[OS Volkacio] Adiós, mi amor

1.5K 73 9
                                    

Horacio tiene unos minutos antes de ejecutar la operación del CNI contra Pogo luego de casi matar a Volkov, reencontrándose en el Hospital.




Pasos titubeantes, semblante nervioso y un dolor profundo alojándose en su corazón. No era algo físico, ni siquiera las heridas de su tortura podían compararse con el dolor interno que sufría por su actuar.
Así se sentía Horacio al estar frente a aquel hospital donde mantenían con vida al comisario Viktor Volkov, quién luchaba por su vida sobre una lúgubre camilla y habitación desde que recibió los disparos en el pecho y pierna. El olor a medicina, a muerte y el sonido de las máquinas alteraban los sentidos del inspector, recordándole el motivo de su visita.

Caminó por el pasillo que conduciría a la habitación de cuidados intensivos donde mantenían al comisario con vida, apenas se asomó lo vio de lleno, con el torso desnudo cubierto de vendas cruzadas en diagonal, manchadas de sangre, su cabello grisáceo opaco y despeinado, la palidez de su piel se hizo más evidente ante la pérdida de sangre y un respirador artificial conectado en su boca. Los latidos de su corazón se escuchaban lentos, casi nulos y provocó una pesadez en los hombros de Horacio al verlo tan moribundo. Las lágrimas se asomaron por sus ojos, en un intento fallido de mantenerse fuerte y tuvo que acallar su llanto, acercándose sin querer lastimarlo más de lo que ya había hecho.

—Todo es mi culpa... -murmuró al verlo de cerca con sus ojos cerrados, deseando que los abriese en esos momentos y le insultara. Que lo cuestionara de su actuar, que le dijera patético.

Y no sucedió.

Horacio tomó asiento a su lado, en una vieja silla de esa habitación con disimulo y cerca de su camilla. Estaba prohibido incluso entrar en esta habitación, pero solo vino con el fin de una sola cosa: Pedir perdón.

Sin pensarlo, su mano derecha tocó la fría y delgada mano del comisario con un suero y acarició con su pulgar, lento y pausadamente, la palma de su mano sin dejar de sentirse culpable. Sin dejar de apretarla, dirigió su mirada al rostro de Volkov que yacía pacíficamente durmiendo, como si nada pasara a su alrededor. Con una calma impresionante que deseaba fotografiarlo y tenerlo en su memoria siempre.

—Seguramente me esté escuchando, pensará que ni siquiera debería estar aquí, tomando su mano con cariño. Tiene todo el derecho de odiarme, de insultarme, pero solo pido ser escuchado una sola vez en mi vida. –pidió.

Horacio lo soltó, acomodándose en la silla y dejando a un lado las armas de largo calibre para no incomodarse. —Comisario, ¿recuerda nuestro primer atraco juntos? –comentó con añoranza, dirigiendo su vista al suelo y golpeando las puntas de sus botas. —Porque yo sí, recuerdo que estaba demasiado nervioso ese día, usted me había pedido ir y detener ese atraco, le juro que ese día fui feliz. ¿Sabe por qué?

Alzó la vista a su rostro, el silencio fue su respuesta. —Porque estaba usted, me protegió al igual que yo a usted, incluso me felicitó y me abrazó, sin dudar alguna, ese día fue el mejor. –sonrió con tristeza.

El ruido del hospital, junto a las máquinas no calmaban el malestar de su corazón, sin pensar, continuó sin titubear. —Es extraño decirlo, pero incluso creo que desde ese momento mis sentimientos aumentaron, porque ya me llamaba la atención desde antes. O cuando fue el Fame or Shame, ese día fue de locos, recuerdo que luego nos fuimos a beber un vodka con usted, Greco y Conway a su departamento, era la primera vez que pisaba su departamento. –cortó, pero no porque no sabía que más decir.

Algunas lágrimas brotaron de sus ojos al recordarlo, abrazándose a sí mismo y permitiendo que continuaran deslizándose por sus mejillas. —Perdóneme por no ser tan tolerante con el alcohol, supongo que ese día fui muy pesado, no recuerdo nada hasta ahora. –se detuvo, escuchando como algunos pasos se acercaban. —Pero me hizo feliz, que usted nunca me dejó a un lado. ¿Cómo no enamorarme más de usted si era tan atento conmigo?

Nadie se dirigió hasta su puesto, Horacio continuó con su diálogo. —Y cuando me confesé... -mordió sus labios, recordando su doloroso rechazo. —Un abismo de esperanza nació cuando dijo que no estaba preparado, ese pequeño abismo no se desvaneció hasta hoy, comisario. Pero, seguramente, para usted yo no soy más que el imbécil que le disparó a su superior, a la persona que menos quería dañar y lo entiendo.

La máquina de latidos sonó varias veces, asustándolo a Horacio, tardó unos segundos en calmarse y ver cómo se regulaban los latidos del mismo, viendo el calmado rostro del comisario sin pestañear. —Bueno, eso me demuestra que estoy en lo cierto. –susurró con tristeza, levantándose lentamente y agarró las armas, quiso creer que alteraba el frágil corazón del comisario. —Perdón, no volveré a molestarlo, espero... que me pueda perdonar algún día, solo espero que sea feliz.

Sus pies se movieron hacia la camilla de Volkov, acercándose lentamente y depositando un doloroso beso en su frente, intentando peinar un poco su cabellera. Ese simple gesto, había roto por completo a Horacio. Nunca sabría que estuvo aquí, que rompió la distancia, que pidió perdón. No aguantó las lágrimas y lloró al pie de la cama, agarrando nuevamente su mano con fuerza, rogando que se salvara, que tuviera otra oportunidad para ser feliz y jurando que no volvería a aparecer en su vida.

—Por favor, por favor, viva y sea feliz, se lo ruego. –susurró entre llantos, soltándolo lentamente y girando. Caminó unos pasos antes de volver a mirarlo. —Adiós, Volkov.

Su rastro desapareció de la habitación con los segundos, recibiendo una llamada de Conway que se preparara para la redada.

Dio un último vistazo al hospital, suspirando. —Adiós, mi amor.





Nota #2: Cabe recalcar que no existe NINGÚN escrito en otras cuentas que en esta, en cualquier red social, el caso de haber, por favor me dicen. En Twitter puede haber quedado una historia porque no la he borrado.

Lamento si salen los guiones cortos en celular :(

-Ker

Un poco de OS's ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora