Capítulo 46.- El trato.

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Kara:

-¡Sácalos de acá! - Gritó Lena con fuerza, encontrándose con la mirada sorprendida de su madre.- ¡Los quiero fuera de mi casa en este instante! -Quería hacerte caso, quería tomar del cuello a ese maldito desgraciado y arrastrarlo fuera de mi hogar, pero mis extremidades parecían ajenas a cualquier tipo de orden.- Se desaparecen de mi vida, me dejan entre las manos de una maldita, una loca. Y cuando pienso estar feliz, llegas solo para intentar inculcarme algo que nunca se desarrolló, a obligarme a ser lo único que no puedo ser.- Lena temblaba, y yo creo que estaba a punto de tener un ataque cardiaco.- Lárguense de acá y déjenme ser feliz con mi mujer.

-Lena, te prometo que...- Comenzó Lilian.

Ella golpeó la mesa con fuerza.- No me prometas nada.- Vociferó con rabia. Justo en ese momento, los niños comenzaron a removerse, inquietos por el desazón de su mamá.- Solo quiero que se vayan, que me dejen ser feliz por primera vez en la vida.

-¡Ese no era el trato que tuve con el Hada Madrina! - Rugió el hombre, quizás desesperado y descolocado por la resistencia de su hija.- ¡Tú tenías que estar con nosotros cuando cumplieras los 18 años!

-¡No quiero saber! - Sollozó mi esposa.- Solo quiero que se vayan.- Ella sabía que él no iba a darle tregua, pero también sabía que ella, era más sensata, y que estaba más deseosa de llevar la fiesta en paz.- Por favor, si de verdad te consideras mi madre. Por favor, llévatelo y no le permitas arruinar por completo la felicidad que conseguí con mi esposa.

La mujer no dijo nada, solo tomó la mano de su enrabiado esposo y lo arrastró a la salida entre protestas e insultos dirigidos hacia mí; también tuvo que lidiar con una fuerte reprimenda por información oculta de la que ninguna era conocedora. Y, cuando finalmente la casa se unió en un silencio arrollador, nos dimos cuenta de que los cuatro nos mirábamos a los ojos, en busca de explicaciones y súplicas de perdón que no llegaban a transformarse en palabras.

-Kara.- Escuché mi nombre lejano, como si la persona que hablaba estuviera a kilómetros de mí.- Amor, necesito que respires. -Mis ojos migraron a ella.

No sabía exactamente en qué momento, pero ella estaba frente a mí, con los ojitos suplicantes, mientras tanto, su mano abría mi blusa para darme aire. Me abracé a ella como si fuese un salvavidas oculto en medio del mar, solo porque sabía que su calor, su perfume y su olor harían lo que mi maldito corazón no era capaz de hacer. Funcionar.

-Necesita sus pastillas.

Lo sabía, pero no podía moverme. No podía hacer movimiento alguno sin que cada célula de mi cuerpo se quejara ante el esfuerzo. Parecía que en cualquier momento mis pulmones colapsarían bajo la presión de todo ese aire que no lograba llegar del todo al lugar que necesitaba.

-Te amo.- Jadeé con la respiración acelerada.

Mis piernas comenzaron a flaquear, como si fueran dos trozos de gelatina sosteniendo a un camión completo; pero ella no me dejó caer, solo aferró mi cabeza para que esta no golpeara. Escuchaba los pequeños quejidos de mis bebés a la lejanía, llevándome a un mundo diferente, a uno feliz en el que ella y los niños eran los únicos protagonistas.

-Abre la boca, Kara.- Era papá, quien tomaba mis mejillas con fuerza para abrir mi boca.- Hija, necesito que abras la boca y que me dejes ayudarte.

El enojo de minutos antes parecía en el olvido, quizás porque este era el ataque más fuerte que estaba teniendo, y quizás, solo quizás, esta mierda lograra llevarme por delante aunque yo no lo quisiera.

Dejé que cada músculo se relajara, que ellos pudieran hacer todo lo que necesitaban conmigo. Sabía que sola no podía luchar contra mi falla en el corazón, también sabía que si quería vivir, tenía que dejar mi cuerpo a disposición de quienes me querían.

La Bella y La Bestia. (G!P) - [Supercorp] (Supergirl) [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora