CAPÍTULO 50

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Empatamos 3-3.
Hayden estuvo desconectado durante casi todo el partido. Todo el mundo lo notó, hasta que Dereck, que también jugaba, cogió a Hayden del codo y lo llevó a un lateral del campo. Intercambiaron unas cuantas palabras, aunque en realidad sólo hablaba Dereck y Hayden asentía.
Al terminar, le dio unas palmadas en la espalda a su amigo y volvió al campo. Hayden se quedó unos segundos mirando a la nada hasta que volvió a la realidad y empezó a correr tras su amigo.
No sé qué le pasaba a Hayden, ni qué es lo que Dereck le dijo, pero parece que funcionó por que al volver al campo consiguió marcar el último punto que hizo que quedásemos en empate.

Como siempre después de cada partido, vamos a la hamburguesería que hay cerca del instituto. Cloeh y Danny han ido antes, nada más terminar el partido, para poder coger mesa. Después se llena y es casi imposible llegar y encontrar una mísera silla sin ocupar. Yo me he quedado esperando a Pearl, que tenía que cambiarse. Ahora estamos los cuatro esperando a que lleguen Hayden y los gemelos.

—¿Soy yo, o a Hayden le pasa algo? No ha jugado como siempre.–dice Cloeh cuando la camarera se aleja con nuestra comanda. Hemos pedido la comida para todos porque los chicos están tardando un poco.

Después del comentario de mi amiga, los tres me dedican su mirada como si yo supiera algo.

—A mi no me miréis. Estoy igual que vosotros.
—El entrenador tendrá ganas de matarle, es uno de los mejores del equipo. Si no hubiese marcado el último punto, creedme cuando os digo que no llegaría a comerse su última hamburguesa.
—¿Podrías intentar averiguar qué le ha pasado? –me pide Pearl–.  Nunca deja que nada le distraiga cuando está jugando. Así que ha tenido que pasar algo.
—¿Yo? Dudo que me diga nada. Tú eres su hermana.
—No me contará nada. Siempre se hace el duro y nunca cuenta nada de lo que le pasa. Pero contigo se ablanda. Inténtalo.

Parece que Pearl habla enserio, que está preocupada por su hermano. Pero aun así, Hayden no me contará nada. Siempre intenta aparentar que lo tiene todo bajo control y cuando le pasa algo se encierra en sí por no preocupar a los demás. Aún asi, hablare con el y le haré saber que puede contar conmigo para lo que sea. Conmigo y con todos.

—Bueno, lo intentaré. Aunque no prometo nada.
—No habléis más. Están aquí. –nos avisa Cloeh mirando a mis espaldas.

Giro mi torso para encontrarme con esos ojos verdes que ya me estaban mirando. Se me dibuja una sonrisa en la cara al verle y lo primero que hace al llegar a nuestra mesa es darme un beso en lo alto de la cabeza y hace que me reconforte al instante. Pero se le nota en la mirada que algo le pasa y Pearl también se da cuenta, por que me da suavemente en el brazo con su codo para que recuerde hablar con él.

—Ya era hora, eh.–se queja Danny.
—El entrenador ha estado media hora dándonos una charla para básicamente decirnos que hemos jugado de pena. No quiero más quejas, por favor.–dice Dexter sentándose en la cabeza de la mesa.

Pearl se acerca más a la ventana para que Hayden pueda sentarse y Danny hace lo mismo, que está en frente de Pearl, para que Dereck tenga hueco.
Las hamburguesas llegan poco minutos después y empezamos a comer en silencio porque estamos muertos de hambre. Y sobre todo los chicos, que tienen que estas cansados del partido.

—Creo que había olvidado como saben las hamburguesas.–dice Danny, terminando su hamburguesa y continuando con las patatas.
—Pero si te comiste una la semana pasada.–corrige su novia.
—Mi madre me hace comer porquerías verdes, Cloeh. Cuando llega el momento en el que puedo comerme una simple patata frita, me sabe a gloria.
—Dentro de nada es navidad. –anuncia Pearl con un brillo en los ojos.
—Oh, oh.–lamenta Hayden. –Ya se le ha ocurrido una idea de las suyas.
—Cállate y déjame hablar.–le responde su hermana y Hayden pone los ojos en blanco mientras bebe de su refresco.–He pensado en que podríamos hacer un amigo invisible entre todos.

Se me escapa un suspiro y digo:

–Menos mal, pensaba que ibas a proponer otra de esas fiestas rebeldes.
–¿Rebeldes? –se ríe Dereck.
–Sí, ya sabéis. Como esa en la que apareció la policía como invitado sorpresa.
–En realidad, sí que hay una fiesta. La organiza John McGonnall en su casa.–informa Danny.
–¿Y tenemos que ir? –pregunto.
–No, si no queremos. –responde Hayden acariciándome el muslo por debajo de la mesa.
–Tampoco nos ha invitado a ninguno de nosotros. Yo acabo de enterarme.–dice Dexter.
–A mi sí me ha invitado.–anuncia Danny con la boca llena de patatas.
–No hables con la boca llena.– le regaña su novia dandole un codazo.
–Podríamos hacer una fiesta nosotros.–propone Hayden, dejándome patidifusa. ¿Desde cuando Hayden es la mente pensante de este tipo de ideas?
–Estás de broma. ¿Hayden Clark proponiendo dar una fiesta?–dice Dereck sorprendido.

Parece que no soy la única, porque todos están un poco desconcertados ante la idea de Hayden.

–¿Porqué no? La podemos hacer uno de los dos días en los que nuestros padres están fuera. Una fiesta pequeña, claro. Luego para recoger será más fácil y no tendremos visitas inesperadas por el jaleo.–esto último lo dice sobretodo por mí.
–Hermanito, creo que es lo mejor que te he oido soltar por la boca en muuucho tiempo.
–Si John hace una fiesta, irán todos a la suya. Y más aún si avisamos la semana de antes.–dice Cloeh.
–Ay, querida. Parece que no nos conoces.–dice Danny rodeando con su brazo los hombros de mi amiga.
–¿En serio crees que entre John y nosotros, elegirían a John?–pregunta Dereck retóricamente –. Evidentemente, no. Ni en sus mejores sueños.
–Además, tampoco queremos que venga mucha gente.–puntualiza Hayden.
–Mañana me pondré a organizarlo todo. Decidme la gente que queréis invitar y me ocupo de hacérselo saber. –se ofrece Pearl.
–No quiero saber cómo acabará esto.–digo en voz alta, lamentándome por la idea que ha tenido Hayden.–Tendré que poner un candado en la puerta de mi cuarto.
–Nosotras deberíamos de irnos ya.–me avisa Cloeh.

Hoy duermo en su casa. Tenemos que terminar un par de cosas del trabajo y aunque podríamos haberlo hecho perfectamente en la biblioteca, lo hemos usado de excusa para pasar algo mas de tiempo juntas.

–¿Queréis que os acerque en coche? –se ofrece Hayden.
–Si no te importa, sí. –acepto.
–Claro que no. Pearl, ¿vienes y vamos directos a casa?
–Me quedo un poco más con ellos. ¿Me lleváis luego a casa? –le pregunta a los gemelos y los dos asientes.
–Yo os acompaño. Y si no te importa, amigo, ¿me acercas también a mi casa? –pide Danny poniendo morritos.
–Vamos, anda.

Nos despedimos de nuestros amigos y salimos al aparcamiento directos al coche de Hayden.
Al montarnos en el coche, nos damos cuenta de que la parejita se ha quedado fuera morreándose contra la puerta del coche.

–Hayden.–decido aprovechar el momento a solas para preguntarle.
–¿Sí?
–¿Estás bien? Hoy has estado muy raro, sobretodo durante el partido. Incluso has salido al campo más tarde que los demás.
–Solo estoy un poco cansado, pero nada que no se pueda arreglar con una cabezada.

Le miro desconfiada, y no hace falta que diga nada para que sepa que no me creo nada de lo que me ha dicho.

–Estoy bien, Kimber. –dice rodeándome la cara con sus grandes manos y acercándome a él suavemente. Coloco mis manos al rededor de su nuca para mirarle directamente a los ojos.
–Sabes perfectamente que no me creo nada.–susurro.

Nos miramos fijamente el uno al otro y nos quedamos en silencio durante unos segundo, comunicándonos con la mirada. Me transmite confianza y seguridad, y entiendo que ahora mismo no quiere hablar del tema, así decido no preguntarle más y darle su espacio. Aunque no me deja de preocupar.
Antes de que pueda separarme de él, con sus manos aún en mi cara, corta la poca distancia que nos separa y junta suavemente sus labios con los míos, creando un beso dulce y delicado que me embriaga por completo.

Tal Vez NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora