Capítulo 45: Siempre fuimos una

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Capítulo 45: Siempre fuimos una

—Vamos por la vida sin saber cuándo será el último día que pisaremos estos rumbos... y cuando menos lo esperamos, se derrumba nuestro suelo y caemos al vacío junto con todo lo que alguna vez conocimos. Si por lo menos tuviéramos una señal que nos susurrara la fecha de ese día... todo sería diferente -musitó Emily con la vista perdida en sus orquídeas

El sonido de las delicadas gotas cayendo fuera del invernadero rellenaron el silencio.

—Tienes razón, amiga mía —respondió Renne.

—Se me hace una total injusticia que ignoremos ese día... estoy segura que muchos quisieran tener el control de su tiempo en este mundo. Pero tristemente nosotros no somos los encargados de llevar ese conteo.

La leve lluvia reanudó su tranquilizante sonido mientras que el olor a tierra mojada se coló por su nariz. Era mucho mejor estar en compañía de sí misma últimamente. Se había vuelto una persona tan impredecible que era mejor mantenerse alejada de los demás por un tiempo... el tiempo que duraran las terapias; pues llevaba dos años (desde aquella cita con Seth) enteros trabajando en ella día y noche. Pero dichas terapias eran el mismo infierno que había subido de las profundidades y había tocado a su puerta. Ya no era consciente de su propio cuerpo al grado de que cuando menos se lo esperaba, comenzaba a arrancarse el cabello a mechones, en parte por tantas vueltas emocionales. Por esa razón llevaba el cabello, que ataño había sido largo y sedoso, ahora corto y desgastado. El cumpleaños de sus veinte años lo había pasado encerrada en su cuarto, tomando somníferos.

—La vida empieza con el llanto propio... y termina con el llanto ajeno. ¿De qué sirven tantas ilusiones que terminarán en ideas olvidadas?

—Pues la esperanza es buena mientras dura... —añadió Renne.

—Cierto, eso no te lo puedo negar. Pero cuando acaba, no queda más que un amargo sabor de boca, porque te das cuenta que estuviste perdiendo tu tiempo en cosas que jamás se cumplirían.

—Muchas veces eso es lo que nos impulsa a seguir, ¿no crees? —le susurró Renne.

Emily lo negó lentamente aun con la mirada fija en las flores. Las cuencas de sus ojos escrutaron a su alrededor con las esencia de un maniático mirando por la ventana del manicomio.

—Es únicamente una pérdida de tiempo. Por eso insisto en que sería útil conocer el día en que dejaremos de respirar... de ese manera sabríamos cuanto tiempo queda, porque en este plano material, lo único que tenemos asegurado es la muerte.

A pesar de tanto dolor, encontraba una placentera y superficial paz cuando sus dos personalidades, o lo que quedaba de ellas, entablaban una conversaciones de tipo reflexivo. Era parecido a dar vueltas en círculos... pero era mejor que nada. Sabía que no podría continuar con ese estilo de vida por mucho tiempo.

—No se nos revela nuestra fecha de partida porque la vida por sí misma no tendría sentido —comenzó Renne —.Todo sería de otra forma; las personas no disfrutarían de su vida, puesto que pasarían los días contando el tiempo restante en su reloj... tan solo imagínate vivir con ese peso encima. La depresión que sufrirían las personas al saber que ha llegado su último día. Por eso no debemos saberlo, para que podamos vivirlo con plenitud.

—No tiene sentido —cortó Emily.

—Dime tú si estar hablándote a ti misma tiene sentido.

Todo carecía de fundamento desde hacía algún tiempo, incluso había comenzado a pasar eso de su vida misma. No le permitían relacionarse con personas, ni siquiera con sus mismos amigos. No llevaba cuentas exactas, pero sabía que hacía más de un año que no veía a Seth.

—No somos la misma persona —gruñó Emily.

—Justamente ahí está el problema, que no cedes ante el hecho de que somos una. Nunca lo has hecho, por más cariño que me hayas tomado —dijo Renne con una voz suave no propia de ella.

—Estás equivocada —objetó Emily poco antes de taparse los ojos con ambas manos y ejercer presión. Como si pretendiera sacarla de su cabeza.

—He errado en muchas cosas... pero esta vez es la excepción. Formo parte de ti, como tú formas parte de mí. Yo existo porque tú vives; más tú no vives porque yo existo.

—¡No! —gritó.

—Complementamos a la otra de una manera tan asertiva como extraña; y eso, es lo que tienes que aceptar. Fúndeme en ti y hazme parte de su ser. Es lo que he estado esperando, es lo que los que te aman esperan.

El cuerpo de la chica se desvaneció hasta el frío suelo del invernadero y permaneció ahí durante unos minutos.

—No necesitas que yo me exteriorice en ti, Emily —susurró —. Debemos aprender a vivir con nuestro pasado para mejorar el presente, y a su vez asegurar el futuro. Eso lo aprendí de ti. No asegurar nuestra muerte como dices tú.

Emily se recargó como pudo en la pared entre muecas y dolores de cabeza insoportables.

—Ahora quiero que aprendas de mí -añadió Renne —. Porque lo único que podrás conservar de esto son enseñanzas.

Dejó que la helada brisa la refrescara a ella y a su cuerpo mientras cerraba los ojos e inhalaba profundo.

—Renne —susurró Emily a media voz.

Se sentía parte de un gran sueño, donde todo le resultaba difuso y lejano. Cada segundo que pasaba la hacía percatarse de ello, pero incluso el tiempo transcurría de una manera anormal.

—Siempre fuimos, somos y seremos una —finalizó Renne.

Pero sus palabras apenas fueron audibles para Emily, que se alejaba de esa ficticia realidad hacia donde realmente había pertenecido todo ese tiempo: lejos de esa siesta.

Las formas que la rodeaban dejaron de ser nítidas y se convirtieron en machas oscuras que la reconfortaron al alejarla de toda esa punzante fantasía.

Fue entonces que, abrió los ojos de golpe y se encontró a sí misma sudando frío en medio de la cama. Se desperezó del sueño al captar su conciencia de vuelta en el cuerpo y sonrío con melancolía al darse que solo había sido eso: un sueño.

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Doble PersonalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora