Capítulo 33: Sólo la Luna observó

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Capítulo 33: Sólo la Luna observó.

Fue una lata conseguir que la chispa del cerillo prendiera la leña. Por eso, cuando la lumbre nació en la madera todos se apiñaron alrededor de ella.
El clima había refrescado considerablemente desde su chapuzón.

A lo lejos se veían más luces provenientes de los demás visitantes del parque.
El crepitante fuego alargaba las sombras de los árboles de por si altos y uno que otro cantar de los grillos rellenaba el silencio.

Donald observó como su bombón se chamuscaba por completo en el fuego y se escurría de su palo de madera. Los padres del chico estaban sentados uno junto a otro. Alexia yacía acomodada a unos centímetros de ellos. Y la callada pareja de adolescentes compartía una delgada cobija.
-¿Qué haremos mañana? -inquirió Donald, aburrido de quemar malvavisco tras malvavisco.
-Ya veremos -contestó su padre con la mirada perdida en el fuego -. Por ahora puedes apreciar el momento.
El chico torció los labios y luego contorcionó su cara en un bostezo.
-Buenas noches -dijo Donald antes de retirarse a la cabaña.

El plan era que el dúo de hermanos durmiera dentro de la misma. Frank y su esposa tendrían una tienda para ellos... y Emily por otra parte junto a Seth. Cabe mencionar que el padre de la chica no había estado del todo de acuerdo en dejarlos pasar la noche.
Pero no se podía hacer otra cosa. Imaginar los lugares cambiados había resultado escalofriante; es decir, Seth en la misma tienda que Frank. La llama dividía sus colores entre amarillos cálidos y rojizos intensos. Grace suspiró y tronó su espalda de un sólo movimiento. Frank se agachó a revolver la leña y pequeños pedazos se desprendieron flotando.

El viento se escabulló entre Emily y él, haciendo que ella temblara repentinamente. Frank la miró de reojo.
-Ya van a ser las dos -comenzó -, creo que lo mejor será dormir si no queremos pasar el día de mañana desvelados.
Todos aceptaron la propuesta y se dirigieron a su tiendas no sin antes darse las buenas noches.
Emily entró por delante de Seth; pero justo cuando él la seguía, una dura mano lo detuvo por el hombro.
-Seth -dijo Frank con la luz de la fogata detrás de él.
-¿Qué pasa?
El padre de Emily se rascó la barbilla y dudó unos segundos antes de comenzar a hablar.
-Se que tú y Emily son pareja y eso... pero por favor, si vas a tocar a mi hija esta noche, te pido que uses esto -Frank le tendió un condón.
Seth se quedó sin palabras. Repartió miradas entre el objeto y el hombre.
-Con todo respeto, señor; no tenía nada en mente.
-No importa, tómalo.
Seth cogió el preservativo casi temblando y lo guardó en su bolsillo trasero.
-Como hombre que eres, se que lo último que quieres es quedar atado a Emily por dejarla embarazada.
El silencio del bosque los interrumpió.
-¿Puedo decirle algo?
Él asintió.
-La verdad es que no me molestaría ser el padre de los hijos de Emily. Al contrario -confesó -. Tenga por seguro que un día seré su yerno.
Frank soltó una risa melancólica.
-Entiendo.
Entonces cada un tomó su camino.

Seth entró en la tienda a oscuras. En el suelo se veía la silueta de Emily.
-¿Qué te dijo papá? -susurró Emily con los ojos cerrados y sus manos juntas por debajo del rostro.
-... el plan de mañana.
-¿En serio? ¿Qué haremos?
A pesar de sus misteriosas preguntas, presentía que no conocía el verdadero tema.
-Lanzarte otra vez por el muelle -dijo con una sonrisa.
Él se recostó a un lado de Emily entre la noche. Muy apenas se notaba lo que tenían alrededor, pues la fogata acababa de morir.
-¿Seth?
-¿Hm?
-Te amo.
-Yo también.
-Gracias por venir conmigo.
Las palabras de Frank le resonaban en la cabeza sólo de pensar en acercarse un poco más a ella. Pero él no tuvo que acercarse.
Emily fue quién lo hizo.
-¿Todo bien? -dijo al ver que Seth se tensaba.
-Si.
Emily pasó su mano por la mejilla de él. La oscuridad no era un impedimento para notar que algo le sucedía.
-Dime la verdad. ¿Qué te dijo mi papá?
Seth se mantuvo callado unos segundos.
-Me... me dijo que si íbamos a hacer algo tú y yo... usáramos protección.
Esta vez fue ella quién no habló.
-¿Por qué? -inquirió.
-Estamos en la misma tienda. En medio de un bosque. Todo a oscuras. Sólo tu y yo. Hasta yo hubiera pensado lo que tu padre.
Emily rió con nerviosismo y se cubrió el rostro.
-¿Tú que le dijiste?
-Que estaba bien.
Ella se rió nuevamente.
-Es normal, a papá le gusta tratar temas incómodos.

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