Capítulo 29🃏

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ADELINE IVANOVA

Sin voltearme, pongo los ojos en blanco y sonrío. Reconozco su voz de inmediato. Espero unos segundos hasta que decido alejarme de los idiotas que salen corriendo como ratas de inmediato.

—¿Qué?—pronuncio indiferente, mientras lo miro a los ojos.

Él acomoda su corbata y su mirada de hombre bueno e inocente cae sobre mí.

—¿Qué les estabas haciendo?—pregunta serio pero con intenciones de ser mi amigo.

Idiota.

—Sólo les estaba dando una advertencia, Vincent—digo con desinterés.

Su mirada viaja hacia la pistola que tengo en mi mano, se queda en completo silencio para luego reincorporarse y volver a mirarme a los ojos.

Oscura, intensa y al mismo tiempo sumisa; eso es lo que veo en su mirada.

—¿Cómo vas?—pronuncia, refiriéndose a mis prácticas.

Suspiro y camino hacia él.

—Bien, supongo—contesto.

Camino hacia el lugar en donde estaba practicando mis tiros, Vincent me sigue por detrás y se para a mi lado como tranquilidad.
Todo en él expresa tranquilidad, inteligencia, madurez, sinceramente no sé que hace en un lugar como este.

No soy quien para juzgar, pero no puedo evitar hacerme esa pregunta en mi mente.

Miro al costado y me cruzo nuevamente con su mirada, él me observa serio pero con un rastro de amabilidad en sus ojos.
No puedo evitar pensar que todo comenzó cuando Vincent me fue a buscar, aquél día en ese café, el momento en que me pidió que fuera la abogada de Keegan Petrov y acepté sin saber todo lo que vendría detrás de un cliente más.

—Quizás he nacido para esto—le digo, casi en un susurro.

No tengo idea de porqué he soltado eso, pero salió de mi boca sin pensarlo.

Vincent parece incomodarse, coloca las manos en sus bolsillos y mira al frente. El sol ilumina su rostro y puedo ver sus bellas facciones, su cabello oscuro pero perfectamente cortado, su piel trigueña, las largas pestañas que decoran sus ojos negros y los hoyuelos en sus mejillas que le dan un toque tierno e infantil.

Abogado de la mafia rusa. Al verlo, nadie pensaría que él lo fuera.

—Nadie nace para terminar en un lugar como este.

Sus palabras son directas.

No me mira pero yo aprovecho para inspeccionar cada uno de sus gestos y movimientos, es la mejor manera de conocer a una persona, analizandola cuando se encuentra distraída, con la guardia baja.

—El mundo no es de color de rosa, Vinc—hablo con total confianza—. Debe haber un equilibrio para que todo siga funcionando, el mundo necesita el lado oscuro para tener una motivación.

"El lado oscuro" ¿ahí se supone que pertenezco?

No me siento culpable, no siento vergüenza de pertenecer al lado "incorrecto y malvado" de la sociedad.

El morocho vuelve a mirarme, sus cejas se enarcan formando una expresión algo divertida, como si estuviera analizando cada una de mis palabras.

—Tienes clara tu postura—expresa asombrado.

Río y niego con la cabeza.

—¿Qué creías?—inquiero—. ¿Qué los hermanos Petrov me secuestraron y me obligaron a volverme una chica mala?

La abogada del diablo© ||#1 Trilogía Purgatorio||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora