[OS Volkov] Juntos.

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Este OS es solo un punto de vista alterno donde Volkov era el único en sobrevivir tras los disparos de Pogo. Conway, Horacio y Gustabo murieron en la Iglesia.

Un dolor en sus hombros se acentuó durante su hora de salida de servicio, su cuerpo pedía urgentemente un masaje en esa área, pero el tiempo no le daba ni para pensar en él mismo. Bastó con estirar su cuello y usar sus propias manos. 

Trabajar como jefe de policía en el LSPD era pesado y pese a ello no planeaba jubilarse todavía. Volkov caminó fuera de los casilleros cambiado en lo que respecta para él. Su uniforme era su ropa de civil diario, lo único que cambiaba eran sus pistoleras vacías y el chaleco antibalas en su torso.

Soltó un suspiro una vez fuera de comisaría, respirando una vez más el aire de aquella ciudad caótica llena de delincuencia, injusticia y avaricia. Nunca entendería el motivo de búsqueda de poder de las mafias y bandas que tanto tardaba en capturar.

Hace años que estaba solo, sobreviviendo entre las sombras del silencio y soledad, queriendo confiar y, a su vez, temer por ser traicionado una vez más. Si tan solo le hubieran avisado que estaría así, no hubiese despertado de aquel coma que condenó su vida. Michelle se resistió en desconectarlo con la esperanza de que despertara, pero fue un golpe incluso para ella el rechazo de vivir por parte de Volkov.

Nada le quedaba, Conway no había sobrevivido a la explosión, ni siquiera los otros dos agentes que lo acompañaban, agentes que sabía quienes fueron. 

No podía creer que Horacio fue víctima de la tiranía de quién era su jefe.

Recordarlo era una tortura, una que debía vivir por el resto de su vida.

Manejó por la ciudad por las mismas calles para ir a su departamento, al menos eso cambió un poco sus aires. Giró el volante y sus ojos se fijaron en dos pequeños vagando por la calle de manera desorientada, llamándoles la atención y alertándolo. No había nadie cerca de ellos y detuvo el auto.

Caminó hacia a ellos preocupado y ambos se asustaron, la niña más pequeña se escondió detrás del niño más grande, desafiando al comisario y mostrando su valentía por si los lastimaban. Aquel gesto cautivó y entristeció su dolido corazón.

—¿Por qué están solos? ¿Los acompañan alguien? -cuestionó Volkov ante la mirada del mayor. Los pequeños empezaban a temblar de miedo ante la voz autoritaria del él y Volkov lo supo, intentando suavizar un poco su tono y arrodillarse, manteniendo la distancia para que no escaparan. El niño castaño lo observaba sin dejar de levantar sus puños. —Niños, ¿me dicen por qué están solos por la calle? Es peligroso.

—Porque estábamos aburrido. -contestó el niño desconfiado de contarle sus planes, sin embargo, la niña empezaba a salir de su escondite. —¡Alexa, no te acerques!

"Alexa", repitió, recordando a su hermana. 

—Pero Franco, no creo que sea malo. -contestó en un puchero, siendo detenida por su hermano.

—No soy malo, soy un policía, ¿ven? -mostró su placa, los niños soltaron un jadeo al ver una real y sin pensar la agarraron para admirarla mejor, haciendo sonreír a Volkov. La niña volteó a observarlo con esos ojos azules claros, examinando al comisario. —¿Qué pasa?

—¿Nos quiere adoptar?

—¡Alexa! -chilló Franco a su lado, sorprendiendo al comisario y reuniendo las piezas en su cabeza acerca de ellos. —No podemos pedir eso, nos deben adoptar con amor, no así.

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