Capítulo 15: La sorpresa de Daniel

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Capítulo 15: La sorpresa de Daniel

Emily bajaba las escaleras con paso alternado, siendo consciente de llevar a Brooklyn detrás de ella. El último paso antes de salir al instituto era el alimento más importante del día: el desayuno.

Al poner el pie en la cocina escuchó unos ruidos extraños, asomó la cabeza y se encontró con Liana y Matt en pleno arrebato pasional, su madre atascada entre Matt y la encimera de granito; Emily torció su camino de vuelta al recibidor, jalando consigo a Brook.
-¿Qué te parece si compramos algo en el camino? -propuso, saliendo de la casa lo más rápido posible.

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Antes de llegar al instituto, se detuvieron en un restaurante cualquiera y pidieron dos malteadas y muffins por el auto servicio. Lo suficiente para sobrevivir hasta el receso.

Llegaron a su destino con el tiempo justo y se despidieron, para después dirigirse a sus respectivas clases. Pero antes, Emily debía recoger su libreta de biología que ocupaba espacio en su casillero.
-¡Hola! -exclamó Daniel detrás de ella.
-Hola -saludó cerrando la puerta metálica.
-¿Cómo has estado?

Daniel llevaba la barba un poco crecida y parecía nervioso, sus pies no paraban de moverse y soltaba pequeñas bocanas de aire con olor a pasta dental.
-Bien...¿tu?
-También.
Se hizo un silencio sepulcral.
-Llego tarde a clases, nos vemos, Dani -dijo Emily aferrándose a su mochila.
-Espera -la jaló de la muñeca.
Emily carraspeó, incómoda por el contacto, provocando que Daniel la soltara en seguida.
-Quería decirte algo.
La chica se quedó expectante.
-Mira, Emily, esto no es fácil de decir...yo...
El inconfundible sonido de la chicharra movilizó a todos el pasillo.
-Si quieres hablamos después -se apresuró Emily.

Y Daniel se quedó ahí, viendo como ella se perdía en el mar de alumnos. Pero no se daría por vencido ahora.
En casos como este, recurriría al antiguo arte del coqueteo de su país natal.

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Su libreta estaba llena de los interminables apuntes de biología, hasta los bordes de la hoja estaban ocupados por la letra en miniatura de Emily.
Y su libro de la materia estaba adornado con el amarillo fosforescente proveniente del marca textos. A veces pensaba que sería más fácil bañar el libro en pintura amarilla que marcar renglón por renglón.

Por supuesto, no podía faltar la última hoja de la libreta donde tenía dibujitos de todo tipo, a lápiz o pluma. Desde una carita feliz hasta un ojo dibujado con todo detalle, sin mencionar los constantes lugares donde aparecía el nombre de Mason en diferentes estilos de letras.
Y cuando se había dado cuenta de que ese nombre estaba infestando sus dibujos, le pasó la goma por encima, varias veces.

El interés que le ponía a las clases se podía notar en la última página de cada libreta.

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Cuando llegó a casa, con Brooklyn junto a ella. Todo estaba más silenciosos de lo normal, tal vez fuera porque la pequeña Renne ya estaba asistiendo a clases o que nadie estaba en casa.
-Estoy algo cansada, voy a descansar un rato -informó Brooklyn antes de dirigirse a la segunda planta.

Emily asintió y se dirigió a la cocina, pero entonces profirió un gritó de espanto al ver un hombre hurgando en el refrigerador.
-¿Ya comiste? -inquirió su padre sujetando la puerta de este.
Lo primero que había venido a su mente era que se trataba de un ladrón que había echo una parada en el frigorífico.
¿Debía gritarle a su papá?, ¿decirle que casi le sacaba un pedo del susto?
-No -fue su respuesta.
-¿Apenas llegas de la escuela? -inquirió Frank sacando unos ingredientes del frío compartimiento y poniéndolos sobre la barra.
Emily asintió y tomó asiento en la barra. Al parece su papá iba a cocinar.
-Tenemos quién cocina, por si...-ofreció ella.
-Tranquila, yo lo hago.

Doble PersonalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora