Kara:
Mis ojos estaban fijos en el pequeño Lex que me miraba con cierto enojo por no tener a la vista a su otra madre, mientras que Lori, alegre hasta lo insano, jugaba con sus manitos en el aire para poder obtener, aunque fuese, un pequeño abrazo. Los niños eran tan diferentes e iguales al mismo tiempo que me espantaba en algunas ocasiones.
-Niños.- Les llamé, obteniendo de inmediato esas miradas curiosas como cada vez que hablaba.- Me tiene nerviosa que su madre y su abuela lleven encerradas tanto tiempo.- Les confesé como si pudieran comprender todo lo que les decía.- Es decir, ellas no tienen nada de lo que hablar, ¿no es así? - Lori de inmediato sonrió, y Lex chasqueó su lengua con fuerza.- Todas las cosas quedaron claras cuando estuvieron acá la última vez. Además, no es justo que me excluyan de todo esto.
La pequeñita adentró su manito a su boca, dándome esa única respuesta que podía darme. Me posé en medio de sus cunitas, dándome el tiempo de envolverme de ese olor suave que desprendían sus cuerpecitos revoltosos. Mi mano se extendió en la barriguita de Lori con ternura, luego hice lo mismo con la barriga de Lex, quien me seguía mirando con esos ojos curiosos que parecían preguntarme lo que me estaba molestando.
Cuando iba a retirarme para ir directo al bar, o en su defecto, para darme un par de vueltas necesarias para expiar ese nerviosismo de mi cuerpo. No obstante, la pequeña manito de Lex se posó sobre la mía, y su mirada curiosa se transformó en una de tremenda dulzura; pronto sus manos se alzaron con desespero, pidiéndome que lo cargara por primera vez desde que nació.
-¿Quieres que te cargue? - Pregunté sorprendida.
Él balbuceó e insistió afanoso en que la pudiera alzar. Posé mis manos temblorosas de emoción en su espaldita y en su cabecita, llevándolo contra mi pecho para poder acunarlo en ese lugar; sus suspiros calentaron mi cuello, dándome esa sensación indescriptible de tranquilidad. Era la misma aura que poseía Lena.
El tiempo se me hizo nada cuando sus ojitos se clavaron en los míos por largos minutos, envolviéndome en ese ambiente especial. Incluso llegué a olvidarme que en algún momento, mi madre, mi esposa y mi suegra estaban encerradas en mi estudio, discutiendo cosas que podían afectarme, pero que según ellas, no me inmiscuían.
-Kara.- Su voz temblorosa llamó mi atención.- Mi amor.- Levanté los ojos del perfecto niño que descansaba entre mis brazos. Ella venía caminando con desespero hacia mí, venía llorando.- Por favor, abrázame.
Antes de que ella diera más pasos en mi dirección, dejé con suavidad a Lex en su cochecito, justo a tiempo para amortiguar el choque de Lena contra mi pecho. Sus manos se prendaron a mis caderas, y su rostro se presionó contra mi pecho como si quisiera fundirse en ese lugar y protegerse de todo lo malo que le pudiese pasar.
-Mi vida.- Susurré aferrándome a su pequeña espalda con mis manos.- ¿Qué pasó? ¿Qué te dijeron?
Lena negó con furia, sollozando como si alguien estuviera a punto de romper su corazón. Estaba desconsolada, rota y decepcionada. Solo era un poco de todas las emociones que la estaban abrumando en ese momento, tantas que incluso ella misma se sentía contrariada por cada una de las crueles emociones malas que estaban haciéndola pedazos.
-Kara, yo...- Mi mamá estaba ahí, con los ojos llenos de lágrimas, al igual que la mamá de Lena.- Nosotras no queríamos...
-Lárgate de acá, mamá.- Pedí con un nudo en la garganta, apretando el cuerpo tembloroso de mi esposa contra mi pecho.- ¡Quiero que se larguen de mi casa! - Vociferé.- No es justo, que por un pequeño detalle, ustedes lleguen a romper todo lo lindo que habíamos creado. No es bueno, que desde que llegaron estas personas a nuestra vida, cada vez que ponen un pie en esta casa, mi esposa termina destruida.
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La Bella y La Bestia. (G!P) - [Supercorp] (Supergirl) [Adaptación]
FanfictionElla es una bella Rosa vendida en una subasta, la otra, es la bestia que todo el mundo le hizo creer, una poderosa altanera. La Rosa acusa a la Bestia de ser un monstruo. La Bestia llora por los maltratos sufridos durante toda su vida. La Bestia pro...