Compras.

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— Cambio de planes. Nos vamos a por ropa ahora mismo —anunció Chris alzando a Beatriz en brazos como si fuera un saco de patatas.

— ¿Qué haces? —preguntó en los brazos de Chris, que impaciente la llevó el mismo su habitación.

— Te lo explico en el camino —abrió su armario para rebuscar ropa que dejar a Beatriz— pruebate estos pantalones y esta sudadera.

Beatriz, un tanto anonadada, se fue a su habitación para cambiarse. Con esa ropa puesta parecía que ella hubiera encogido en la lavadora. Se hizo una coleta y salió al salón Donde Chris la esperaba, en cuanto la vio no pudo evitar reírse.

— Ja, ja, ja, muy gracioso, ¿no teníamos prisa?

— Sí, vamos —contestó aún entre carcajadas.

Pues así llegaron a la zona de tiendas, el trayecto en coche fue bastante más corto de lo esperado para ella, aunque al final Chris no la explicó nada.

— Chris, déjame en la puerta, así no te verán a ti.

— Ahora eres mi novia, ¿recuerdas? Qué más da, además llevo mi gorra y gafas.

— Cómo olvidarlo... De todas formas prefiero entrar por separado —dijo con un tono más cercano a una orden que a una petición.

— Está bien, voy a aparcar.

— Vale —se desabrochó el cinturón y llevó la mano a la puerta para abrirla— hasta ahora.

— ¡Espera! Te olvidas algo.

— ¿El q... —un beso la interrumpió.

— Puedes irte —concluyó Chris sonriente.

Así que bajó del coche y entró a la tienda más barata que pudo encontrar, aún así sentía las miradas de las dependientas y algunos clientes, como si fuera una vagabunda, por esto se dió prisa en elegir algo y probarselo. Unos vaqueros sencillos, una camiseta básica gris y una sudadera verde caqui con cremallera. Se lo probó y al salir con ello puesto se encontró con Chris.

— No pensarás comprar sólo eso...

— Sí, no me llega para más, ¿algún problema?

- Cómo hago para que se compre algo más elegante... —pensó Chris.

— Ninguno, pero... Espera aquí, no te muevas —enfatizó esto último.

Unos cinco eternos minutos después Chris llegó acompañado de una dependienta, la cual llevaba bastante ropa para Beatriz.

— Muchas gracias —Chris  cogió la ropa y se metió al probador con Beatriz.

— Estás loco Chris —afirmó divertida.

Él se encogió de hombros y se sentó a la espera de que Beatriz se probará la ropa elegida por la dependienta. Sin embargo ella observó la ropa, vacilando.

— Tranquila, no lo he elegido yo...

— No es eso, ¿puedes...? —sugirió indicando que se tapara los ojos.

— Venga ya —exclamó.

— Chris —insistió.

Cuando comprobó que Chris no hacía trampa se dispuso a probarse unos pantalones de pitillo negros y una camiseta blanca con encaje, escote de pico y manga francesa.

— ¡Madre mía!

— No sé tu talla lo siento...

— No, tranquilo no es eso, es que me gusta cómo me queda —confirmó sorprendida.

— Wow —soltó Chris nada más abrir los ojos.

— Pero es demasiado —dijo refiriéndose al escote— no se... ¿Qué opinas?

— Wow —repitió.

— La verdad es que me gusta pero es demasiado...

— Sexy —la interrumpió mordiendose el labio inferior.

— Incómodo —corrigió— no es mi estilo Chris.

Antes de que pudiera enterarse, Chris la había empotrado contra la pared. Sin dejarla pronunciar palabra la besó con esos carnosos y suaves labios, ella no pudo si no soltar un leve gemido en su boca a lo que él respondió con un gruñido. Las manos de Chris adquirieron vida propia acariciando la cintura de Beatriz hasta sus pechos. Justo en ese momento ella volvió a gemir con sorpresa y haciendo esfuerzo consiguió apartar a Chris. Se miraron a los ojos, con la respiración agitada y sonrieron.

— Dios Chris... Sabes cómo convencerme —confesó guiñando un ojo.

Al final se llevó todo exceptuando lo que había elegido al principio, en vez de eso compró ropa interior y demás artículos que pudiera necesitar. Con esto, y con el conjunto "ardiente" puesto llegaron al coche, pero sólo para guardar la compra.

Chris entrelazó su mano derecha con la izquierda de Beatriz y así la llevó a la zona de restaurantes.

— Me estás matando Chris —se quejó— ¿a qué viene tanto misterio?

— Es una pequeña sorpresa, ya lo verás.

— Tú y tus sorpresas...

— ¿Qué sorpresas?

— Oh, ya... Nada, nada —sonrió amable.

— Ya hemos llegado —afirmó parándose frente a un restaurante italiano.

Dejó que entrará primero ella, que quedó fascinada por la moderna decoración del lugar. Chris la guió hasta una mesa donde una mujer los miraba sonriente. Esta se levantó para saludarlos.

— Hola mamá.

— Hola hijo —saludó con la mirada fija en Beatriz.

— Mamá te presento a Beatriz, Beatriz ella es mi madre Lisa.

— Encan...

— ¡Por fin te conozco! —exclamó interrumpiendola y la abrazó cariñosamente.

Un Sueño Vivido. II © (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora