XVI: Contar historias es lo peor, en especial cuando el protagonista las escucha

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Sergéi había perdido el gusto por ser el centro de atención muchos años atrás

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Sergéi había perdido el gusto por ser el centro de atención muchos años atrás. Sin embargo, la mirada azul de Zoya observándolo como un insecto peculiar lo obligó a contar.

—Leonid Vyrúbov se convirtió en un espía el mismo día en el que se presentó en la Corte de la Emperatriz. Esa misma mañana le habían informado que su hermano, Nikita Fiódorovich, había muerto en el frente con Turquía...

—Ajá, sí, eso ya lo sé. La vizcondesa Vyrúbova se pasó horas hablando de su preciado primogénito Nikita y de lo trágico de su muerte. Yo lo supe el mismo día en el que murió.

—No murió; lo ejecutaron. Pasaba información al enemigo al mismo tiempo en el que yacía en el lecho de la Emperatriz.

—Eso también lo sabía —suspiró la señorita Ananenko—. Vosotros dos no habíais conocido el arte de esconder los sentimientos. Bueno, en vuestro caso, aún no lo hacéis.

—¿Vais a dejarme contaros la historia o no?

La joven frunció el ceño, pero asintió. Sergéi esperó un minuto para ver si se atrevía a interrumpirle de nuevo.

—Resulta que nuestro increíble gobierno es un poco duro con los traidores, y había órdenes de traer a Nikita Fiódorovich a San Petersburgo para torturarlo en una cárcel y después exiliarlo a Siberia. Al saber que lo habían asesinado en el acto antes de recibir las órdenes del palacio, la sentencia recayó en Leonid. Al ser inocente, le dieron dos opciones: quedarse en la Corte como espía y hacer de cómplice en actos a favor del trono... o ser desterrado junto a su madre a su finca en el sur para nunca volver a la alta sociedad. Pensando en que su madre aún consideraba a Nikita como su hijo perfecto, no podía confesar que estaba cumpliendo la condena por su infidelidad a Rusia. Eligió la opción que menos le afectaba.

—Vaya, eso sí que es extraño de escuchar —comentó Zoya, pero Sergéi le permitió continuar—. La vizcondesa se quejaba de que estaba segura de que su segundo hijo no la amaba.

Sergéi frunció los labios en respuesta. Leonid se había ido distanciando de toda persona de confianza, reduciendo aquel grupo solo a dos personas: el señor Bezpálov y la princesa Ananenko. Con el tiempo, ella también fue removida de esa categoría. Pedía a Dios que Leonid no dejara de confiar en él como ahora lo hacía. Si se quedaba sin nadie a quien contarle sus desgracias, sus hombros se romperían ante tal presión y colapsaría.

El joven ignoró el comentario de Zoya y prosiguió.

—Comenzó con pequeños trabajos. Escuchar detrás de las puertas, hablar con ciertas personas, informar de algún comportamiento anormal. Lo convirtieron en un sabueso experto en encontrar traidores... y eso hizo que aparecieran enemigos, tanto de las personas que lo sentenciaron a eso como de él mismo. Tuvo que dejar cosas atrás para que no lo amenazaran con ellas. Se distanció de su madre, terminó su compromiso con vos...

Los nobles © [DNyA #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora