El último mes había sido terrible para la baronesa Tamara Ulianova. Había perdido su hogar y su hija en el mismo día, su sobrino había desaparecido y, para peor, había empeñado todas sus joyas en vano. Bueno, al menos eso era lo que pagaba su alimento mientras se quedaban en una posada no muy agradable a las afueras de Moscú.
—Mandaré comenzar las renovaciones apenas podamos establecernos en una de mis residencias de verano —declaró su hermano.
—No, Sasha —le contradijo Tamara—. Hay que buscar a tu hijo. Hay que hacer los preparativos para enterrar a mi niña. ¿Es que has olvidado tus deberes con tu familia?
El conde Bezpálov frunció el ceño. Tamara no solía levantar la voz contra los hombres, mucho menos contra el hermano que financiaba sus gastos.
—Sergéi hace mejor manteniéndose lejos de esta casa. Él es el culpable de la muerte de Nadezhda.
—¿Cómo dices eso? Fue un accidente. Él es solo un niño.
—¿Ah, sí? —se mofó Aleksandr—. ¿Después de que me confesó que quería fugarse con esa francesa barata? Me pidió casarse con ella, y, cuando me negué, me culpó de todo lo malo en su vida. No me extrañaría que hubiese quemado Krasnaya solo para vengarse.
Vanya carraspeó. No había pronunciado palabra desde la muerte de Nadezhda, y Tamara aún temía que su esposo volviera a la normalidad y la odiara otra vez, pero ese hecho no parecía estar cerca de pasar. ¿Cómo diantres había cambiado tanto en el transcurso de dos años y una guerra?
—Sasha, es un niño. La muerte de mi hija no es culpa de nadie, mucho menos del muchacho que se crio como su hermano. No minimices el fallecimiento de nuestra Nadya ni lo hagas sobre ti. No eres el centro del universo.
Una gris mirada amenazante pronto se cernió sobre la figura de Vanya, y Tamara le tomó la mano. Sasha parecía un animal.
—Ha destruido mi palacio y se ha llevado a sus invitados sanos y salvos. Sí, me parece que esto gira en torno a mí esta vez.
—Bueno, ¿quién quiere un poco de té? —interrumpió Tamara, cortando el intenso duelo de miradas que ahora tomaba lugar entre su hermano y su marido.
Sin esperanzas de poder restaurar la paz ese día entre ellos, la baronesa Ulianova se marchó de allí. No habría de extrañarle a los dos hombres; ella conocía bien su lugar y no era entre sus conversaciones. Se dirigió a la catedral donde la pequeña Nadyushka estaba siendo velada.
Aún no enterraban el cuerpo ni comenzado los ritos funerarios propios. Tamara aún no lo procesaba lo suficiente y, como acababa de ver, Sasha no pagaría por un lugar en el cementerio hasta que saliera de su egoísmo. Para él, la muerte de su sobrina no era nada más que un arma en las manos del pobre Sergéi.
No era hora de misa, pero siempre podía encontrar ahí a mujeres de la baja aristocracia o las viejas esposas de los kuláks rezando. Admiraba su devoción. Quizá era porque no tenían nada más a lo que recurrir con tan poco dinero en el mundo terreno. Tamara quería seguir su ejemplo algún día.
El velatorio estaba en silencio y la quietud del lugar era rota de vez en cuando por la brisa de primavera que entraba por la ventana o el temblar de las llamas de las velas. Allí yacía Nadya, su cabello rojo flotando alrededor de su rostro sereno. Había sufrido las quemaduras causadas por el incendio, pero la tranquilidad de la muerte se había abierto paso por su expresión dando un brillo beatífico a sus facciones. La había vestido con su propio robe à l'Anglaise —nada se había salvado del incendio— y se encargaba de perfumarla todos los días para que la podredumbre no corrompiera su cuerpo.
—Perdóname, mi Nadya —se lamentó en voz alta. ¿Qué importaba que aquellas mujeres la escucharan? Prefería que lloraran con ella si era necesario—. Te traté mal. Dejé que mis deberes y sentimientos como esposa nublaran mis deberes como madre, y ahora no tengo cómo arreglar mis errores. Sé que en alguna parte me escuchas. Tuviste que cargar con todos mis problemas y madurar antes de tiempo solo para poder mantenerme con cordura.
»Ya es demasiado tarde y ya estás lejos de aquí. Quédate conmigo, mi adorada Nadyushka, y hazme de nuevo una madre. O llévame contigo y lo seré, y llevaré a cabo todo lo que alguna vez tuve que hacer. Haré lo que sea para enmendar mis errores.
Comenzó a sollozar en silencio. No entendía por qué, de todas las personas, Dios se había tenido que llevar a Nadya. Sí, era un tanto irrespetuosa de vez en cuando como toda adolescente —ya venía en el contrato cuando Tamara quiso tener un bebé—, pero, a pesar de todo, la había cuidado durante su locura ante la falta de su marido. Mientras la baronesa enloquecía, Nadezhda había sido el ancla que la mantenía en la tierra. ¿Por qué solo encontraba la fuerza para decir estas cosas cuando ya era demasiado tarde?
Sintió un calor familiar en sus hombros. Encontró la mirada ahora amable de su marido viniendo a consolarla. Trató de encontrar a Sasha detrás de él, pero no había nadie.
—Lo siento, esposo —se disculpó Tamara—. No pretendía dejaros así como así, es que... No quiero llorar frente a vos...
—Llora en mi hombro, Tami —la cortó Vanya, atrayéndola sobre él—. No tienes por qué disculparte.
Pensó en su hermano. ¿Creía realmente que la muerte de Nadya había sido solo una de las maquinaciones que el pobre de Sergéi había hecho para vengarse? ¿O solo escondía sus sentimientos tal como ella lo hacía frente a los dos hombres? Esperaba que su sobrino fuese mejor que él, y que en alguna parte de Rusia él estuviera de luto por su prima.
—Yo también lloraré contigo, esposa mía —dijo Vanya, estrechándola contra sus brazos mientras ella apoyaba su cabeza en su pecho—. Esta familia tiene muchas lágrimas que derramar.
hola hola, caracolas!
les regalo un extra por Navidad? JDKSDHKS pero boeeeeeno. me dieron ganas de hablar sobre los padres de doña nadya. 🥲
cómo andan durante las fiestas? yo estoy de vacaciones y estoy aprovechando de escribir mucho jijiji
felices fiestas, gentecita!!!
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Los nobles © [DNyA #2]
Historical FictionLibro II de la trilogía De Nobles y Asesinos. El primer libro, "Los grandes", está disponible en mi perfil. ATENCIÓN: Esta historia contiene spoilers del libro anterior. Charlotte se ha convertido en una asesina y, ahora, todo lo que conoce peligra...