Epílogo.

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Varios años después.

Lena sabía que su vida había sido tremendamente feliz, lo corroboraba cada mañana cuando veía a su esposa aferrándose a la almohada para evitar despertar luego de una tarde de juegos con sus hijos y una noche apasionada entre ambas. Lo corroboraba cada vez que sus hijos mayores iban a la escuela y ella se quedaba con sus princesitas de apenas un año y medio en casa, preparando todo para que su familia nunca dejará de funcionar.

Era cierto, ella no había vuelto a trabajar presencialmente a la oficina con un horario fijo, pero eso no quería decir que fuese una mantenida. Claramente y luego de muchas discusiones permitió que Kara pusiera la mitad de las acciones de los hoteles a su nombre, solo si esto significaba formar una sociedad y tomar las decisiones conjuntamente. Esto implicó que se formará un comité que serviría como mediador para cada negocio propuesto, en el cual, los amigos cercanos y la familia tomaron parte.

Kara había bateado a lo lejos luego de que la cadena hotelera pasará a ser sociedad Zor-El Luthor y la construcción de estos había terminado por extenderse a un triple, llegando a lugares que jamás pensó. Así que Lena se vio la necesidad de sacar una carrera de contador auditor para llevar la inversión y asesorar de mejor manera a su esposa.

La vida les sonreía, a ambas y ahora, mientras se miraba al espejo, a las siete de la mañana el domingo de la última semana del mes; podría corroborarlo, era inmensamente feliz.

-¿Alguna vez te he dicho lo mucho que me desagrada no encontrar a mi esposa a mi lado en las mañanas? - La voz ronca por el sueño recién espantado llegó a los oídos de Lena, así como los brazos tomaron su cintura y una prominente erección mañanera palpitó en su trasero.- Ya pasan de las siente y aún no obtengo mi beso de buenos días.

La mano de la pequeña se hundió en la cabeza de su esposa.- No puedo creer que seas tan mañosa, siendo tan mayor.- Susurró moviendo la cabeza a un lado para darle acceso a su cuello.- A veces, realmente pareces una niña pequeña.

Las manos de la mayor la tomaron y le estrecharon con el frío mármol de la mesa de baño, aprovechándose de esa estupefacción para violar la seguridad de sus rodillas apretadas. Las manos de Kara tiraron con violencia los cabellos de su esposa, enfrentando las miradas llenas de los mismísimos fuegos del infierno, declarando la peligrosa advertencia de que darían rienda suelta a un deseo impropio.

-Créeme, amor.- Lamió el labio inferior de su oponente con petulante indecencia.- Una niña pequeña no querría hacerte lo que yo en este momento.

-¿Y que te detiene? - Retó entonces.

Sus bocas se encontraron, completamente sedientas la una de la otra, enredando sus lengua como si eso fuese un punto de salvación para sus almas perdidas; las manos también hicieron de las suyas, sobre todo cuando Kara, con los años había descubierto lo satisfactorio que era azotarle el trasero hasta que estuviera rojo como tomate, mientras que Lena, disfrutaba de los temblores que causaba el pasar el filo de sus uñas por la extensión de su espalda.

Lena se estaba deshaciendo por el deseo y sentir como el pene erecto de su esposa, palpitaba contra su muslo, estaba haciendo todo mucho más difícil. A veces se decía que tenían que ser prudentes y que debían encasillar sus deseos impuros para esas horas en las que ninguno de sus hijos deambulaba, pero sentirla tan deseosa y envuelta en llamas, que le era imposible rechazar de alguna forma ese acercamiento fogoso en plena mañana.

La mano escurridiza de la morena bajó con extrema rapidez, acariciando ese rígido trozo de carne con lenta sinuosidad, apelando a la perdida de raciocinio de su esposa y buscando, de algo del desenfrenado deseo de sentirla enterrada en su interior, brusca e insaciables.

La Bella y La Bestia. (G!P) - [Supercorp] (Supergirl) [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora