IV: Los cuentos terminan con finales felices o alguien que sale corriendo

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Sergéi había conseguido lo que quería al fin, o al menos una parte de eso

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Sergéi había conseguido lo que quería al fin, o al menos una parte de eso. Mientras estaban escondidos detrás de un arbusto, Charlotte de Langlois se encontraba ante él con la mirada verde examinando su alrededor con terror. Finalmente respiró hondo y comenzó con la historia.

—Todo comenzó en Versalles cuando mi madre dejó que un hombre rico me cortejara. Fue a mediados del año pasado y yo estaba emocionada. Supongo que habrás escuchado que el pueblo se levantó porque tenía hambre, pero yo no tenía ni la menor idea de aquello. Mi único mundo era el Palacio y allí, al comprometerme, era la pequeña reina de las jóvenes cortesanas. Su nombre era Armand de Allix y su familia era muy acaudalada.

Sergéi ya estaba seguro de que quería a aquella chica y los celos que cruzaron su mente por un segundo lo confirmaron. ¿Se habían amado? ¿Estaban enamorados? Por fortuna no tuvo que esperar la respuesta demasiado tiempo.

—No le quería como un esposo, pero aprendí a apreciarlo como un amigo. Su compañía era agradable y nunca dejaba que estuviese aburrida por demasiado tiempo. El día que asaltaron Versalles, en octubre del año pasado, lo mataron. Fue entonces que mi familia y yo escapamos a Inglaterra. Nunca supe algo de mi hogar más que la creciente violencia, y en Inglaterra mi madre ideó un plan. La emperatriz Catalina apoya las ideas ilustradas y nunca aportaría su ejército para vencer a los revolucionarios, pero su hijo es totalmente contrario a ella. Con la muerte de la zarina, el zarévich pondría a sus soldados a marchar sobre Francia y recuperaríamos el país que habíamos perdido, y todas nuestras riquezas con eso. Yo era —y soy— el peón de mi madre; la que tenía más posibilidades de hacerlo con éxito. Entrené día y noche durante tres meses para saber manejarme con un arma, y profundicé las lecciones de ruso que había tenido cuando era más pequeña. Todo para poder venir aquí como una impostora... y matar a la mujer más poderosa de Europa.

Los ojos de Charlotte brillaban por las lágrimas.

—Eso es tonto —soltó el joven.

—¿Cómo dices?

—Sé algo de política. Mi padre ha querido ser ministro de la Emperatriz por muchos años sin conseguirlo, y me ha instruido en esas cosas. ¿Por qué una monarca va a querer apoyar a la gente que pretende derrocar a las personas como ella? Además, estamos en medio de dos guerras. Dudo mucho que el plan de tu madre funcionara... y espero que nunca lo haga. No me gustaría que mi vida se arruinara.

—Oh.

Sergéi no sabía qué pensar de esa respuesta. Oh. Podía significar algo bueno, malo o un por favor, déjame salir corriendo que tu presencia me hace vomitar. Solo esperaba que no fuese la tercera.

—Entonces... ¿mi madre solo quería deshacerse de mí?

Su voz era temblorosa, y el hijo del conde no supo qué responder. Aunque tenía algunos asuntos pendientes con su padre —cuya inminente vuelta comenzaba a preocuparle—, nunca se había enfrentado a problemas con él del tipo te enviaré a un país desconocido a una misión suicida, un beso. No era bueno animando a la gente, y solo se le ocurrió posar su mano en el hombro de ella.

Los nobles © [DNyA #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora