CAPÍTULO 29

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Cuando nos aproximamos a la casa, empezamos a oír música a todo volumen. Le dirijo una mirada de confusión a Hayden, pero el ya está dando grandes zancadas hacia la puerta.

Al entrar la música inunda profundamente mis oídos. Es como ponerme unos auriculares con el sonido a tope. Pero multiplicado por veinte. También hay gente. Mucha más gente.

Tanta que Hayden y yo tenemos que pasar entre la gente apretujándonos y empujando a los demás para conseguir algo de espacio.

Hayden me dice algo, pero la música amortigua su voz. Vuelve a repetirlo, pero al ver que sigo sin entenderle, se limita a señalar a la cocina.

Quiere que vayamos a la cocina.

Asiento en señal de confirmación y nos dirigimos juntos al lugar señalado. Volvemos ha apretujarnos entre la gente hasta llegar, por fin, a la cocina.

–Intentemos buscar a los chicos.

–¿Esto no iba a ser una pequeña reunión?–pregunto mientras nos desplazamos por la cocina llena de gente en busca de nuestros amigos.

–Estoy igual de sorprendido que tú, así que no es en mí donde tenemos que buscar las respuestas.

Coge algo asqueado y cuando me fijo en lo que es... no me lo puedo creer.

–Esto es lo que me faltaba por ver.–dice sosteniendo un sujetador rosa chillón y echándome una mirada socorro.

–No se porqué, pero esto me trae recuerdos.–le doy unas palmadas en la espalda intentando no soltar la carcajada que amenaza con salir.

Sin pensarlo mucho, tira el sujetador al fregadero y se embadurna las manos de jabón para lavárselas.

–Venga, no es para tanto. Podría haber sido peor.–le paso un paño para que se seque las manos mientras me burlo de él.

–¿Tengo que recordarte el numerito que montaste por encontrar unos calzoncillos en el cuarto de la limpieza?

–¡Eso fue en el instituto! Encontrarte un sujetador en una fiesta es más normal. 

Creo.

Me fijo en la entrada al jardín y, una mata de pelo de color muy familiar apareció fugazmente.

–Creo que están en el jardín.

Dejo mi refresco ya caliente de tanto manosearlo en la encimera y agarro a Hayden del codo para llevarlo conmigo a fuera.

Aquí hay menos gente, lo que nos hace más fácil encontrar a los chicos.

Evidentemente, era a Pearl a quien había visto pasar. Está dando saltos y aplaudiendo por todas partes. Parece que se haya tomado toda la balda de bebidas energéticas del supermercado. Los demás están sentados en el césped, apoyados en la vaya de madera que rodea el jardín viendo como Pearl se lo pasa en grande.

–Por fin. Pensábamos que no ibais a llegar.–Dereck se levanta del suelo y se sacude el pantalón con las manos. Después de él, se le unen Danny y Dexter.

–¿Qué es toda esta gente?

–¿Y qué le pasa a Pearl?

Preguntamos Hayden y yo, uno detrás del otro.

–No sabemos cómo ha pasado esto. Ha empezado llegar gente y en un momento todo esto se ha llenado. Y en cuanto a Pearl, creo que a partir de ahora odiará las cervezas.

–¿Está así por beber cerveza? ¿Cuántas se ha tomado?

–Tres, y está imparable. No para de saltar como un canguro.–dice Dexter llevándose su vaso a la boca. Es de esos vasos rojos típicos de las pelis.

Tal Vez NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora