Capítulo 20🃏

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ADELINE IVANOVA.

Hace más de tres minutos que estamos en camino y ninguno de los tres ha hablado, el silencio no es incómodo pero tampoco sé el motivo exacto. Es como si después de la cena hubiésemos vuelto a ser nosotros mismos y el clima se tornó gris.
Lara no bajó en toda la cena y estuve agradecida por eso, no hubiese podido aguantar mis ataques de ira al verla frente a mí.

Ya ha oscurecido y la ciudad se ve más Bonita, observo desde la ventanilla del coche mientras el aire golpea mi rostro. Muy pocas veces puedo hacerlo ya que siempre soy yo la que conduce, pero me relaja demasiado.
Aún me siento en la deriva, ir a la casa de mis padres solo ha sido una excusa para postergar lo que realmente se viene. O quizás ha sido una despedida, una un tanto rara.

Conservo un sentimiento de angustia que invade mi pecho, es casi como si ya se hubiera vuelto parte de mí y sé soportarlo perfectamente.

Keegan enciende el estéreo del auto y en pocos segundos empieza a sonar una canción que reconozco rápidamente.

Creo que a ambos se nos cruza la misma pregunta por la mente y bastan segundos para que el pelinegro y yo observemos de forma extraña a Khlaus, quien a causa de nuestras miradas se voltea rápidamente para mirarnos antes de volver su vista al frente.

—¿Qué?—dice en un tono serio.

Keegan enarca una ceja y mi mira divertido.

—¿Tú escuchas Billie Eilish?—inquiere Keegan, asombrado.

Me contengo las ganas de reírme y no solo porque ese estilo de música no pega con Khlaus, sino por el sarcasmo de Keegan.

El rubio sigue conduciendo y suelta un suspiro antes de responder.

—Eres un idiota—suelta y casi se le escapa una sonrisa—. Kaia dejó su playlist en mi estéreo—responde despreocupado.

No sé porqué pero la sonrisa se me borra y me siento excluida de la conversación.

¿Quién en Kaia?

Me remuevo en el lugar intentando ocultar mi incomodidad y vuelvo mi vista a la ventanilla, papá solía decirme que el aire que nos envuelve cuando miramos por la ventanilla se lleva todos nuestros males para sanarnos.
Aveces siento que puedo, que soy lo suficientemente fuerte para sanar mis propios demonios, pero otras veces tengo por seguro de que jamás lo lograré.

Lo peor de mi trastorno es que me cuesta relacionarme con las personas, la mayoría se harta de mí y se va. Antes sufría mucho pero con el tiempo aprendí a tenerme a mí misma. No puedo ir por la vida diciendo: "Oye, tengo borderline. Tal vez un día sea pura oscuridad pero tranquila, con suerte al otro día será gris"

Max me ha conocido en todos mis estados, me ha visto desde lo peor hasta lo mejor y es la única persona con la que puedo hablar libremente, además de mi psicóloga.

La abogada del diablo© ||#1 Trilogía Purgatorio||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora