[OS Volkacio]ESPECIAL NAVIDEÑO "Una navidad distinta"

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Navidad, dulce y alegre navidad llena de felicidad y amor, paz y armonía en todos los hogares en espera de la noche buena y de abrir regalos, siendo los más pequeños los primeros en estar ansiosos en hacerlo.

Horacio meditó en silencio al pensar en esa última navidad en familia que vivió en su hogar antes de que la bomba de la realidad explotara a su alrededor. Los villancicos que cantaba su madre mientras cocinaba un día 24 de diciembre y su padre ayudándole a darle los últimos toques al árbol navideño de la pequeña sala. Horacio sentía que era lo único que podía pedir ese día era a sus padres unidos a su lado, una familia que no debió romperse desde un principio.

Pero no todo era felicidad en este mundo.

Sus navidades se volvieron agrias, recuerdos que no quería revivir empezaron a llegar a su mente y empezó a mirar alrededor de la sala en busca de su escape a su realidad, hallándolo saliendo de la habitación que compartían con su pijama puesto y cabello desordenado. De un salto de levantó del sofá en busca de sus brazos y encontrar calma a su tormenta.

Aquel detuvo sus pasos al sentirse aplastado, pero riéndose al ver al de cresta aferrarse a él como si fuera a irse. Él no se iría de nuevo, pensaba. No faltaron palabras para que el abrazo fuera correspondido y sintiendo la calidez que desprendía el moreno.

—¿Esta bien, solntse? -susurró Volkov en su oreja, causando escalofríos por la espalda del agente y el miedo se fue, dando paso a los nervios desbordados por la grave voz del comisario. —¿Ha pasado algo?

Horacio escondió más su rostro en su pecho, sintiendo los latidos del ruso, asintiendo y sin ganas de preocuparlo más de lo que debía. —Estoy bien, solo... quería abrazarte. -susurró por bajo.

—¿Seguro? -insistió y el de cresta volvió a asentir. —Venga, déjeme moverme hacia la sala.

—¿Por qué no quedarnos así? Me quiero quedar aquí, abrazándote. –susurró.

—¿En medio del pasillo? -cuestionó y Horacio asintió, alzando su rostro y observando con temor a los ojos azules grisáceos del comisario que cambiaron a un gesto preocupado. —No está bien, ¿qué pasó?

Horacio maldecía que lo conociera tan bien.

Aquel negó con la cabeza, volviendo a esconderse. —Solo estaba recordando las otras navidades...

—Horacio...

—No es nada, de verdad, solo recordaba. -el comentario fue insuficiente para Volkov, obligándolo a separarse de él y agarrando su rostro entre sus manos, acariciándolo suavemente con las yemas de sus dedos sus mejillas y regalándole una sonrisa que derritió al hombre preso de sus encantos.

—Sea lo que esté pensando, puede contarme. -susurró acercando sus labios a su frente, dejando un delicado beso y volviendo a observarlo.

—Esta navidad será distinta, prometo hacerle feliz durante estos días, por favor, crea nuevo recuerdos conmigo ahora, no se torture con el pasado.

Aferrándose a sus palabras, sonrió para el comisario y agarró sus manos, mirándolo con cariño. —Y yo prometo hacerte sentir como en casa, perdón por preocuparte. -Volkov negó con la cabeza, sonriendo.

—Venga, vamos a la sala. Es noche buena, ¿no la quiere pasar a mi lado? –susurro. Horacio asintió, sintiendo un agradable sentimiento recorrer su cuerpo. Agarró de la mano al agente, guiándolo por todo el pasillo sin antes pasar por la cocina.

Esta navidad sería distinta para ambos hombres que pasaron en soledad, tristeza y preocupación. Nadie imaginó que lo intentarían una vez más y que sus sentimientos fueran correspondidos por completo.

Pese a los obstáculos que atravesaron para llegar hasta donde estaban, la espera inminente y el amor que triunfó, Volkov no podía estar más contento por sentir esa calidez que tanto hablaban los demás, que veía en sus oficiales, que vio en sus padres.

Con Horacio a su lado experimentaba todo lo que nunca imaginó, no cabía duda que no iba a dejar escapar esa oportunidad. El ayer era historia y el mañana era un misterio que quería averiguarlo a su lado.

No quisieron compartir con nadie más este día, incluso rechazaron la opción de pasar en sus trabajos y pidieron el día libre para planear su día en una fecha tan única en cada año. Nadie se opuso ante las palabras de dos enamorados ansiosos por estar juntos.

Horacio agarró su taza humeante de chocolate caliente y caminó hasta el sofá, sentándose en medio y esperando al comisario para que tomara asiento a su lado. La presión en su pecho se fue dando paso al afecto que recibió entre los brazos del ruso, observando el pequeño árbol de navidad que compraron y decoraron a medias, sin evitar reír por el lío que montaron al desenredar las luces y los adornos.

La nieve caía de manera lenta y se percató de la hora en el reloj de pared. Pronto sería navidad, pensaba.

El de cresta dejó la taza sobre la mesita de noche y arrebató la del comisario, dejándola junto a la suya, tumbándolo en el sofá de sorpresa y recostándose en su pecho, Volkov no dijo nada más que disfrutar el momento y las caricias que recibía.

—¿Volkov? -llamó sin despegarse.

—¿Si? -contestó, perdido en las suaves caricias que el agente le daba en su pecho y la forma que lo observaba. La mirada fugitiva de él hizo temblar al comisario al igual que el aliento chocar con el suyo.

Horacio hizo tiempo distrayéndolo con un beso, percatándose que pronto darían las doce de la noche y la emoción lo abarcaba. Con un suspiro abandonó los labios del comisario que ansiaban más, pero una risita escapó del moreno y tomó ambas tazas, retomándolas. Volkov no tuvo más remedio que sentarse de nuevo y mirándolo con todos los nervios a flor de piel.

Olvidaba lo apasionado que podía llegar a ser Horacio.

Era navidad, estaba claro que esta fecha lo emocionaba y Volkov sonrió cuando lo miró.

Dando las doce y punto, Horacio acercó la taza marrón al comisario y pronunció alegremente. —Feliz navidad, cariño.

Aquel rió suavemente ante el cariñoso mote*, chocando su taza con la suya y abrazándolo como pudo, Horacio sintió que ya no podía pedir nada más este día que estar así siempre. Quería estarlo para el resto de su vida sin importar si fuera un día festivo o no. Sentirse amado.

No tardaron en retomar los besos fugitivos luego de beber su chocolate caliente, siendo el sabor del cacao en sus labios y fundirse en el sofá, deteniéndose por las repentinas luces y explosiones que alumbraban la habitación a oscuras y notando las celebraciones en la ciudad. Horacio se acomodó a su lado, admirando todas las hermosas luces de colores son asombro desde la ventana y Volkov lo abrazó por detrás, admirando todo a su lado.

—Gracias por estar conmigo. -susurró el de cresta en un momento de silencio, sintiendo las manos del ruso buscar las suyas y unirlas.

—Esta no será la única navidad Horacio, estaremos esta y más, hasta que no podamos más y envejezcamos. –prometió y los ojos bicolores centellearon, llenándose de ilusiones.

—Parece que me propusiera matrimonio. –carcajeó y Volkov no dejaba de observarlo con seriedad. —¿Verdad?

—Usted es lento. –negó con la cabeza con una sonrisa, dedicándose a observar la nieve caer y los últimos fuegos artificiales en el cielo oscuro.

Sería el comienzo de navidad distinta, en brazos cálidos y corazones contentos. Una navidad y más que vendrían.

Y un fin de año prometiendo permanecer juntos hasta el último suspiro. 


*Mote: apodo, sobrenombre


N/A

Youtube está en plan: te recomiendo canciones que quedan con las escenas, de nada crack

-Ker

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