Kara:
Ella era una maldita, una desgraciada testaruda que me estaba haciendo mermar la paciencia de manera tremenda. Me parecía increíble que siendo tan pequeña y tan tierna a la vista, pudiera congelar hasta el mismísimo infierno cuando te miraba con esa carita enojada, hinchando sus mejillas y arrugando su entrecejo.
Eso es lo que había experimentado desde el primer día de clases de Lena. El dia despues del que descubrí que estaba enojada conmigo, no pude ir a trabajar, la resaca me estaba matando, así que mi mama decidio ir a hacerse cargo de la empresa por un dia; tan inmersa estaba en los efectos del alcohol, que apenas estuve consciente para mirar su carita enojada. El día después de ese, preparé el desayuno, lo hice con mi mejor intención, pero ella ni siquiera me miró.
Fui testaruda una vez más, la acompañe a su aula, quizás porque sentía la necesidad de saber que ella no estaría enojada conmigo y me daría esa sonrisa linda, pero no pasó; Martina, la compañera de Lena si me dio esa sonrisa, pero no era lo que quería, no era la de mi pequeña. La mirada asesina de ella me hizo borrar de inmediato la sonrisa irónica que solía retribuir a las personas que solían intentar atravesar mi metro cuadrado; como si el alma me la llevara el diablo, me gire sobre mis talones y corrí a refugiarme en la oficina.
El dia despues, Lena entraba mas tarde, asi que ni siquiera la vi durante la mañana, pero como era de costumbre en las tardes desde que ella estaba brava conmigo, se excusó en que debía estudiar, hacer un trabajo, o tenía sueño. Eran simples excusas vagas para evitar que intentara hablarle.
Así siguió hasta el jueves del mismo día, cuando nos levantamos esta mañana para ir a clases e ir a la oficina. Lena Kieran no desayuno, ella tomó su mochila y se dispuso a irse, sin mí.
-¿Para donde se supone que vas? - Pregunte mientras arreglaba una taza para que ella tome algo cálido para esa fría mañana.- Ven, aun tienes tiempo de desayunar.
-Me voy a clases, me iré en autobús.- Respondió de manera seca.- Así que no tengo tiempo para desayunar.
La mire con el entrecejo fruncido.- To te he ido a dejar todas las mañanas, y lo haré todas la mañanas para que no tengas que enfrentar el tráfico de hora punta.
-Pues, el día de hoy no quiero que vayas.- Respondió cortante.
Eso me estaba mostrando un poco. ¿Desde cuando yo me dejaba mangonear por ella? ¿No se suponía que las reglas las ponía yo en este juego?
-No te estoy preguntando si quieres que vaya.- Espete en ese tono frío que solía tomar posesión de mí cuando me enojaba, o cuando trabajaba.- Yo iré a dejar, así que dejas esa mochila en el sofá y te vienes a desayunar.
El sonrojo que abordó a Lena me hizo temblar, incluso estando yo en mi pose mandona, el verla a ella enojada me hizo temblar. Sabía con claridad, que la vena sobresaliendo de su frente y de su cuello, que el sonrojo de sus mejillas, y que los labios tensos sólo podían significar una cosa; Lena Kieran estaba furiosa conmigo.
-¡TU! - Alzó la voz con decisión.- No pondrás un maldito pie en ese instituto, ¿te queda claro?
-¡Tu no me mandas! - Recrimine con furia, sintiendo que por primera vez, mi poder se había visto mermado. La razón, de verdad estaba dispuesta a seguir sus órdenes.- Yo iré a dejarte y no hay más que hablar.
Ella me sonrió de manera socarrona, incluso haciéndome sentir ese extraño sentimiento de que esa maldita mujer tenía la certeza de que yo haría caso.
-Ten un buen día en la empresa Kara.
Nuevamente se dispuso a irse, esta vez dejándome con la palabra en la boca y con el credo en las manos. No pensaba permitir eso, por primera vez (aunque temiendo por mi vida) pensaba hacerme valer como jefa y como dueña de este imperio; Lena Kieran no tendría chance de pasar por encima, ella no me ordenaría lo que quería hacer.
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La Bella y La Bestia. (G!P) - [Supercorp] (Supergirl) [Adaptación]
FanfictionElla es una bella Rosa vendida en una subasta, la otra, es la bestia que todo el mundo le hizo creer, una poderosa altanera. La Rosa acusa a la Bestia de ser un monstruo. La Bestia llora por los maltratos sufridos durante toda su vida. La Bestia pro...