoy



Palmó su mano sobre el bolsillo de su pantalón sintiendo el juego de llaves del departamento, mirando por última vez al espejo, arreglando su cresta rojiza y sonrió, al menos lo intentó. Bajó la vista, suspirando y sin evitar recordar lo que pasó ayer en comisaría.

Tocó su pecho, sintiendo el latir de su corazón calmado y se preguntaba si estaría así si se llegara a topar con el comisario de nuevo. Resopló, no iba a ser cobarde.

Iba a enfrentarlo normalmente, incluso disculparse por ser muy impulsivo y expresarle su sentir en un momento tenso.

"Es que soy tonto, tío".

Llevó sus manos a su cara, restregándolo y se encaminó a salir.

"Bueno, todo culpa de Gustabo, si no le hubiese hecho caso..."

La puerta se abrió, pero sus pasos se detuvieron, un pie quedó en el aire mientras sus hombros se tensaron y retuvo la respiración en su pecho, abriendo sus ojos de par en par hasta olvidar lo que iba a hacer.

Volkov lo miraba a través de sus gafas, un tanto nervioso al decidir seguir sus impulsos esta vez. Empezaba a arrepentirse, quería dar vuelta atrás y no hacerlo, sin embargo, continuaba en pie y mirando al menor. —Privet.

Horacio bajó el pie, sonriendo nervioso y tocando su brazo, intentando no decir algo tonto frente suyo. —C-Comisario, ¿sucedió algo? -susurró con voz queda.

Volkov elevó un poco sus comisuras, notando el sonrojo del menor y suspiró. —Todo bien Horacio, solo... solo pasaba por aquí para saber de usted y, bueno, como siguen sus heridas...

Horacio dejó los nervios, claro, lo recordó. Recordó que le reclamó por no ir a verlo o al menos leer sus mensajes. Esperó una mínima preocupación de él y no lo hizo. Tampoco lo culpaba, no quería y seguramente tenía muchas cosas que ocuparse por su rango.

Horacio quería comprenderlo y perdonar todo.

Aun así, el momento de su rechazo también llegó a su mente, avergonzándose aún más y sintiendo el dolor en su corazón por sus palabras.

—Estoy bien, no se preocupe, ¿cómo está usted? -susurró y Volkov desvió su mirada. No era algo que buscaba explicar, aunque con Horacio, sintió que podía liberar una parte de su pesar.

Aun así, estaba incómodo todavía en el pasillo.

—¿Qué le parece si hablamos en camino a comisaría? Así le ayudo.

Horacio asintió, frenético, y salió de la casa, cuidándose y caminando despacio. Volkov extendió su brazo, para que se sostuviera si había falta y Horacio lo aceptó, aferrándose. Las heridas del menor continuaban a flor de piel, le dolía y recordó que no había tomado pastillas para el dolor. Volkov escuchaba los quejidos, mirándolo de reojo. —Horacio, apóyese en mi hombro. -dijo, agachándose un poco más y el oficial lo miró con pena.

—Lo siento, no debería-

El comisario negó con la cabeza, interrumpiendo. —No es ningún problema para mí, vamos. -dijo.

Horacio se hizo diminuto, creando una nueva ilusión y negó con la cabeza. Ya no debía pensar en eso, había sido claro en sus sentimientos hacia él e ilusionarse solo sería su culpa cuando lo estaba ayudando.

Aun así, quedó aquella chispa de curiosidad del por qué vino a su departamento y ayudarlo. ¿Estaba preocupado por él? El sentimiento seguía ahí, no se iría y era inevitable no pensarlo.

"Comisario, me tiene mal".

Al llegar al coche, subió con cuidado de lastimar aún más sus piernas y suspiró una vez sentado. Volkov rodeó el vehículo con un pequeño sentir en su pecho, se sentía mejor y en paz. Miró por la ventana al mejor y frunció el ceño.

De verdad buscaba ayudar, compensar un poco su ausencia.

De algún modo percibía un mal presentimiento a futuro. Sacudió su cabeza, enderezándose.

Al subir, arrancó de inmediato y Horacio lo observó de reojo, apretando sus manos en puños sobre su regazo y el silencio rodearlos. Necesitaba preguntarle algo, aunque tampoco quería poner peor su relación de trabajo.

Volkov parecía ser el mismo de siempre, ¿no le habrá afectado su confesión? ¿Pensará en ello?

No tenía nada más que perder, quizás su amistad, pero debía sacarlo y ser cuidadoso.

—Comisario. -lo llamó, Volkov hizo un ruido en su garganta para que continuara hablando. —Pues verá... quiero pedirle disculpas personalmente por lo de ayer, yo... no fue intencional y-

—Horacio, si piensa que estoy molesto con usted, olvídese de eso. No lo estoy. -respondió y lo miró de reojo. —Estoy bien, ¿estamos bien?

El de cresta asintió, más aliviado. —Pensé que me odiaría. -confesó.

Una pequeña y ronca risa se escuchó en el coche, alterando los sentidos del menor y volteando con sorpresa al ver al comisario reír por bajo. Negó con la cabeza. —No podría, deje de darle vueltas, no me enfadaría con usted por eso.

La mano bajó a la palanca, deteniendo el coche frente a comisaría y giró a mirar a Horacio, recordando otra pregunta que le hizo antes de su confesión. —¿Recuerda cuando lo invité a beber un vodka a mi departamento?

Los ojos del menor brillaron con mayor intensidad, asintiendo.

—Todavía sigue en pie, cuando se recupere... podemos beber uno, ¿le parece? -inquirió.

—S-Si, comisario. ¡Cumpliré mi promesa!

Volkov sonrió a medias, saliendo del patrulla y rodear el vehículo una vez más, abriéndole la puerta y ofreciendo su mano. —Entonces es un trato.

Y ese día no llegó.





-Ker (c va)


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