Sit Still, Look Pretty - Daya
Hom me ayuda a sacar la maleta del maletero mientras Molly y Pearl van entrando en casa.
–¿Estás segura de que no se te ha olvidado una maleta en el aeropuerto?–me dice en broma dejando la maleta más pesada en el suelo.
No me he traído dos maletas porque toda la ropa que me quería traer me cabe en la que llevo y de sobra, es enorme. A demás, me he traído una mochila para los cargadores, el ordenador y un par de libros libros.
Cuando nos aseguramos de que el coche está bien cerrado caminamos por el camino de piedras para llegar a la entrada de la casa.
–Tenemos garaje ¿sabes?–explica Hom–. Pero guardamos todos los trastos de cuando Hayden y Pearl eran niños. Yo me desharía de eso enseguida, pero Molly no me deja. Se pone sentimental y dice que le traen demasiados recuerdos. ¡Pero si tenemos a los niños todo el día en casa! ¿No le parece demasiado recuerdo? Le he advertido que si me roban el coche o me rompen una ventana, compraremos otro y tirará esos juguetes.
Eso me hace soltar una pequeña carcajada.
Con el rabillo del ojo, veo una sombra en el umbral de la puerta. Baja los pequeños escalones que hay antes de la puerta y viene hacia nosotros mientras nos dirigimos a él.
No hay duda de que es Hayden, se parece demasiado a su padre. Además ¿quién sino iba a ser? ¿El jardinero?
–Ya era hora. Había empezado a pensar qué habíais desaparecido.–sujeta un bollo mordisqueado, parecido al que me comí en el aeropuerto.
–Más quisieras. Siento que te hayamos despertado de tu fabuloso sueño.–responde Hom–. ¿Ya has metido mano en la bolsa de bollitos, Hayden?
–Este cuerpo de atleta no se mantiene solo ¿sabes?–señala su figura con la mano que no tiene ocupada.
–Ya, y está maleta no entrará sola. Haz el favor de meterla en casa. Así mantienes ese cuerpo de atleta.–contesta Hom haciendo el mismo gesto que su hijo–. Voy a buscar a tu madre para ir al supermercado.
Mientras Hom cruza la puerta, Hayden mira a la maleta y luego sus ojos se dirigen a mí. Son verdes e intensos. Me quedo alucinando con sus pestañas, son más largas que las mías.
–Tú eres Kimber ¿verdad?
–Si, pero nadie me llama así.–sonrío para que no piense que soy una borde.
–Pues ahora sí. Vamos a buscar a Pearl, porque yo no tengo ni idea de cuál será tu habitación... bueno, será la única que queda libre, claro.–me mira y hace un gesto con la cabeza hacia la puerta para que le siga.
–Bienvenida a nuestra choza. Si necesitas algo, aquí tienes a la sirvienta.
Hayden coge a Pearl por hombros y la coloca delante de mi.
–¿Te quieres estar quieto?–le pega un manotazo a su hermano– Ayúdanos a subir la maleta, por favor.
–¿Qué gano a cambio?
–¿Mis bollos?–agito mi bolsa llena de bollitos.
–Hecho.–acepta y me arrebata la bolsa de las manos sin siquiera darme tiempo a reaccionar.
Subimos hasta la primera planta. Llegamos a un pasillo bastante amplio con con seis puertas. Pearl me lleva a la del fondo, que supongo que es mi habitación.
Cuando abre la puerta, veo un cuarto enorme. Hay una cama lo suficientemente grande como para saltar encima y no caerme. El cabecero está hecho con tablones de madera clara que parecen un poco desgastados. Justo al lado de la ventana, hay un tocador con una pequeña silla. Yo no me suelo maquillar mucho, pero es precioso. El armario también es blanco y de madera, también desgastado.
Al lado de este, me encuentro con una pequeña estantería. Pero hasta ahora que estoy caminando por toda la habitación, no me doy cuenta de que hay una enorme alfombra de pelo blanco en el suelo. Espero que sea sintético.
–Este es tu cuarto, espero que te guste. Antes esto estaba vacío, pero cuando nuestros padres nos dijeron que ibas a venir a pasar el año aquí, me dejaron decorarte tu cuarto.–parece que está muy orgullosa del trabajo que ha hecho aquí.
–Es perfecta, muchísimas gracias.– le dedico una sonrisa sincera. Me encanta.
En mi casa de Inglaterra es todo muy pequeño y más sombrío porque allí las nubes casi siempre están tapando el sol. Pero esto es como estar en el mismísimo cielo. Todo tan blanco.
–Mis padres me dijeron que te encantaba leer, así que te hemos puesto una pequeña estantería para que guardes algunos tus libros.
Doy una vuelta sobre mi misma para echarle un último vistazo a la habitación.
–¿Me ayudas a colocar la ropa en el armario?
–Pero ¿para qué vas a deshacer la maleta si nos vamos a ir al lago?
–Es verdad. Bueno, hagámoslo igual. Así me dices lo que me tengo que llevar y lo que no. ¿Quieres?–la verdad es que no se qué temperatura hará allí. Supongo que hará calor, pero Pearl ha estado mas veces, así que me podrá ayudar.
–Sabía que me lo pedirías.–dice dramáticamente mientras se limpia una lágrima imaginaria con una mano mientras la otra reposa en su pecho.
Llevamos un rato eligiendo ropa.
Hemos hecho dos montañas: ropa para llevar y ropa para dejar en casa.
–Tienes muy poca ropa de verano. Un momento... ¿Y los bikinis?– se vuelve hacia mi confusa.
–No tengo. Allí no hay dónde bañarse. Mi casa está lejos del mar, y no nos cabe una piscina en el jardín. Es enano.
–Nos vamos de compras.–sentencia.
–¿Qué? Todavía no tengo la tarjeta de crédito.
Pero desaparece de la habitación y vuelve segundos más tarde con un bolso colgando el hombro.
–Si que tenemos.–me enseña una tarjeta dorada y me coge de la muñeca obligándome a salir de la habitación.
–Pearl, no me vas a comprar tú la ropa. No te voy a dejar, ya habéis hecho suficiente.–señalo todo el dormitorio.
–Mis padres me dieron esta tarjeta para emergencias, y esto es una emergencia. ¿Qué chica no tiene ni un solo bikini?
–¿Yo?
Salimos de casa, pero antes de cerrar la puerta asoma la cabeza y avisa a Hayden de que vamos a salir.
Pulsa el botón del mando de las llaves del coche para abrirlo, se sienta frente al volante y yo en el asiento del copiloto.
Suelta el freno de mano y sale del aparcamiento para empezar el camino.
¡Aquí va otro capítulo!
Publicar sólo el primer capítulo me parecía poco, ya que es cortito. Así que nada, aunque esté tampoco es largo, os saciará hasta dentro de unos días ¿no? JejeOs dejo mi insta por aquí! @nataliazeliinska
Besisss<333
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Tal Vez Nosotros
Teen FictionKimberley tiene diecisiete años y una beca para estudiar durante todo un año en Atlanta. Entre todas las experiencias que vivirá, estará su primer amor. Un amor casi imposible. ¿Qué pasará cuando se dé cuenta de que se ha enamorado y que ya no pued...