Amanece un nuevo día, de seguro tan hermoso y maravilloso como el de ayer. Sip, otra día más bajo arresto domiciliario. No puedo evitar notar las oscurecidas sombras bajo mis ojos al ver mi reflejo en el espejo. Estoy cansada.
Pensar que esos momentos donde me teletransportaba a algún lugar lejano a tomar aire fresco se han acabado del todo. Es en verdad deprimente, sin importar cuanto tiempo pase.
Si algo se ha vuelto nueva costumbre ha sido saludar al nuevo día, e incluso despedirlo, con un suspiro. Pero tampoco hay que confundir las cosas, no es que esté aburrida.
Para nada, estoy muy ocupada. Demasiado. Pero ni poniendo ojitos lastimosos me libro de mi terrible destino. La vigilancia también es agobiante, siempre hay al menos tres personas a mi alrededor. Básicamente, no tengo permitido ni un pequeño descanso.
Y refiriéndome a tal diabólica acción que me mantiene ocupada, no podría ser otra que estudiar. Una persona ordinaria en Japón estudia unas 8 horas al día con pequeños intervalos de descanso en las escuelas y puede que una o dos horas más en casa de vez en cuando.
Y no hay que olvidar la divina existencia de los fines de semana. Esos maravillosos días donde se te permite dormir hasta tarde y holgazanear todo lo que quieras. No es que exactamente los haya experimentado, pero incluso así tenía más tiempo libre que aquí.
No me estoy quejando realmente, siempre es mejor estar estudiando que... allá. Solo intento mentalizarme.
Después de todo esa cultura no parece aplicarse en este mundo, al menos no para chicas "malas" como yo que se encuentran bajo castigo.
Mis días se resumen en primer lugar a estudio de etiqueta y modales, lo peor que contrataron a una maestra de fuera para ello, la señora Rosetta. No tardé en notar la diferencia del trato de la amable maid encargada de enseñarme antes y esta vieja histérica.
Es llamada la mejor de toda la capital demoníaca, pero la verdad es que no es más que una persona mayor que descarga su frustración de estar soltera con niñas pequeñas e indefensas como yo.
No perdona el mínimo error. En serio hace honor, casi tanto como otra persona que conozco, al nombre de nuestra raza: "demonio".
Después de estar desde la mañana recibiendo seis agobiantes horas de clase de etiqueta, que ni siquiera recesan durante el almuerzo, tocaban finalmente clases con Mike-sensei. Comenzaban a la 1:30 pm, a penas media hora de terminar con la señora Rosetta.
Los adultos realmente no tenían vergüenza al llamar a ese suspiro del reloj "tiempo de ocio". Suspiros que se acaban nada más recostarme con Runa en el césped del patio. Se sentía como si nada más nos acostábamos, intercambiamos unas palabras y de repente, se acabó el tiempo.
Las próximas clases naturalmente eran otra tortura para la vista y el oído. Se trataban de clases de Literatura Clásica. También se incluían otras asignaturas como Cultura General, Poesía y Arte. Sí, no le quedan en absoluto a la imagen de sensei. Pero para él, trabajo es trabajo, y para nosotras, tortura.
Claro, estas clases solían variar, no siempre dábamos lo mismo. No se incluían clases como matemática básica o escritura ya que pudimos demostrar nuestro dominio de ellas, gran error.
Es obvio que es más aburrido si nos dan a escoger entre lo que ya dominamos o todo que nos toca por ya haber adelantado ese conocimiento. Y no podemos aprender nada más, ni por nuestra cuenta. ¿Clases Mágicas? No están permitidas, no en esta prisión.
Vislumbré algunos temas entre los títulos de los libros de sensei que podrían ser interesantes como Historia de la Creación, Historia Mundial e Historia Antigua.
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Isekai Yo que Reencarne y Ellos que fueron Invocados
FantasyUna chica japonesa vive una vida muy miserable y decide suicidarse. Sin embargo un caprichoso Dios le da una nueva oportunidad. Ella reencarna en un mundo de magia, guerras y espadas. Años después, en ese primer mundo un grupo de amigos son invocado...