Capítulo 27.- Llegó de sorpresa.

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Kara:

Aún no superaba el viaje a las casa de mis padres cuando mi loca madre ya estaba organizando el siguiente que seria dentro de pocas semanas cuando Lena se graduase, y desde entonces, las cosas no podían ir mejor ante nosotras dos. Habíamos sido envueltas en una especie de aura especial, en la que la necesidad de tenernos cerca primaba, en donde cada mañana se transformaba en una larga despedida en la que nuestros labios se negaban a separarse  y en infinitas y mágicas bienvenidas en las que nuestros abrazos no eran suficientes para disminuir la ausencia que habíamos sentido durante el día.

Las noches eran algo diferente, porque nuestra manía de hacer el amor más de una vez durante las horas en las que nos encerrabamos en la intimidad de nuestra habitación llenaba especios; Lena solía ser entregada durante el seco, tierna e incluso, tímida. No obstante, el salvajismo de la situación, y esa inminente sensación de ebullición en nuestra entrepierna terminaba por corromper la ternura de la situación y nos convertía en animales presos del deseo que tenían una única finalidad, amarse. Luego de hacer el amor, yo tomaba su cuerpo y la llevaba contra mi pecho, envolviéndola en un suave abrazo desde su espalda para poder cuidar sus sueños.

Ese domingo de un par de semanas después de la visita a mis padres, el despertar fue diferente, partiendo por la maner poco delicada que tuve de abrir los ojos. Sentía unas palmadas sobre mi pecho, no era fuertes como para lastimarme, pero tampoco eran suaves como para ignorarlas.

-Lena, es domingo.- Rezongue.- Dejame dormir, tu me pegaste la flojera.

No obtuve respuesta alguna de ella, solo otros golpes en mi pecho y luego unos más en mi mejilla.

-Lena, cinco minutos más.

Cuando dejaron de ser palmadas, fueron piquetes torpes, repartidos en mi mejilla, en la nariz y en los parpados, volviéndose casi insoportable y despertando en mi, un instinto asesino que desde hace tiempo no energía en busca de una vendetta.

-Mi amor, unos minutitos más.

-¡MOR! - Un grito estridente me hizo replantear el hecho de que esa fuese Lena.- ¡MOR PETA!

Esa definitivamente no era Lena, mucho menos era una persona adulta. El salto que di creo que desestabilo al mismo edificio, porque apenas abri los ojos me encontré con una sonrisa llena de babas y unos ojos grisáceos que conocía a la perfección desde hace dos años y cinco meses.

-¿Alice? - Pregunté sabiendo que no me respondería.

La pequeña aplaudió con entusiasmo, llevando su meñique  su boca para mordisquearlo.- ¡ARA! - Gritó mientras lanzaba risas estridentes celebrano su hazaña de haberme despertado.- ¡ARA PETÓ! - Gritó tirándose hacia atrás en la cama.

Su cuerpecito regordete casi se va cama abajo, sino fuese por esos brazos salvadores que la tomaron desde su espaldita para volver a sentirla en la cama, esta vez, firmemente acomodada sobre el regazo de Lena.

-¿Kara despertó? - Le preguntó Lena con ternura, dejándome con la boca más abierta de la que ya la tenía .- ¿Y saludaste a Kara?

-¿Ara ludo? - La pequeña me miraba como si quisiera que yo reafirmara lo que decía, aunque no entendía un carajo.- ¿Shi?

Lena por otro lado, parecía entenderle a la perfección, pues acaricio su cabecita con ternura y le dijo.- No me mientras, no la has saludado porque ella acaba de despertar.- De inmediato ma niña giro su cabeza con rapidez, poniendo ese característico puchero de los Zor-El.- No me mires con esa carita, no te voy a reprender, solo quiero que saludes a la perezosa de tía Kara.

La pequeña se puso de pie en sus tambaleantes piernecitas y se aferró al cuello de Lena, posando su babosa boca en el lugar donde se supone que debían ir mis besos, besos que no le había dado desde anoche. No se que cara puse, pero ella me miró mientras sonaba la espaldita de Alice y como si fuese correcto, ella se comentó a reir de manera estridente.

La Bella y La Bestia. (G!P) - [Supercorp] (Supergirl) [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora