Capítulo 32🃏

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KEEGAN PETROV

Me encuentro sentado en el enorme sofá del living, mi pie se mueve al compás de mi impaciencia y no soy capaz de controlarlo. Mi mano izquierda sostiene el celular con el cuál estoy llamando a Adeline, mientras que mi otra mano sostiene fuertemente el vaso de cristal.

Mi hermano está de pie frente a mí, aunque su mirada seria y reservada está enfocada en la ventana que da hacia afuera sé que esta esperando la respuesta a la llamada tanto como yo.

<<llamada rechazada>>

Mierda.

Khlaus suspira y oigo una irónica risa por lo bajo, aún dándome la espalda decide hablar.

—¿Te rechazó la llamada verdad?—inquiere, ya sabiendo la respuesta.

Le doy un sorbo a mi trago y me pongo de pie.

—Es Adeline—hablo tranquilo—, sabes perfectamente que tiene un serio problema para seguir las malditas reglas.

Su espalda se contrae y decide voltear a verme, su mirada es intensa y su ceño está fruncido.

Adeline logra acabar con la paciencia de mi hermano, me encanta...

—¿Es Adeline?—repite en un tono provocador—. Hablas como si la conocieras.

Mi rostro se endurece y no tardo en darme cuenta por que lado se acaba de ir la conversación.

—¿Eso te molesta?—digo con una sonrisa sarcástica.

Él ríe y niega con la cabeza.

—Nunca terminas de conocer a una mujer como Adeline, brat.

Su estúpida mirada, la sonrisa y tranquilidad que mantiene todo el maldito tiempo creyéndose que tiene el mundo a sus  pies.

Maldito idiota.

Mi padre está muerto gracias a él y eso es algo que jamás me quitaré de la mente, le voy a recordar cada día que puedo quitarle todo su poder en cualquier momento.

Me tomo todo el líquido del vaso y me volteo molesto. Khlaus se ve tranquilo por fuera pero lo conozco lo suficiente como para saber que le jode demasiado que ella se haya ido sin importarle una mierda su orden, su imperio y todo su puto poder.

—La vida no es todo análisis y manipulaciones, Khlaus—le digo mirándolo a los ojos—. Deja tus mierdas para ti solo.

Solo recibo silencio de su parte.

Ninguno de los dos ha mencionado lo de anoche pero con tan solo una mirada somos capaces de compartir pensamientos.

Algo cambió, algo inició y esto nos incluye a los tres.

Le doy una mirada de indiferencia y salgo de la casa, camino por el jardín mientras saludo a los boyevik que se encuentran en el camino a la casa y me enfoco en mi camino. Necesito descargarme de alguna manera, no soy bueno para contener las emociones y cualquier pensamiento podría ser el detonante.

Así soy desde niño, impulsivo hasta tal punto de volverme ciego. Siempre suelo advertirles a las personas, no soy como Khlaus, no lo tengo todo perfectamente calculado y controlado. Yo no tengo término medio, o me conoces como un ángel o te tocará sufrir las consecuencias de verme como un monstruo.
Mi padre solía decirme que aquello es mi gran debilidad, el no poder controlar mi ira. Con su ayuda aprendí a sobrevivir con ello pero no puedo prometer que lo controlaré.

Soy algo así como una maldita y explosiva máquina.

Te daré el mundo entero si creo que te lo mereces, pero no lo desperdicies, no me traiciones o te haré arder junto al mundo que yo mismo te entregué.

La abogada del diablo© ||#1 Trilogía Purgatorio||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora