Capítulo 38: De visita

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Capítulo 38: De visita

Liana caminó hasta la puerta con paso apresurado a pesar de sus zapatos altos, y es que a esas alturas de la vida, ya era parte de su humanidad andar con diecisiete centímetros bajo sus talones.

Abrió la pesada puerta lo suficiente para poder ver al joven que esperaba.
—Buenas tardes —saludó Seth.
Liana alcanzó a ver el ramo de rosas que el muchacho portaba en una mano.
—Seth, que sorpresa; pasa, por favor.
Pasó y dejó que Liana cerrara la puerta para formular su pregunta:
—¿Esta Emily?
—Sí. En su habitación —señaló el piso de arriba doblando el antebrazo.
—¿Puedo pasar a verla?

La duda de Liana se expresó con su silencio, por muy breve que fuera.
—Si no se puede, me retiro sin problema.
—¡No! Es sólo que está dormida.
—Entiendo...
—Pero no manejaste de tan lejos como para no verla, así que sube —exclamó Liana, haciendo ademán de encaminarlo a las escaleras

Seth tomó la delantera a Liana mientras subían. Cada escalón que daba hacía que su ritmo cardiaco aumentara debido a la emoción que tenía acumulada.
—Oye, Seth... ¿Tienes, no sé, algún hermano o primo? ¿Tal vez un tío? —inquirió Liana detrás de él.

La imagen de Thiago apareció clara como el agua en su cabeza; sin embargó, contestó negativamente a la pregunta. Lo último que quería era involucrar a su hermano con la familia de Emily.

El segundo piso estaba sumido en un misterioso silencio, como si nadie habitará allí.
—Es por aquí.
Conocía bien el camino pero no quería levantar sospechas, por lo que dejó que Liana lo guiara hasta su destino.

Entonces se detuvo frente a la puerta de su hija y respiró hondo.
—Ha estado pasando por algo difícil —dijo Liana, pretendiendo explicar el reciente comportamiento que había tenido Emily.
Seth asintió en silencio.

Por fin el momento que tanto había anhelo llegó: la mujer empujó con
cuidado la puerta... y ahí estaba ella, tendida en la cama con el cabello todo revuelto.
Regresó la mirada a Liana, buscando su aprobación para avanzar hasta su lecho. Ella le hizo un gesto afirmativo y los dejó solos.

Emily yacía inmóvil entre las sabanas, costaba decir si estaba respirando o no. Seth pudo notar a través de su camisa de manga corta, lo delgados que se habían tornado sus brazos, sin mencionar lo huesudo de sus hombros.

Se apoyó lentamente en la cama, haciendo un esfuerzo extra humano de no despertarla. Acto seguido, colocó el ramo de rosas en la mesa de noche junto a varios frascos de pastillas.
Seth aguantó la respiración cuando Emily se removió entre sueños. Pero no llegó a despertar. Le parecía irreal verla en ese estado de inconsciencia, todo su cuerpo lucia débil y su rostro guardaba pronunciadas manchas negras debajo de sus párpados.

Sentía que habían pasado meses desde la última vez que la había visto sonriendo... quizás años. Sonrío con melancolía al recodar la mañana que despertaron en aquella casa de campaña...

Recorrió con la mirada cada centímetro de su cara, tratando de comparar a la Emily de antes con la Emily que ahora yacía en la cama. Los pómulos se le habían marcado de una manera espectacular, como si intentarán salir de su piel.

Al cabo de quince minutos de estar perdido en ella, tomó la sabana y la cobijó a la altura del hombro. Pero entonces una esquelética mano la tomó con desesperación por la muñeca. Seth tuvo que retener sus iniciales ganas de pegar un grito.

Cayó en la cuenta que Emily no sería capaz de incorporarse sola... lo que lo llevó a ponerse pie y ayudarla a levantar el torso, para después quedar apoyada en el respaldo de la cama.
Lo que él jamás espero, fue la inhumana expresión de la chica... se trataba de un gesto que rondaba entre la falta de vida... y una rotunda amargura.
—¿Emily? —intentó.
Ella permaneció con la vista en un punto fijo. Todo su cuerpo proyectaba una profunda agonía, Seth estaba seguro que nunca había visto unas caderas tan afiladas.
—...¿Renne?
No obtuvo respuesta alguna.
Comenzó a sentir como una presión se formaba en su estómago y poco a poco se iba expandiendo a su garganta, causando que la voz le saliera entrecortada. Intentó llamarla de mil manera sin conseguir nada.
—Por favor...
¿Dónde había quedado la calidez de su novia? ¿Habían desaparecido todas las memorias que ambos habían formado?

Se obligó a caer en la cuenta de lo difícil que debía ser el proceso. Pero aun así no entendía porque las cosas podían ser tan injustas algunas veces. Es decir, Emily no era alguien que mereciera estar pasando por esa situación...
Ni ella ni Renne

De pronto Emily torció la cabeza hacia él en un movimiento casi sombrío, pero en sus ojos no había rastro de reconocimiento, ni siquiera de lucidez. Seth se acercó a ella, lleno de temor y al borde de estallar en llanto, y le tomó el rostro entre sus manos.
Ella no reaccionó.
—Mi amor... por favor, sé que quedamos que no nos llamarías así el uno al otro, pero...

Una señal de vida, solo una para que poder irse en paz. Si él la estaba pasando mal al verla en ese estado, no alcanzaba a imaginar el infierno que ella debía estar viviendo.

No retuvo más sus ganas y la besó. Presiono sus labios con los de ella mientras pedía al cielo que ella reaccionara de ese trance en el que se encontraba. Seth apretó sus ojos con gran fuerza antes de hacer un nuevo intento, esta vez, algo más cargado de sentimientos.

Tristemente, Emily no movió un músculo. Las primeras lágrimas rodaron de sus grises ojos cuando se apartó de ella en un brusco movimiento.

Seth sonrió su nariz y se deshizo de las gotas de sus ojos con el dorso de la mano. El silencio llegó para quedarse en la habitación, los primeros cinco minutos resultó deprimente y después se convirtió en una situación más tranquila. Lo tranquila que los hechos lo permitieron.

No soportaba verla así, no podía verla así. Una parte de su ser le exigía que tomara a Emily en brazos y la alejara de todo aquello, así tuviera que tumbar la puerta de la casa y atravesar la ciudad a pie. Pero la razón le susurraba que todo era por el bien de la muchacha.
Cerró los ojos un momento y suspiró. Estaba convencido de que ella podría salir de esta. Pues tenía como novia a una mujer fuerte, tanto en valores como en ideales.

De un momento a otro, Emily comenzó a sacudirse de un lado a otro. Y de la nada paró de golpe, posteriormente centró a Seth en su campo de visión, en el rostro de la chica se formó una mueca de aversión y dejó que los gritos salieran de los más poniendo de su cuerpo.

—¡Fuera de aquí! —bramó mientras su rostro se tornaba agresivo.
La reacción de Seth fue llamar a Liana lo más pronto posible.
—¡Déjame en paz ya! ¡No, no, no, no! —chillaba.
Las zancadas de Liana se aproximaban camino arriba por las escaleras.
—¡Basta! —rugió Emily antes de tomar un vaso de vidrio y lanzarlo contra Seth.
Éste se quebró estrepitosamente al chocar contra el suelo. Emily no dejaba de gritar, patalear y lanzar objetos que tomaba de su buró.

Liana irrumpió en la habitación, llevaba consigo lo que parecía ser una inyección tranquilizante.
—¡No quiero volver ahí! —explotó —. ¡Es demasiado oscuro ahí dentro!
—¡Ayúdame a sostenerla! —indicó Liana.

Seth se abalanzó sobre su novia al tiempo que le aferraba los brazos a los costados. El cuerpo de la chica no dejaba de zarandearse con furia, entonces Seth la rodeó por completo y trató de ponerla boca abajo.

Liana actuó con rapidez al inyectarle el espeso líquido directo en el brazo. Y las fuerzas abandonaron a Emily al cabo de unos segundos.

La madre de la chica retrocedió con la jeringa en la mano, toda ella se movía como si acabara de cometer un acto que jamás creyó posible, y se marchó de la habitación poco antes de soltarse a llorar, pero antes de que lo hiciera, Seth notó que su estómago comenzaba a abultarse.
Pensaría en ello después, cuando no estuviera sosteniendo aquel cuerpo inconsciente.

Seth se colocó en una posición más cómoda para cargar con ella entre sus brazos y se dedicó a susurrarle canciones de cuna que su madre solía cantarle en la época en la que su padre se había ido de casa.

El reloj acumuló una hora más, seguida de otra. Y ellos seguían ahí. Por varias decenas de minutos estuvo acariciando su cabello y rezando por ver una mínima mejoría.
Seth estuvo a punto de caer dormido, sosteniéndola, y hubiera sido así de no ser porque la chica pronunció su nombre.
—¿Seth? —repitió ella.
—No pasa nada, aquí estoy —le susurró con rapidez.
Emily absorbió su nariz y levantó su cabeza al rostro de muchacho. Él le devolvió la mirada acompañada de una sonrisa.
—Gracias por venir —pronunció a media voz.
—No es nada.
Le depositó un beso en la frente.
—No —se quejó —. No quiero que me beses ahí... sino aquí —Señaló sus labios.

Seth volvió a sonreír y poco después descendió hasta ella con el único fin de darle lo que pedía. Sus labios chocaron con suavidad, haciendo que ambos se estremecieran.
Esos momentos, ante todo, fueron sólo suyos. Nada ni nadie debía atreverse a intervenir... no luego de tanto.
—Te. Extrañe —alcanzó a decir Emily entre beso y beso.

No hubo necesidad de que Seth le respondiera de igual manera, pues eso ya lo sabían. Emily estiró su brazo hasta el cuello de Seth mientras éste temblaba por la debilidad, y se aferró a él con todas las fuerzas que le quedaban.
—No te vayas.
—Me tendrán que sacar a golpes.
Sus labios bailan al compás del otro en una tranquila coordinación casi ensayada. Pero entonces ella perdió cualquier rastro de energías y se derrumbó en el pecho del muchacho.
—¿Has estado comiendo estos días? —inquirió Seth.
—Muy poco.
Él negó lentamente al tiempo que pensaba en alguna manera de ponerle fin a eso.
—¿Alimentación por sonda te suena bien?
—No me la autorizaron.
—¿Y te autorizan una probada de mis famosos hot cakes?

Emily ladeó la cabeza hacia él y después asintió con una débil sonrisa.

Doble PersonalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora