Capítulo 44: En el fondo

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Capítulo 44: En el fondo


Un año entero había pasado... y Liana seguía cubriéndose el rostro con ambas manos para que su hija no la viera derramar lágrimas de impotencia. Luego se había dado cuenta de que no tenía por qué ocultarlo, si de todas formas ella ya no era consciente de muchas cosas.


La brillante mirada Emily estaba ahora oculta detrás de un par de ojos sin vida que de vez en cuando mantenían la vista fija. Todos los allegados a la muchacha habían llegado a la conclusión de que no tenía caso seguir escondiendo la grandísima pena que cargaban por su demacrado estado.


De un momento a otro, un espontáneo lloriqueo la devolvió de golpe a la realidad. Por lo que Liana apresuró su pasó a la habitación siguiente.

De la cuna colocada justo en medio de la recamara se alcanzaban a ver unas manitas luchando entre el llanto.


Liana se aproximó a ella y apoyó sus manos en el filo de ésta. Dentro, su bebé de cinco meses gimoteaba con muecas arrugadas. Él, de nombre Andrés, era uno de los motivos por los cuales continuaba a pesar de todo.

Una de las cosas más deprimentes era que Emily ni siquiera reaccionaba al verlo, pues había dejado de ser consciente antes del nacimiento del pequeño.


Liana pasó la mano por el cabello oscuro del bebé con infinito cariño y poco después le depositó un beso en su tersa piel. Andrés era un diminuto retrato de Frank de pies a cabeza, con los mismos ojos vivarachos de un azul intenso.

¿Qué si había sido difícil dar a luz? Había sido más que difícil, una cesaría mejor dicho.

Pero a fin de cuentas todo había salido bien.


Pasó sus manos por la pequeña espalda del bebé y cargo con él, posteriormente volvió con Emily.


Su hija seguía en la misma posición: inmóvil recargada en el respaldo de su cama. Como si no tuviera un aliento de vida por dar.

Liana tomó asiento al pie de la cama sin dejar de contemplar lo que tenía en frente, además de cargar con el niño.


-Quisiera que vieras a tu hermano... cada día crece más.


No obtuvo respuesta alguna. Nunca había respuesta...

Emily no comía, ni caminaba... y muchos menos hablaba. El psiquiatra lo había adjudicado al hecho de que estaba pasando por una batalla interior tan grande que le impedía dar respuestas a estímulos ajenos.


Dormía cuando su cuerpo y mente estaban cansados, más no antes. Lo que la llevaba a pasar noches con los ojos bien abiertos en medio de la oscuridad; o por el contrario, a dormir todo el día. No era capaz de bañarse por sí misma y ni siquiera podía llevarse la cuchara a la boca con su propia mano,

En otras palabras, parecía estar muerta.


No escuela, no citas, no amigos, no novio... era simplemente nada. Una vida llena de monotonía. Sin alegrías ni tristezas, ni retos o contrariedades.

Sólo de vez en cuando, tenía momentos de lucidez, pero los pasaba hablando consigo misma, intercambiando diálogos sin sentido que terminaban donde habían empezado.

Y todo eso, de una u otra forma, corroía a Liana desde adentro; porque cada día que pasaba no podía evitar pensar que era culpa suya: su hija estaba en esas condiciones a causa de ella. Ya no era de extrañar que todos a su alrededor trataran de conversarla de lo contrario. Pero era tan inútil como intentar vaciar el mar con las manos.


Desvío su llorosa mirada hacia otra parte al ver que Emily seguía portando su anillo de compromiso; mientras que Seth se lo había retirado unos meses atrás. Liana prefirió regresar su dolida mirada hacia Andrés, quien jugaba con la babita que le escurría de sus labios.


Fue entonces que, en un impulso de rabia e impotencia, Liana alargó su brazo libre hasta la mano de Emily y le retiró el anillo con rapidez; a lo que su hija ni siquiera se inmutó.

Después se puso de pie a la vez que observaba el anillo... y antes de que tomara el valor suficiente para lanzarlo por la ventana, el timbre resonó en la casa; provocando que Liana pegara un brinco y anillo se zafara de su mano.


La joya rebotó contra el suelo dos veces hasta perderse debajo de la cama. Pero Liana no se percató de ello, puesto que ya iba bajando las escaleras de camino a la puerta. Alejó sus lagrimas con el dorso de la mano y abrió con cuidado.

-Hola -sonrió Frank.

-Adelante -se limitó a decir.

Una vez dentro, ofreció los brazos a su hijo, y él se inclinó hacia su padre casi en un acto de reflejo. Frank zarandeó de arriba a abajo al bebé lo suficiente para que soltara una aguda y atascada risa que sólo él era capaz de sacarle. Liana sonrío al verlos.

-¿Puede pasar a ver a Emily?

-Claro -respondió sin mucha emoción.


Sin más preámbulo, subió con Andrés en brazos hasta la habitación de Emily. Era cierto que aún mantenía la esperanza de que algún día, al empujar la puerta, se encontrara con una Emily rebosante de salud. Pero eso no había sucedido por el momento, ni sucedería en un futuro...


~*~

Espero que hayan disfrutado de este corto penúltimo capítulo de la novela :*)

El caso es que ya tengo escrito el último capítulo, pero quería consultar con ustedes si esperaba a tener también el epílogo; para así publicar ambos al mismo tiempo y que ustedes puedan leerlo de corrido, sin quedarse con la duda de nada.

O por el contrario, que los publique por separado. ¿Qué opinan?

Doble PersonalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora