XXVIII: Es imposible detener una mentira de llegar a los oídos de todos

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Sergéi aún no procesaba el hecho de que su prima había degradado a la dama que quería como esposa ante sus ojos y con toda la sutilidad del mundo

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Sergéi aún no procesaba el hecho de que su prima había degradado a la dama que quería como esposa ante sus ojos y con toda la sutilidad del mundo. Lottie tenía razón. Algo estaba ocurriendo en su alegre espíritu.

—Nadya, tenemos que hablar.

—¿Sí? —dijo ella con una sonrisa débil, levantando la mirada gris hacia su primo.

Sergéi no podía pensar en algo que perturbara su alma de tal forma que pudiera esconder tan bien sus sentimientos. Nadezhda era transparente como un cristal. Uno podía ver lo que pensaba de algo incluso antes de que ella misma lo supiera.

—¿Por qué has hecho eso?

—¿Qué?

—Convertiste en doncella de compañía a la mujer que estoy cortejando e instalaste a la señorita Ananenko en su lugar. ¿Perdiste la cabeza?

Ella sonrió una vez más con esa expresión débil, como si fuese una moribunda. El joven decidió que no le agradaba esa sonrisa.

—Era para hacerte un favor, querido primo. Tu padre te iba a tomar por un idiota como siempre. Si queda con la impresión de que conquistaste a una princesa, se callará.

—Hasta que descubra que Zoya Gueorgievna ha sido despreciada por su familia y por toda la Corte. Bien pensado, Nadyushka.

—Mira, eso da una razón legítima para que ella y tu francesita se alojen aquí. De todas formas, ella no es nada. Su título ya ni siquiera sirve. Ahora vete de mi habitación.

La sonrisita había desaparecido. Por una vez, la pelirroja hablaba seriamente. No hablaba como siempre. Había dejado traslucir algo de su interior.

—¿Ocurre algo con Char?

—No le digas así, es cursi y da asco. Vete.

—¿Por qué?

—¡Vete! —repitió.

—¿Por qué estás...?

—¡Porque es una traidora y una asesina y estás protegiéndola! ¡Eso es lo que ocurre! —estalló. Las lágrimas asomaron en sus ojos turbulentos—. Soy de las pocas personas, si no la única, que aún creía en ti, Sergéi Aleksándrovich. La única que pensaba que no eras realmente un imbécil. Que si la gente se quitaba de la cabeza todos los prejuicios sin sentido sobre ti verían al maravilloso hombre que eres. Nunca, ¡nunca! habría pensado que eras un traidor. Y vienes aquí a demostrarme lo contrario. Solo... déjame sola. Fuera de aquí.

Entre las piernas de Sergéi pasó corriendo Coco, el perrito pug de Nadezhda que a él tanto le desagradaba, para sentarse frente a su dueña. Cerró la puerta detrás de él. Hasta un cachorrito con la cara deformada era más aceptable para ella.

¿Cómo se había enterado de todo esto? Sabía que ninguno de sus amigos podría haber sido. Bueno, Zoya quizá... No, Zoya era de fiar. Por muy mal hablada y lengua suelta que fuera, no traicionaría a Charlotte.

Los nobles © [DNyA #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora