CAPÍTULO 52

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Nos levantamos pronto para poder terminar lo que no hicimos ayer del trabajo. La verdad es que ha quedado mejor de lo que esperábamos, y eso se debe a Cloeh, que se ha encargado de hacer una presentación bonita y ordenada, cosa que a mi no se me daría nada bien. Pero yo me he encargado de la parte de la cohesión, que todo tenga sentido y los datos estén bien hilados entre sí.

Aunque he quedado con Hayden para desayunar, me he tenido que hacer un café porque si no, no podría mantener los ojos abiertos más de dos minutos.
Me he despertado con los ojos y la cara hinchadísima de tanto llorar anoche, algo que sabía que me iba a pasar nada más derramé la primera lágrima. No tenía que haber visto esa película, y menos si al final iba a acabar sufriendo yo sola.

–Ahora reviso todo por última vez y envío el trabajo.
–Cloeh, no hace falta que lo revises más. Ya lo habremos hecho como seis veces.

Hayden ya ha llegado y esta afuera esperándome con el coche.

–Kim, ya sabes cómo soy. Anda, vete. Tu Romeo te espera con la carroza.
–No tienes remedio. –digo riéndome y despidiéndome de ella con un abrazo.

Nada más salir de la casa de mi amiga, veo el Jeep de Hayden aparcado justo en frente. Me dirijo a él y cuando se da cuenta de que me estoy acercando baja la ventanilla de la puerta del copiloto.

–Contraseña, por favor. –dice cuando me llego al coche.

Pongo los ojos en blanco, y pasando de lo que acaba de decir intento abrir la puerta. Y sí, digo intento porque la ha bloqueado.

–Hayden, abre la puerta.
–La contraseña. –repite vacilón.
–No tiene gracia. Hace frío aquí fuera.
–Di la contraseña y podrás disfrutar de la calefacción de mi maravilloso coche.

Me cruzo de brazos, molesta y porque me estoy congelando.

–¿Abre la puerta, por favor?

Niega con la cabeza rechazando mi respuesta. No tengo ni idea de lo que quiere que diga.

–Hayden, por favor. Me estoy helando, hace menos de una hora que me he despertado y si sigues con esta tontería me voy a poner de mal humor. Quiero desayunar. Abre la puerta de una maldita vez.
–Bueno, vale. –y cuando pienso que me va a abrir la puerta, por fin, dice:– Es fácil, te voy a ayudar. Solo tienes que repetir lo que diga.

No sé qué esperarme, pero no quiero pasar más frio y tengo hambre, así que le insto a que continúe.

–Hayden es el tío más buenorro que he conocido nunca.–dice.

Sabe perfectamente que decir este tipo de cosas me dan vergüenza, y no hace falta que lo diga, porque me he puesto roja como una gamba nada más lo ha soltado por la boca. Aún así, me resigno y repito lo que dice solo porque estamos solos los dos y no me oye nadie.

–Hayden es el tío mas buenorro que he conocido nunca.–digo casi susurrando pero lo suficientemente alto como para que lo escuche.

Nada más decirlo, se le dibuja una sonrisa en la cara.

–¿Ya? ¿Contento?
–Y además...–parece que se le ocurre algo más y continúa.–Tendré el enorme placer de invitarle a desayunar.
–¿Me estás vacilando? –digo atónita.
–Lo dice la contraseña, no yo.–dice encogiéndose de hombros.
–Pero qué te han hecho en el médico ¿te han dejado tonto o qué es lo que te pasa?

Él suelta una carcajada y le veo toquetear los botones del coche.
Al instante se oye un click que me avisa de que la puerta ya está desbloqueada.

–Sube, anda. Que te vas a congelar.
–No tiene gracia.–digo mientras entro al coche y dejo mi bolso de clase en los asientos de atrás.
–¿Has encogido o siempre has sido así de bajita?–me pregunta mientras arranca.

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⏰ Última actualización: Nov 16, 2023 ⏰

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