Capítulo 40: ¿Jugamos gato?

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Capítulo 40: ¿Jugamos gato?


—No, el trastorno de identidad disociativo no tiene parecido con la esquizofrenia, señora —dijo el psiquiatra a Liana —. La esquizofrenia aleja al paciente de su realidad, mientras que el transformo de identidad disociativo no afecta la relación con ella.

Frank soltó un suspiró.
—¿Y qué es exactamente lo que le están haciendo a Emily ahora? —preguntó.
Lewis se tomó su tiempo para responder, tanto que Liana pensó que ya no hablaría.
—La doble personalidad se caracteriza por ser piezas mal ubicadas en la memoria, y lo que precisamente se busca por medio de los tratamientos es ir acomodado y reconociendo poco a poco cada una de ellas. Para que al final se llegue a una imagen completa.

Los padres de Emily se mantuvieron en silencio de frente al escritorio de Lewis.
—¿Cuántas fases son en total? —inquirió Liana al tiempo que se llevaba su mano al vientre.
—Tres. La primera consta en establecer seguridad, estabilidad y reducción de síntomas.
—Lo cual ya está cubierto, ¿cierto?
El psiquiatra se pasó la mano por su canoso cabello antes de recargarse con ambos codos en la mesa.
—No del todo. Es cierto que Renne aparece menos veces, pero cuando lo hace... nos resulta muy difícil tranquilizarla. Y eso ocasiona en Emily un gran cansancio físico y mental.
Liana tragó saliva.
—Lo que les puedo asegurar es que Emily ya está más estable, pero todavía seguimos luchando por mejorar su salud.
—¿Cuál es la fase dos?
—Que confronte su trastorno, la superación del mismo y la integración de recuerdos traumáticos.

Para ese entonces, ni Liana ni Frank sabía que decir.
—¿Y el tercero? —formuló Liana con voz temblorosa.
—La fase tres es básicamente la integración y rehabilitación de la persona, para que pueda volver a su medio social sin problemas.

Frank asintió de arriba abajo.
—¿Cuánto tiempo durará todo el proceso?
—Según los avances y la evolución de Emily, he calculado que como mínimo, tres años. Suponiendo que tome de una a dos sesiones de psicoterapia por semana.

Liana bajó la mirada a su regazo.
—Disculpen —dijo.
Y salió del consultorio a paso apresurado.

Todo se quedó en silencio.
—Frank... lo siento mucho. Pero existen casos en los que los pacientes mejoran lo suficiente con la terapia y comienzan a dar pasos agigantados a un mejor porvenir.
—¿La hipnosis ayudaría en algo?
Lewis asintió.
—Por lo general se implementa en la fase dos, cuando el paciente comienza a toparse con los recuerdos traumáticos.

Todo tiene solución, se recordó a sí mismo mientras miraba al psiquiatra.

~*~

Frank abandonó el consultorio de Lewis a los pocos minutos de que la madre de Emily saliera. Apenas salió al pasillo, se encontró con Liana, quien yacía sentada contra la pared.
Ella lo vio de reojo y volvió a hundir su cabeza entre las rodillas.
—¿Te ayudo en algo? —tanteó Frank.
Liana hizo un gesto negativo. Entonces él tomó la decisión de sentarse junto a ella en total silencio.
—¿Qué pasó con esa fuerte mujer, eh? —musitó él.
—Se esfumó.
Frank desvió la mirada de los ojos llorosos de Liana.
—Entonces tráela de vuelta, porque ahora es cuando la necesitamos más que nunca.
—Lo haces sonar sencillo.
—Si piensas en el bien de nuestra hija, te será tan sencillo como para mi es decirlo. Además, dentro de poco vendrá un nuevo miembro, tienes que estar preparada, Liana.
—Ni siquiera sé si seguiré aquí para cuando dicho miembro llegue —confesó.
—¿A qué te refieres? —soltó Frank con un hilo de voz.
—Ya me habían advertido del riesgo que tenía al dar a luz. Pero ahora súmale el hecho de que soy una anciana...

Jamás habría pensado que Liana se llamaría a sí misma de esa manera. Hubiera sido más factible que el cielo se tornara morado...
—No voy a salir de la sala de parto, Frank —musitó antes de soltar la primera lágrima —Sobre aviso no hay engaño.

Él no encontró manera de reaccionar.
—No digas eso, Liana. Por favor.
—Es la verdad. Llegará el momento... y dejaré a mis dos hijos solos.
—No.
Frank se sorprendió al notar que él también estaba derramando líquido por los ojos. Por lo que pasó su brazo detrás de Liana y la atrajo hasta él con cuidado. Y en esa posición desahogaron las penas de tantos años.
—No se quedarán solos, tienes mi palabra —aseguró él al cabo de diez minutos —Nuestros niños jamás estarán solos.

Ya no era tiempo de seguir ocultando quien era el verdadero padre del bebé.

~*~

El centro siquiátrico constaba de jardines en toda al área que lo rodeaba, tan verdes y pulcros que parecían de caricatura. Había en ellos alguna que otra banca para los internados en donde pasaban los descansos de su día, por llamarlo de alguna manera.
El personal del lugar se encargaba de transportarlos hasta ahí en silla de ruedas o a pie según cada caso, además de que los acompañaban durante su receso.

Así pues, Emily era uno de ellos. Estaba sentada en una banca típica de doble asiento perfecta para un día de campo, con un bello florero en medio, el cual habían colocado especialmente para ella. Tenía la cabeza levemente echada hacia atrás mientas sus ojos reposaban cerrados.

Justo frente a ella, Seth trazaba finas líneas sobre el papel a la vez que repartía fugases miradas a su rostro. Cabía mencionar que no le había sido tan difícil trazar sus rasgos la primera vez que la había dibujado. Los residuos de goma a causa de tantos borrones se removían poco a poco con el leve viento que surcaba entre ellos.

Había llegado a la conclusión de que la dificultad de dibujarla era porque ahora tenía un aspecto más demacrado, puesto que debía considerar la sombras que sus huesos rasgos proyectaban.
Pero le alegraba ver que Emily estaba un poco mejor desde la ultima vez que la había visto hacia una semana. Era ganancia que ya pudiera levantarse y andar sola.

Seth sacó otra hoja de su mochila y trazó dos pares de líneas perpendiculares para jugar gato, siempre y cuando ella estuviera de acuerdo.

—Oye, Emily —susurró.
Ella no movió ni un músculo.
—Mira.
De golpe volvió en sí un tanto perdida.
—¿Qué es? —preguntó con un hilo de voz.
—¿Quieres jugar gato?
Emily sonrió y se talló un ojo.
—Claro.

Seth le tendió un pluma, ella la tomó y marcó la primera tacha en un recuadro de la esquina izquierda. Seth dibujó un círculo la otra esquina, en posición opuesta y diagonal a ella. Y Emily trazó su tacha junto al círculo. Entonces Seth marcó otro círculo junto a su última cruz.
Seth se ponía cada vez más nervioso e impaciente. Sintió que el corazón le latió a mil por hora cuando Emily colocó su figura en la esquina superior izquierda.

Fue entonces que Seth rebuscó en su bolsillo la pequeña caja que contenía el futuro de ambos, y la posó entre dos cruces hechas por Emily. Además de impedir que ella ganara, le estaba ofreciendo ir más allá del noviazgo.

Emily quedó atónita y no se movió por varios segundos hasta que sacudió la cabeza y repartió miradas entre la misteriosa cajita y Seth.
—¿Qué es esto?
Él estiró los brazos y levantó la tapa lentamente. Dentro de ésta descansaba un delgado anillo cargando con un precioso diamante, el cual se alzaba tan seguro como el amor que ambos compartían.
Emily se llevó ambas manos a su caída mandíbula mientras en sus ojos se formaban ilusionadas lágrimas.

Seth se puso de pie y tomó el anillo antes de dar vuelta a la banca, una vez frente a ella, posó una rodilla en el suelo y le ofreció la diminuta joya con ambas manos.
—¿Quieres —se aclaró la garganta por los nervios —casarte conmigo? Y eventualmente ser mi esposa... y formar una familia cuando lo decidamos... y eso, ya sabes.
Desde un principio supo que se pondría nervioso, pero no a ese grado. Creía haberse mentalizado lo suficiente para evitar ese tipo de cosas, pero parecía ser que no había sido suficiente. Las comisuras de la mujer que amaba se alzaron de poco en poco y sus azules ojos se posaron en él, para después decir:
—No hay cosa que desee más.

 Y se lanzó contra Seth gracias a las fuerzas que había ganado.
Le dio un fuerte abrazo y posteriormente lo besó al tiempo que reía y lloraba de emoción. Emily se aferró con mayor fuerza a su futuro esposo cuando él levantó de la banca. Expresaron su alegría girando y riendo de un lado a otro por un par de segundos hasta que Seth la volvió a colocar en la banca.
—¿Ya te puedo empezar a llamar esposa? —preguntó él con una sonrisa en sus labios.
Emily lo jaló del cuello de la camisa y volvió a besarlo entre risas.

~*~

¡Y eso es todo por el capítulo de hoy! ¿Cómo han estado?  ¡¿Ya de vacaciones?!

El caso es que quería aprovechar este pequeño espacio para hacerles una invitación a un proyecto que recién comienzo, se titula “De Todo un Poco” y creo que su nombre habla por sí mismo. No tiene parecido alguno con mis otros escritos, se podría decir que no fue escrito por la misma persona *_* Pero no, si es mío, jaja.

Lo pueden encontrar en mi perfil para los que gusten (;

Doble PersonalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora