XLVIII: No es buena idea dar avalanchas de noticias con gente durmiendo al lado

19 9 7
                                    

Cuando Sergéi despertó, ya no estaba en la calle

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando Sergéi despertó, ya no estaba en la calle. Le dolía la cabeza como si alguien le hubiese golpeado con un palo repetidamente. Lo último que recordaba era ver a Charlotte ser llevada a rastras por un hombre, clamando que debía arrestarla.

Menuda basura.

Los sucesos de ese día —que todavía ni terminaba, ya que apenas había caído la noche en la posada que ocupaban en la calle Tverskaya— se arremolinaban en su mente en desorden. Recordaba su hogar quemándose, las columnas de humo erigiéndose hacia el cielo. Y creía recordar que...

Si salgo de aquí, Sergéi Bezpálov, quiero casarme contigo.

¿Había sido eso un sueño o una realidad? ¿Había ella aceptado a casarse con él? Una vocecilla seguía diciéndole que lo hacía por lástima, pero Sergéi conocía a Lottie. Le habría dicho que no de la forma más cortés posible y se habría olvidado de él en un par de días.

Se enderezó en su cama, agarrándose las sienes para calmar el dolor. Ya estaba cansado de dormir.

—Perdonad, señorito Sergéi —dijo una voz a su lado—. Me han puesto en la misma habitación que vos sin que yo supiera.

Volvió la cabeza adolorida hacia la fuente de la voz. Era Ulana, la que había sido su aya, metida en la cama.

—¿Qué dices, Ulana? No pidas disculpas por algo así.

Aunque oficialmente era parte de la servidumbre, esa mujer había criado a Nadya y a él mismo. Era más crucial en su vida que su padre; más amor sentía por ella que por todos los aristocráticos adultos que vivían en Krasnaya.

Leonid entró en la habitación. Su rostro estaba desfigurado por los golpes y su mirada azul era triste, pero sonreía.

—Perdona por todo esto, amigo. Fue algo de último momento. ¿Recuerdas algo de lo que pasó?

—Charlotte se casará conmigo.

El señor Vyrúbov soltó una risita sin gracia.— No me malentiendas, no es que no te crea. Es solo que... ¿recuerdas lo que le pasó a ella?

—Se la llevaron —murmuró él—. Dijeron que la arrestaban por traición. ¿Sabes qué le harán?

Detrás de Leonid, Ulana observaba la conversación desde su cama. A Sergéi no le importaba; después de todo, ella era más de confianza que todos los que vivían en el palacio en llamas.

—No. ¡Qué rápido cambian las cosas! De haber seguido ahí, seguro habrían terminado con el asunto metiéndole una bala en los sesos. Es francesa, supongo... Quizá le hagan un juicio injusto y la condenen. Eso podría tomar meses. Estará en la cárcel un buen tiempo antes de morir.

—Entiendo.

Aún no superaba la sorpresa, el miedo que sentía. ¿Dónde estaba ella? ¿Sentiría miedo como él? ¿Estaría pensando en él? No seas egoísta, se dijo, de seguro hay un millón de cosas en las que estará pensando aparte de ti.

Los nobles © [DNyA #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora