CAPÍTULO 27

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Love Natural - Crystal Fighters


Hayden me esperó a la salida del instituto para ir a por ese batido. Y ahora estoy disfrutando de un batido de crema de cacahuete y chocolate en un bonito Café.

–No se cómo te puedes tragar eso.–se asquea Hayden.

–Y yo no puedo creer que te guste ese batido. ¿De verdad? ¿Canela? ¿Qué clase de paladar tienes?

–¿Tienes algo en contra de la canela?–apoya sus codos en la mesa juntando sus manos, intentando aparentar seriedad.

–No, ¿pero un batido de canela?. Demasiado. Pero no me tendría que extrañar.–remuevo con la pajita el contenido ve mi vaso y le doy un largo sorbo.

–¿Qué quieres decir?

–Oh, pues... ya sabes. La noche en la que... regaste el árbol...–noto mis mejillas encenderse.

–¿Quieres decir que mi beso sabía a canela?–inquiere. Dirijo mi mirada a él y veo que está intentando no reír porque las comisuras de sus labios tiemblan ligeramente.

–Mmm... ¿sí?

Se incorpora para rebuscar en uno de los bolsillos de sus vaqueros. Desliza por la mesa a mi dirección una caja pequeña de cartón rectangular.

–Era esto. Chicles de canela.–arrugo la nariz y se los vuelvo a pasar de la misma forma que me los pasó a mi.

–No pongas cara de asco, no los has probado. Bueno, lo del beso a lo mejor... ¡Eh! ¿Así es como malgastas el papel?–dice en broma señalándome la bola de papel que le he lanzado.

–Si no te importa, prefiero que hagamos como si eso no hubiese pasado.

–Has sacado tú el tema, no yo.–dice exculpándose.

–Sí, pero porque tú me has preguntado por... en fin, da igual.

–¿Quieres que te cambie el sitio?–pregunta algo preocupado.

–¿Porqué de debería cambiarme de sitio?

–Porque en el mío da el aire acondicionado y te veo un poco roja. No sé, tal vez tengas calor.

Tardo un par de segundos en averiguar a lo que se refiere.

–Dime, ¿en este instituto hay algún club de comedia? Seguro que encajas muy bien. Para hacer de payaso.

Le sonrío igual que él hace unos segundos, imitándole.

–Muy graciosa. Igual tendríamos que ir los dos, pero por desgracia, no hay.

Nos miramos fijamente. Como en esas pelis en la que los ninjas hacen una especie de guerra de miradas. Hasta explotamos y empezamos a reírnos a carcajadas. No hay nadie en el local que pueda mirarnos como si estuviésemos locos, aparte de los camareros.

–Tengo suerte de que ninguno de los besos que me diste fuese el primero.

–Kimber, ¿estás diciendo que beso mal?–dice haciéndose el ofendido.

–Exacto.

–Pues entonces no quieras saber cómo besas tú. Es más, lo voy a decir.

–No lo quiero escuchar, no necesito tu opinión.–digo tapándome los oídos, tarareando algo sin sentido para amortiguar su voz y cerrando los ojos para evitar leer sus labios.

Voy a aclarar que yo estoy completamente segura de que beso genial, pero no quiero parecer un Teletubbie rojo por su culpa. Además, seguro que después no sabría con qué defenderme.Y bueno, nos engañemos, Hayden besa bien.

Bueno, vale, muy bien, pero su ego está bien cómo está.

–¿Has terminado ya de decir tonterías?–digo más alto de lo normal y abriendo con cuidado un ojo.

–Sí –asiente–. Y te puedo asegurar que no he dicho ninguna mentira.–dice apoyándose al respaldo de la silla cruzándose de brazos y con esa estúpida sonrisa que no desaparece de su cara.

–Genial, no lo quiero saber.–digo conforme sorbiendo un poco de mi batido.

–Ya lo creo que sí. Y seguro que entonces sí que necesitarías que el aire acondicionado te diese en la cara.

–¿No tendríamos que ir a casa?–digo cambiando de tema.

Hayden mira la hora en su reloj y asiente con la cabeza. Se levanta cogiendo el batido y su mochila y yo le imito.

El camino a casa es rápido, ya que el Café estaba cerca del instituto.

Primer día de instituto superado.

Más o menos.

Tal Vez NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora