33. ¡Mientras Más Gente Mejor!

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~Narrador omnisciente~

El viaje de vuelta a la mansión Yates fue tranquilo y en silencio. La pequeña salida no encontró más fruto que haber escogido el vestuario, algo que según Lady Yates ya deberían haber hecho, pero no era eso lo que estaba pensando en ese momento, lo que invadía su mente era a quienes invitaría a la boda de Linden. La futura Lady Yates y Aubrey no estaban preocupados por eso, ellos solo querían descansar del día tan agitador que habían tenido, viajaban lentamente hacia el país de los sueños. Cuando la hermana de Elizabeth vio la mansión ,supo que habían llegado. Estaban en su destino.

Ya era de noche, así que solamente se despidieron y las llevaron a su casa. El pequeño grupo que conformaban los jinetes y las jóvenes llegaron rápidamente al hogar de estas. En el patio, Bentley aseaba al único caballo que les quedaba...

—A él le gusta que juegues con la espuma mientras lo lavas.

Cogió la crin de su caballo y ayudó a su padre a asearlo, después de casi treinta minutos jugando con agua y jabón terminaron su tarea. Alice y su madre solo los observaban entre risas. La joven corrió escaleras arriba cuando Elizabeth comenzó a seguirla cubierta de suciedad, lodo y agua, logró alcanzarla antes de que cerrará la puerta y juntas cayeron al suelo entre risas y mugre; después de haberse dado un baño ambas podían darse el lujo de descansar.

—La verdad voy a extrañar todo eso cuando me vaya, Alice. Me gustaría no tener que hacerlo tan pronto, pero las circunstancias lo ameritan. Aun así, espero que llegues a visitarme seguido.

Su hermana la seguía a todas partes y siempre era su apoyo, eso no cambiaría jamás.

—Bajaré las escaleras corriendo de la emoción, todos los días, para abrirte la puerta, Alice. No puedes dejarme vivir en la misma casa que Lea Yates, si no vas a verme diario, no lo soportaría.

Alice miró a la chica que tenía al lado, le sonrió y la abrazo. Era muy guapa, pero lo que tenía de hermosa tenía de dramática.

—Con suerte tú también consigues a tu galán pronto, aunque será difícil con esa cara que tienes —dice. —A los hombres no les interesa mucho lo rara que eres, sino lo hermosa que puedas verte, así que suerte.

Alice iba a responder cuando Maya irrumpió en la habitación: —Un delicioso pastel de chocolate acaba de salir del horno.

—Sabes tan bien como alegrar mi vida, mamá. ¡Vamos a comer, estoy hambrienta! —afirma la joven, bajaron todas.

La más grande de las mujeres, que había permanecido en silencio, soltó una pequeña risa ante la emoción de Zoe; no importaba lo que hubiera pasado o que tan mal se sintiera siempre eso la alegraba.

—Una rebanada grande, por favor.

—Aquí también —el único hombre de la casa coloco su plato frente a su esposa y vio a su hija menor con una sonrisa.

Quiero que sean felices siempre, pensó Bentley mientras deleitaba su postre.

—Ocurrió lo que jamás pensé ver: ¿acaso ya no quieres pastel?

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—Ocurrió lo que jamás pensé ver: ¿acaso ya no quieres pastel?

—Un poco más solamente, debo dejar de comer tanto para que entre en el vestido de novia.

Antes de irse a probar el vestido por la mañana aún amaba comer, pero al darse cuenta de que si seguía comiendo así no entraría en ese vestido tan ceñido, decidió empezar a comer "como una mujer normal".

—En ese caso, yo quiero lo que ella no se comerá —todos rieron ante el comentario de la joven.

Después de terminar de comer, Elizabeth subió a su habitación para colocarse su ropa de dormir y acostarse en su cama. Poco a poco se quedó dormida.

~×~

—Unos minutos más no harán daño.

A este día le esperaba solo una actividad acerca de la boda: definir la lista de invitados, con la esperanza de que no fuera tan larga, se levantó cuando su hermana fue a despertarla.

—Aún no creo que te casaras en tan poco —fue lo último que dijo antes de subir al carruaje que las llevó a la mansión.

No, yo tampoco, pensó Elizabeth.

El joven se detuvo al ver a la increíble mujer, que lo había rechazado tantas veces, pasar en un carruaje perteneciente a la familia de su primo.

—Cuando piensas en el día de tu boda, ¿a quiénes ves llegando a ella? Necesito saber nombre y dirección —dijo la mujer al momento en que ellas entraron al salón. —Y sería increíble si pudieras invitar a gente de prestigio social y no a simples campesinos pobres.

—El hecho de que haya llamado simples campesinos pobres a mis padres me hace querer golpearla, ¿sabe? —su hermana la detiene antes de que haga algo de lo que podría arrepentirse después.

Elizabeth le dio a Lea lo que pidió, pero ella se quedó asombrada al ver que simplemente era la dirección de la casa de sus padres, no había más familia de su parte.

~×~

—No puedo creer que tu prometida no tenga más familia a la que desee invitar a su boda, Aubrey. Algo no está bien aquí —frunció el entrecejo. —Elizabeth no se parece en nada a mí, cuando me case quería invitar a media ciudad.

—No quiero interrumpir, Mi Lady, pero el señor solicita hablar con usted.

—Ahora vuelvo, iré a ver que quiere tu padre —acompaña a la criada hacia donde está su marido.

~×~

—Nosotros dos hemos hablado mucho últimamente, Lincoln, y eso no me gusta nada. Se supone que acordamos que no te irías solo que porque Linden aún te necesita —dijo Lea enojada por la actitud de su marido. —Lo que sea que quieras, dímelo ya.

—Me di cuenta de que la prometida de nuestro hijo es reservada por lo que investigue un poco y tengo los datos de su familia, si quieres invitarlos —le entrega un sobre con los datos que su investigador le consiguió

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—Me di cuenta de que la prometida de nuestro hijo es reservada por lo que investigue un poco y tengo los datos de su familia, si quieres invitarlos —le entrega un sobre con los datos que su investigador le consiguió.

Ambos sabemos que quieres hacer una gran fiesta, tómalos y ayúdame a cumplir mi propósito, imploraba Lincoln mentalmente.

En el rostro de la mujer se dibujó una sonrisa.

Maintenant si c'est de l'amour (PGP2023) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora