Haya paz.

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— ¿Dónde vas tan rápido? —preguntó Chris.

— No voy rápido, es mi paso normal —respondió Beatriz.

— ¿Siempre eres así de borde? —preguntó divertido.

— Sólo cuando no estoy de buen humor —respondió con sequedad.

— Antes quedamos en olvidar lo de ayer.

— No es por eso... —cerceró rápidamente.

— ¿Qué es entonces?

Beatriz paró en seco, miró a Chris y extendió los brazos.

— Nos han dejado solos —recalcó.

Inesperadamente para Beatriz, Chris se echó a reír y, claro, la contagió al final.

— Deja de reírte, a mi no me hace gracia —pidió poco convencida— Madre mía... Qué vergüenza.

— Es la primera vez que te arreglan una cita, ¿eh?

— ¿Qué? Esto no es una cita, no lo es —determinó muy segura.

— Sí, es la primera vez.

— No se de qué me estás hablando —espetó nerviosa.

— Tranquila, sólo somos dos personas que casi no se conocen dando un paseo por los prados de Irlanda. No es una cita —concluyó.

— Eso no me tranquiliza —aseguró más nerviosa— las odio.

— ¿Tan mala compañía soy? —preguntó apreciablemente disgustado.

— ¿Eh? No... Lo siento Chris, es que no sé qué hacer, nada más.

— No tienes que hacer nada, sólo ser tú —indicó amablemente, animándola.

— ¡Ja! Para ti es fácil decirlo. Tu no estas con Chris Evans a solas —bromeó, aceptando el consejo.

— Soy Chris Evans —dijo en tono bromista y los dos rieron—. Hablando con seriedad, el problema es que yo soy yo, ¿no?

— Es complicado.

— Soy una persona normal, como tu y cualquier otro.

Beatriz se echó a reír con eso.

— Muy normal no soy pero no es porque seas famoso... Mejor dejemos este tema, ¿si?

— Por mi estupendo —sonrió Chris.

El silencio volvió para reinar durante varios pasos hasta que una abeja apareció en frente de Beatriz. Su reacción fue gritar, agitar los brazos y huir escondiéndose detrás de Chris.

— Sólo es una abejita, seguro que la has asustado tú más —dijo Chris calmando a Beatriz, que se encontraba aterrada, en cuanto desapareció la abeja.

— Dios... Era enorme —exageró tranquilizandose.

— Ya pasó, tranquila —la interrumpió a la vez que la abrazó.

— Me dan pánico, lo siento.

— No importa.

— Gracias —agradeció separándose de Chris— y que sepas que un lobo me daría menos miedo.

Chris soltó una sonora carcajadas con eso comentario.

— Y dime, ¿qué cosas te gustan?

— Espero que no estés ligando conmigo o algo así.

— Estaba siendo amistoso, te prometo que no voy a ligar contigo si así dejas de estar todo el tiempo a la defensiva.

— Vale... Lo intentaré —prometió.

— Algo es algo.

Las horas transcurrieron velozmente mientras se iban conociendo y a la vez descubriendo que tenían más cosas en común de lo que podía parecer. Cuando uno hablaba el otro escuchaba y contestaba fascinado y viceversa. Sus ojos brillantes reflejaban su entusiasmo cuanto más se conocían, tanto era así que perdieron el rumbo y el sentido del tiempo completamente hasta que de pronto se percataron de lo perdidos que estaban.

Habían llegado hasta unos rocosos acantilados y el sol cerca estaba de desaparecer.

— Mierda, nos hemos perdido.

Un Sueño Vivido. II © (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora