CAPÍTULO 49

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—Sí, mamá. Después dormiré en casa de Cloeh.
—Mándame fotos del partido. Acuérdate.
—Lo haré. ¿Papá ha vuelto del trabajo?
—Todavía no, cariño. Le diré quémate llame en cuanto pueda.
—No te preocupes, ya le llamaré yo.

¿En serio hace falta recordarle a un padre que tiene que llamar a su hija? Desde que estoy aquí he tenido la maravillosa oportunidad de hablar con él dos veces.

—Bueno, como quieras. Disfruta, cariño.
—Lo haré. Te quiero.

Cuelgo y suelto un gran suspiro.

—¿Estás bien? –pregunta Pearl.
—Sí, creo que sí.

Estamos aparcadas en el aparcamiento del instituto. No hay mucha gente todavía. Nosotras hemos venido más pronto de lo normal porque Pearl tiene que prepararse con las animadoras para el partido y yo voy a ver a Cloeh participar en el concurso de debate. Termina justo cuando empieza el partido, aquí que espero que podamos coger buenos asientos para verlo. Pearl me iba a maquillar un poco, pero se nos ha echado el tiempo encima.

—Qué narices, Pearl. Claro que no estoy bien. –mi amiga se acomoda en el asiento del conductor para mirarme de frente y con la mirada me insta para que continúe.

Pearl es la persona ideal con la que poder desahogarte sin tener ese miedo a ser juzgada. Es muy transparente en cuanto a lo que piensa y siente, y te lo dice aunque te duela oír la verdad, así que siempre podré contar con un punto de vista real.

—Está pasando algo raro con mi padre. No sé porqué me cuesta tanto conseguir hablar con él.
—¿Cuando fue la última vez que hablaste con él?
—Antes de Acción de Gracias.
—¿Crees que tiene algún problema contigo?
—No, para nada. Siempre nos hemos llevado muy bien. Mi madre me dice que está ocupado en el trabajo. Le ha tocado hacer horas extra y por eso no llama.
—No creo que sea por el trabajo, Kim. Siempre se puede sacar unos minutos para hablar con tu hija.
—Creo que ha pasado algo, Pearl. Pero lo que no se es porqué no me lo cuentan.
—Kim, estás pasando un año fuera de casa en el que se supone que tienes que disfrutar. Si realmente hubiese pasado algo como dices, es normal que no te lo quieran contar para no condicionarte. A lo mejor luego es una tontería y no ha pasado nada. ¿Por qué no intentas hablar con tu hermana? Puede que consigas que te cuente algo.
—Primero tendría que cogerme el teléfono. Y no lo hace nunca.
—Bueno, vamos a hacer una cosa. Intenta olvidarte del asunto por ese fin de semana, y después, llamaremos a tu hermana.
—Está bien. De todos modos, puedo hacer otra cosa.–digo con resignación.
—Genial. Y ahora tenemos cosas que hacer. –dice mientras apaga el motor del coche –¿Quieres que te acompañe hasta el debate?
—Tranquila, ya voy yo. Tú tienes que irte con las chicas. Te veo luego en el partido.

Nos despedimos con un abrazo rápido y salgo del coche para ir corriendo al debate. Todavía no habrá empezado, pero quiero estar con Cloeh antes de que empiece. Seguro que está comiéndose las uñas de los nervios y quiero estar allí para tranquilizarla.

—No entiendo porqué estabas tan nerviosa, Cloeh. Lo has hecho genial. Has hablado sin trabarte ni una sola vez.

El tema del debate se descubre en el momento en el que los participantes concursan, ya que podría darles ventaja para ensayarlo. A Cloeh le ha tocado debatir sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad. Lo ha hecho demasiado bien para lo nerviosa que estaba y cuando ha empezado a soltar palabras por la boca se le notaba bastante tranquila, y aunque su oponente también lo ha hecho muy bien, tengo seguro de que Cloeh pasará a la final.

—Es como si me hubiese quitado un peso de encima.

Salimos del teatro, que es donde se ha hecho el debate, y vamos directas al campo para coger sitio en las gradas.

Tal Vez NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora