Comidas.

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Comieron tranquilamente, hablando un poco de todo. Beatriz descubrió que Lisa había llamado a su hijo esa mañana y fue ahí cuando se enteró del recién noviazgo. También hablaron sobre los estudios de Beatriz, los proyectos de Chris y otros temas irrelevantes. La cuenta ya estaba pagada por Chris, muy al pesar de Beatriz, quien se levantó para ir a los aseos.

— Si me disculpais.

— Espera, voy contigo —añadió la señora Evans.

Cada una hizo lo propio y luego se lavaron las manos, momento que aprovecho Lisa para hablar con la joven.

— Pasado mañana iré de compras, me gustaría que vinieras y hablamos un poco más —sugirió a modo de afirmación.

— No se qué decir.

— Ven mujer, así nos conoceremos mejor —insistió amablemente.

— Está bien, iré con usted.

— Por favor, ya te he dicho que me tutees, si mi hijo confía en ti, yo también.

— Gracias... Lisa —contestó con una tímida sonrisa.

Entonces se despidieron y mientras Lisa se fue por su cuenta, la pareja regresó al coche.

— Chris.

— Dime.

— No me encuentro bien... —dijo Beatriz con la voz apagada.

Asustado paro en el arcén, fuera de la carretera, cuando se fijó en Beatriz pudo ver que estaba pálida.

— Beatriz, mírame —pidió agitado.

— El asiento Chris —consiguió decir indicando que lo tumbara.

— ¿Qué te pasa Beatriz? No te desmayes por favor.

— Tranquilo, sólo necesito hierro y tumbarme un momento...

— ¿Hierro? —preguntó— así no te puedo dejar.

Chris trasladó a Beatriz con cuidado a los asientos traseros para que fuera más cómoda y poder conducir sin problema. Así condujo hasta encontrar una farmacia. Compró una caja con pastillas de hierro como Beatriz le había indicado y en escasos minutos volvió al coche con las píldoras férreas y un botellín de agua.

— ¿Son estas?

Beatriz asintió y se incorporó con ayuda de Chris para tomarse una pastilla y beber agua, un trago fue suficiente, entonces se recostó de nuevo.

— Lo siento, hacia tiempo que no me pasaba esto.

— No sientas nada, casi estamos en casa.

Así que al poco rato llegaron y Chris intentó llevar a su novia en brazos, sin embargo ella se resistió y lo más que pudo hacer fue rodearla con un brazo evitando una posible caída al suelo de la chica que poco a poco se encontraba mejor.

— Lo siento de veras —repitió molesta consigo misma.

— Vamos hasta el sofá, te prepararé algo.

— No, no hace falta Chris. Joder lo siento, todo me tiene que pasar a mi maldita sea —maldijo.

— Calma, sólo ha sido un mareo.

Beatriz rio sarcásticamente interrumpiendo a Chris haciéndole sentir confuso.

— Ojalá hubiera sido sólo un mareo —se cortó al recordar que Chris desconocía que sufrió un accidente y lo último que quería era darle lástima, así que se inventó algo que no era del todo falso— es anemia... Ya sabes por la menstruación, nada de qué preocuparse —aseguró dedicándole una sonrisa.

Un Sueño Vivido. II © (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora