Capítulo 7: El elevador

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Capítulo 7: El elevador

Entre sus recientes recuerdos estaba un rostro masculino mirando a otro lado mientras ella era levantada por él, su memoria aún guardaba el olor a cigarrillo flotando en el aire de la sala, que en esos momentos le había parecido una pista de baile profesional.

Al sentir náuseas seguidas de una espesa mezcla subir por su esófago, corrió hasta el baño de su habitación y expulsó un vómito verdusco y oloroso para dar paso a dolorosas arcadas.
Cuando terminó de expulsar todo, el esófago le ardía.
-¿Emily? -la llamó la hermana pequeña de Matt desde la puerta del baño.
-Estoy... -más vómito le interrumpió la frase.
-¡Matt! -gritó la pequeña Renne espantada.
-¡Estoy bien! -exclamó Emily mareada mientras miraba a Renne.
-¿Segura? -tartamudeó.
Emily asintió varias veces.
-¡Olvídalo! -dijo la niña retirándose.

El sonido de una llamada la distrajo de sus náuseas y evito que volviera a devolver.
-¿Quién es? -contestó sofocada.
-Soy Ena, sólo quería recordarte que prometiste acompañarme a la feria de robótica -dijo su amiga al otro lado de la línea.
-¿Es hoy? -inquirió al momento que recibía un fuerte dolor de cabeza.
-Si..., vamos Emily, me lo prometiste -rogó su amiga.

Incluso los músculos le dolían, la cabeza estaba por explotarle y su estómago se revolvía como licuadora.
-Nos vemos ahí -dijo Emily escuchando la emoción de los gritos de Ena.
Una promesa era una promesa.

Se duchó y se vistió con unos jeans claros, una blusa holgada con un degradado azul y no faltaron las zapatillas deportivas.

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El Wexner Center for the Arts era el anfitrión de las miles de personas que acudían a la feria de robótica, era un lugar echo a base de figuras yuxtapuestas, rejillas y formas fragmentadas convirtiéndolo en una obra de arte en si mismo. Pero esta vez no albergaría exposiciones si no que daría paso a la tecnología.

El lugar estaba a tope de personas dedicadas a la robótica y como todos los años, su amiga Ena participaría en la convención.
-¡Que emoción! -dijo Ena cuando pasaron por una pieza arquitectónica de tubos blanco.
Emily sonrió para esconder los dolorosos estragos de su primera resaca.
-¿Estas bien?, te notó algo tensa -comentó.
-Estoy bien, sólo me desvelé un poco.

Se abrieron paso entre la multitud y luego llegaron al sitio oficial donde se llevaría a cabo la exposición, Ena de inmediato corrió a reunirse con sus compañeros de equipo.
-Voy por algo para beber -informó a su ilusionada amiga.
Ella sólo asintió y volvió a sus asuntos entre piezas de metal y robots.

Todo el lugar estaba lleno de puestos con diferentes robots y personas preparándolos para la competencia.
Divisó un dispensador de bebidas en una esquina solitaria, cuando llegó introdujo el billete y la máquina le soltó una botella de agua.

Jamás había estado tan sedienta, minutos después de haber acabado su botella preguntó por el baño a un intendente y este le indicó la dirección.
-Gracias -dijo dirigiéndose al baño.
Cuando quiso bajar las escaleras una estampida de practicantes eufóricos arrasó con ella, apenas pudo salir de la marea de adolescentes.
Optó por tomar el elevador.

Caminó algo apresurada hasta este y entró a duras penas. El cuadrado elevador la llevaba a ella y a un joven más.
-Buenas tardes -dijo al verlo.
-Buenas tardes -dijo el chico con una voz grave.
Volteó varias veces para comprobar que lo que acaba de ver era verdad...
Jamás había visto a alguien como él, es decir si...pero, no tan de cerca.
Su rostro cuadrado como el de Mason, unos ojos grises casi plateados, labios largos y rosados, y dos cejas pobladas, sin mencionar el cabello oscuro que brillaba como un Sol negro y se juntaba un una cresta al frente. Y era varios centímetros más alto que ella.
El rostro de Mason le inspiraba un tipo de admiración y el de este desconocido era...una mezcla de admiración e incredulidad.
-Soy Emily -comentó dejándole de dar la espalda por un momento y sin saber porque había dicho aquello.
-Seth -su voz tranquila y grave resonó en el elevador.

Doble PersonalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora