CAPÍTULO 51

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Estamos viendo Titanic.
No sé que esperanza teníamos para rematar el trabajo después del partido y la cena.

Hayden nos dejó en casa de Cloeh y se fue a llevar a Danny a la suya.
No solemos mostrar nuestro afecto delante de los demás, y no es porque queramos ocultarlo. Creo que es porque todavía no está muy claro en qué punto está nuestra relación y bueno... evidentemente Danny y Cloeh nos vieron. Quiero decir, estaban pegados a la puerta del coche, y cuando terminaron de darse el lote, nos vieron a nosotros.
Creo que podéis haceros una idea de lo roja que me puse cuando entraron en el coche.

Nos despedimos de los chicos y realmente nuestra intención era continuar y terminar el trabajo, de verdad que sí, pero fue sentarnos en el escritorio y no entender nada de lo que nosotras mismas habíamos escrito, así que hemos decidido terminarlo mañana por la mañana y ahora ver una peli.

He dejado que Cloeh elija qué ver, y como a mi amiga le encanta llorar con las películas hemos terminado viendo Titanic a pesar de haberle insistido en ver otra. Esta película dura tres horas, y yo no la he visto nunca, pero Cloeh me ha dicho que se llora mucho con el final. La idea de amanecer con unas ojeras de tanto llorar no me convencía mucho, pero al final se ha salido con la suya.

–Jack es guapísimo.–comenta mi amiga cuando el protagonista aparece vestido de traje en la escena.

Como no nos pedimos la tarta de queso que nos pedimos siempre después de la hamburguesa, estamos comiéndonos a cucharadas una tarrina de helado de tarta de queso y frambuesas.

–La gente tiene una obsesión con este chico y yo no veo el porqué.
–¿Estás loca? ¿Qué tipo de problema de visión tienes?
–Yo creo que es porque es rubio. Los rubios nunca me han solido llamar la atención.
–Claro que no. A ti solo te llama la atención un moreno que las dos conocemos muy bien, sobretodo tú.
–Oh, cállate. –digo entre risas al tirarle una almohada y hacer que la cuchara del helado se le caiga encima del pantalón del pijama.

A los diez minutos, Cloeh se quedó dormida y he terminado la película yo sola. Los mocos se me caen de la nariz y me he quedado sin pañuelos para limpiarme. Ahora me encuentro tumbada en el suelo de la habitación de mi amiga, con sus ronquidos y mis sollozos de fondo.

No creo que sea capaz de superar esta película ni en mil vidas. Justo cuando me estoy sonando los mocos con el último pañuelo que he podido encontrar por el suelo, escucho la vibración de mi móvil en el escritorio.
Despego mi culo del suelo y voy a por el. Tengo curiosidad por saber quién diablos me estará llamando casi a la una de la mañana.
¿Os sorprendería si os dijese que quién llama es Hayden?
No, ¿verdad?
A mi tampoco.

–No pensaba que fueras a coger. Tienes el sueño profundo.
–No estaba dormida. –digo para después sonarme los mocos.
–Kimber, ¿estás llorando?
–Ya no.–susurro –. Bueno, un poco.

Salgo a la terraza del cuarto de mi amiga para no despertarla y me siento en butaca que hay en una esquina.

–¿Ha pasado algo? ¿Quieres que vaya a por ti? –se preocupa.
–No, no, tranquilo. Es que he visto Titanic, no esperaba llorar tanto.–me limpio la nariz, una vez más–. Además, Cloeh se ha quedado dormida y la única que ha terminado llorando soy yo.
–Es una tontería de película, Kimber. Tres horas de auténtico coñazo.
–Eso pensaba yo, pero es bonita. Y triste, muy triste.

Oigo pequeñas carcajadas al otro lado del teléfono.

–Hayden, ¿te estás riendo de mí?–digo intentando parecer enfadada, pero con la voz de llorona que tengo, es imposible.
–Es que nunca te había visto así de sensible. Eres adorable.
–Si tener la cara llena de mocos te parece adorable, por mi vale.–digo y suelta una carcajada –. ¿No duermes? Es bastante tarde para ti.

Mañana tiene que levantarse a las siete de la mañana para hacerse una pruebas de alergia, y sabiendo lo que le gusta dormir a este ser, pensaba que habría caído rendido en la cama nada más llegar a casa.

–Me aparecía hablar contigo. Pensaba que estarías dormida, pero te he llamado igualmente.
–Me alegra que lo hayas hecho, si no, seguiría llorando desconsoladamente en una esquina de la habitación.
–Lo peor es que es verdad. ¿Quieres que te recoja mañana y vamos a desayunar?
–Solo si puedo elegir el sitio.
–Me parece bien. Te recojo a las once.
–Buenas noches, Hayden.
–Buenas noches, Kimber. Sueña conmigo.
–En tus sueños.

Después de colgar, vuelvo a la habitación sin hacer mucho ruido y me tumbo en el colchón que colocamos en el suelo antes de empezar la película.
Consigo dormirme rápidamente con una sonrisa dibujada en los labios pensando en el idiota que tanto me gusta.
Porque sí, por si no lo sabíais, me gusta.
Mucho.

Tal Vez NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora