Capítulo 35: ¡Click!

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Capítulo 35: ¡Click!

—Los tratamientos empiezan hoy, a las cinco le hice cita en la clínica —informó Frank.
Liana se rio secamente al tiempo que se cruzaba de brazos.
—No, claro que no —espetó.
—Liana; la niña lo necesita ya. En cuanto más pronto mejor.
—Pues hoy no será. Porque le programé una sesión de fotos que tenía pendiente desde hace mucho.
Frank inspiró para no perder el control.
—Comprométete con tu hija de una vez.
—Sí, ya, ya. La llevaremos a la clínica de la que hablas luego de esto.

~*~

Cuando el carro se detuvo, Emily tuvo el impulso de bajarse corriendo y perderse en la calles. Lo único que pudo pensar fue: <No, no, no, no, no>

Un edificio de ladrillos se alzaba junto a la acera. Tenía un aspecto tosco y olvidado, pero ella sabía que escondían esos muros despostillados. Había acompañado antes a Liana justamente a ese lugar. Solía esperarla en una sala de estar y de vez en cuando espiaba lo que su madre hacía.

—Te va a encantar —aseguró Liana con evidente emoción en su voz.

Su madre la arrastró por la banqueta hasta llegar a una puerta automática que iba desacorde con todo el edificio. No se dijera el interior: el piso tan blanco que destellaba y las paredes tapizadas con fotografías de mujeres evidentemente modelando.
Todo eso le daba dolor de cabeza a Emily.

En seguida se acercó un hombre más bajo que las dos, con un pequeño bigote y moño adornando el cuello de su camisa. Sin mencionar el chaleco y los pantalones ajustados que llevaba.
— ¡Liana! Pero que gusto verte —exclamó con voz chillona.
—Igualmente —dijo correspondiendo al saludo, aunque más moderadamente.
La sonrisa del hombre se borró cuando reparó en Emily. Luego un gesto de incredulidad apareció.
— ¿Esta es tu hija?
—Así es —contestó casi sonando orgullosa.
—Soy Roberto... Ro para los amigos —dijo el hombre tendiéndole la mano.
—Emily.
La colonia que expedía Roberto la sofocó por unos segundos.
—Bueno pues... la sesión esta lista para cuando quieras empezar.
—Gracias. Ya vamos.

Roberto asintió una última vez y se perdió al pasar por una puerta.
Emily y Liana se quedaron en compañía de la otra.
—No quiero entrar ahí. Sabes que lo odio.
—Es que no lo has probado...
— ¡Porque sé que no me va a gustar!
— ¿Cómo lo sabes?
—Te he visto hacerlo. Y eso me bastó para darme cuenta que no me agrada para nada.

Liana negó con la cabeza. Estuvo tentada a decirle lo que le esperaba con tal de que aceptara.
—Has la prueba. Si no te gusta... nos vamos, ¿te parece?
Unos segundos de silencio siguieron. Posteriormente asintió no del todo convencida.
Liana sonrío y la guio hasta la puerta por donde había desaparecido Roberto.

~*~

La sala donde se llevaría a cabo lo que Liana llamaba "relacionarse con la cámara" estaba toda pintada de negro; paredes y suelo por igual. A excepción del lienzo blanco que colgaba de la pared y ocupaba gran parte del suelo como si fuera una alfombra alargada. Las grandes lámparas de luz blanquecina estaban colocadas alrededor del mismo y los ventiladores metálicos colgaban del techo.

Algunos hombres revoloteaban en torno al lienzo blanco, expectantes de que alguien lo usara.
Emily tragó saliva al ver las cámaras con sus enormes lentes. Le estaba dando una oportunidad a esto simplemente porque Liana se lo había pedido.
—Te van a preparar para la cámara y luego empieza tu sesión.
Volteo a ver a Liana con expresión insegura.
—No te preocupes, aquí voy a estar.

La verdad es que eso no le brindaba tranquilidad alguna. ¿Pero sabes quién si lo haría?
Deslizó sus dedos en busca del contacto con el nombre de "Seth" y marcó.
Un timbre, dos timbres...
—Por favor, sígueme —interrumpió Roberto.
Bajó el celular de su oreja poco a poco y asintió. Liana le dio un empujón para que fuera más rápido.

Atrás de dicha lona se encontraba una puerta que daba a unos vestidores con todo lo necesario para prepararla.
La sentaron frente a un tocador armado de maquillaje, cepillos y demás.
Una mujer cubierta de tatuajes se colocó detrás de ella y le soltó el cabello de su cebollita.

Desde ese mismo momento Emily se sintió profanada... primero le alaciaron el cabello y luego la vistieron toda de negro. La maquillaron y pusieron todo en su lugar.
— ¿Es tu primera sesión? —preguntó la maquillista.
—Si —dijo con voz apagada mientras delineaban su ojo derecho.
—Se nota —después rio —. Aparte de que nunca te había visto por aquí.

Esa fue la única conversación que entabló con alguien en ese estudio. Los demás se limitaban a hacer su trabajo sin abrir la boca.
Cuando la soltaron en el lienzo, no supo que hacer. Se quedó hecha roca en medio del fondo blanco. Los camarógrafos guardaron silencio y la observaron.

Entonces entró Roberto caminando enérgicamente y aplaudiendo para movilizar a todos.
— ¡Parece que estamos jugando a las estatuas... tenemos que empezar!
 Emily volvió a tragar saliva.
— ¿Estás lista, mi amor? —exclamó Roberto mirándola a unos metros.
Asintió.
—Entonces, ¡manos a las cámaras!

El primer flash le cegó, el segundo la tomó desprevenida y el tercero la mareó. Esto iba de mal en peor.
— ¡Alto, alto! —exclamó Roberto.
Emily tuvo que parpadear varias veces para alejar esa mancha blanca que ahora veía.
—Emily, querida... Tienes que aflojar las articulaciones. Dame más naturalidad.

Ella no pudo más que cruzar miradas con Liana.
—Continúen —decretó, pendiente de cada movimiento que ella hiciera.

Liana observaba sentada desde unos sillones blancos al tiempo que ingería su burbujeante bebida. Eso de estar embarazada no era del todo bueno... sobre todo porque veía pasar el alcohol frente a sus labios sin poder darle ni una probada.
Depositó su vaso de limonada mineral en el suelo.
— ¡Si, así, sostén tu cabello con una mano y cruza la otra! —gritó Roberto poniéndose en a la pose que pedía —. ¡Ahora pon cara de que no te importa nada!

Emily se sentía ridícula haciendo aquello. No podía hacer los gestos que le pedían cuando lo único que quería era marcharse.
Entonces los ventiladores se encendieron. ¡FUUUM! El aire la sorprendió junto con los destellos de las cámaras.
— ¡Exacto! Así —gritó Roberto —. Liana me comentó que quieres firmar con Burberry, pues te daré un consejo: si continúas así lo lograrás.

Entonces llegaron los estilistas a intervenir, la dieron retoques y lo que Roberto había pedido para el siguiente clip. Tuvo que enfundarse en una camisa holgada color beige y un pantalón acampanado para la siguiente toma.
— ¡Saca la lengua! Con cara de...
Renne sacó la lengua despectivamente y tomaron las fotos. Liana reconoció a la doble personalidad de su hija al instante en que su expresión cambió.
—Muy bien —se admiró Roberto.

Todo lo que siguió fue cambiarse de atuendo y renovar el maquillaje, una y otra vez sin parar. Uno de esos vestuarios consistía en un short más corto de lo que a Emily (suerte que ella no tenía el control por el momento) le hubiera gustado, combinado con una chamarra de cuero ajustada. Además de una pistola (hecha de plástico).

— ¡Ahora dispárame! —exclamó Roberto casi gruñendo.
Renne apuntó con la verdadera intención de dejar escapar una bala. Por un momento imagino que tenía de frente a Masón...
—Que expresión tan real... —observó fascinado un compañero de Ro.

Fue cuando la puerta se abrió y en ella apareció el único amor de Emily. La pistola se zafó de las manos de Renne, dando paso a la personalidad dominante.
Seth se aproximó hasta ella sin importarle las tomas y mucho menos el pequeño tipo de moño elegante que hacía llamarse Roberto.

Emily le sonrió y lo recibió con un cálido beso.
— ¡Ey, ey! —exclamó Ro.
Seth se apartó, pero no dejo de sostener el rostro de Emily entre sus manos.
—Vine a darte ánimos.
Emily se mordió el labio con la intención de volver a besarlo.
—Un poco más de respeto por favor, ¡¿no ves lo que estamos haciendo?! —bramó Ro.
Ambos voltearon hacia él.
—No es hora de visitas. Puedes esperar en el sillón —dijo, señalando con la cabeza.

Entonces Liana se irguió y alcanzó su metro setenta y cinco (ignorando los centímetros añadidos por los tacones).
—Yo le pedí que viniera. No veo problema en que haga alguna toma con Emily.
Roberto se mordió la lengua.
—Como quieras, Liana.

Seth le sonrió a Emily.
—Oye, quería saber si te gustaría ir a cenar hoy en la noche...

Doble PersonalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora