Capítulo 14: Frank

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Capítulo 14: Frank

Apenas puso en pie en la casa, se disparó una alarma incesante por todo el lugar y se oyó el ladrido agudo de un perro.
-¡Mierda, esto no pasa en las películas! -exclamó Renne.
Pero ya no había vuelta atrás, en cuestión de minutos llegaria una banda policiaca para atrapar al intruso y era mejor estar fuera de la casa con todo y maletas para cuando eso pasara.
Se internó en una casa silenciosa y deshabitada, con andar rápido pasó una cocina con platos sucios en el fregadero, una sala de estar con todo en su lugar, y un comedor negro de madera con seis sillas del mismo material.
Pero nunca vio una maleta; abrió una puerta que daba al baño, limpio y con olor a las pastillas que se colocaban en el retrete.
Buscó debajo de las camas ubicadas en las habitaciones del segundo pisó sin dar con nada. La alarma no deja a de sonar.
Su pulso aumentaba y aguzaba el oído constantemente en caso de oír las sirenas de las patrullas.
-¿Dónde están, malditas maletas? -susurró para ella misma abriendo otra puerta de acceso a un armario.
Corrió por todo el segundo piso alfombrado con el corazón pegado a la garganta y las manos temblándole de miedo.
-Última vez que entró en una casa por mi sola -dijo cada vez más nerviosa.

Tenía por lo menos tres minutos antes que llegara la policía y ya veía su futuro en prisión.
Recorrió una vez más la casa bajo presión, sin que sus ojos azules se concentrarán en un lugar fijo. Y fue cuando vio la maletas: recargadas junto a la puerta principal.
Entonces se oyó el aullar de la primera patrulla detenerse frente a la casa.

Tomó las dos miserables maletas como pudo y asomó un ojo por la ventana; tres patrullas compuestas por seis oficiales en total se internaban en el camino pavimentado de la casa.
Si dejaba salir a Emily, ella no sabría como actuar y acabarían peor, la única vía de escape era salir por donde había entrado.

Corrió hasta la puerta trasera y salió por ella cargando con las maletas. En el momento en que los policías tumbaban la puerta delantera e irrumpían en la casa con pistola en mano.
Lanzó las maletas fuera del jardín y luego se expulsó ella misma, una vez fuera de la casa, escudriñó el lugar.
Las tres patrullas encendidas y la puerta de entrada derrumbada, era la oportunidad perfecta para escapar ya que los policías estaban ocupados buscándola en la casa.

Se apresuró hasta su auto y lanzó las maletas al interior, justo cuando iba a subir al auto oyó una voz y el chasquido de un arma lista para entrar en función.
-¡Alto ahí! -gritó un policía al momento que apuntaba contra Renne.
<Cabrón> pensó levantó las manos a la altura de su cabeza.
-Queda arrestada por irrumpir en una propiedad privada.
Un segundo policía se acercó a esposarla con brusquedad.
-Cualquier cosa que diga o haga será tomada en su contra en la corta, tiene derecho a permanecer callada. Si no puede pagar un abogado nosotros le proporcionaremos uno -dijo el oficial que le mantenían las manos en la espalda.
La chica gruñó.
Introdujeron a Renne en la parte trasera de la patrulla.

Los seis oficiales se reunieron y hablaron con sus bocas mudas para que después subierande dos en dos a las patrullas.
El oficial que transportaba a Renne encendió la patrulla y arrancó, justo en el momento que veía el mismo auto de vidrios negros por la ventana lateral.

Le dieron ganas de gritarle que se le ofrecía.

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Todo el camino a la comisaría, el auto misterioso los había seguido y al parecer los policías no se habían percatado.
Llegaron a la comisaría y sacaron a Renne de la patrulla, con sus manos esposadas a la espalda, y el ceño fruncido.
<Tarde o temprano terminaría aquí> pensó Renne, riéndose, mientras la guiaban hasta el edificio.
Pasaron las puertas de la comisaría, o el departamento de policía. Un edificio alargado con oficinas, calabozos temporales y salas de interrogatorio, con olor a café en todo el lugar.
El oficial arrastró consigo a Renne hasta uno de esos calabozos a plena vista de todos, con los barrotes delgados y espaciados.
Renne pensó en la posibilidad de deslizarse fuera del calabozo.
-Quédate ahí -ordenó el oficial con barba y ojos azules.
Ella soltó un bufido exasperado justo cuando entró un hombre alto, con una cámara en su pecho moviéndose con su caminar. Los ojos del hombre, del mismo azul que los de Renne se centraron de inmediato en ella.
Un policía se acercó al hombre y ambos rieron de algo que ella no alcanzó a escuchar.
Por la forma en que hablaban, parecía que se conocían de mucho tiempo. Renne recargó la cabeza en los barrotes y cerró los ojos.
Para cuándo los volvió a abrir, el desconocido la mirada fijamente, como si de un animal se tratase.
Era de ojos azul claro, una barba bien afeitada y aspecto serio, de gran estatura en comparación de otros.
-¿Se le ofrece algo? -inquirió Renne de mala gana.
El hombre se enderezó y pareció que un brillo melancólico cruzó sus ojos.
-Que bella te has puesto -dijo el hombre.
La voz del señor la alertó al instante, como si se le hubieran destapado los oídos luego de muchos años.
El oficial que abrió la reja no tardo en llegar con una llaves metálicas y dejar salir a Renne para después retirarle las esposas.
-¿Lo conozco? -preguntó Renne saliendo de la jaula de metal.
El señor sólo negó con la cabeza.
-Vamos, te llevo a tu casa -dijo el desconocido tomándola por los hombros.
Pero Renne no se movió con él.
-¿Cree que nací ayer?, no me voy a ningún lado con usted -sentenció.
-Tu madre me pidió llevarte a casa -explicó.
Renne se mofó con una risa.
-Eso es justo lo que los violadores dicen antes de raptarte -dijo con tono alto.
-Prefieres quedarte aquí...

Doble PersonalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora