Reencuentro

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Un día se levantó y sin pensárselo dos veces cogió el móvil y llamó a Paula. Estaba tan nerviosa que le temblaban las manos y apunto estuvo su smartphone de resbalarsele de las manos. Un toque, dos toques, tres... Nada que no lo cogía. No quería volver a llamar pensando en que la estaba ignorando. Intentar hablar con ella por teléfono sería inútil así que sin más miramientos se fue a buscarla a su casa. Sólo faltaba que se hubiera mudado, así y todo la buscaría hasta dar con su amiga. Por suerte para Beatriz, Paula no vivía demasiado lejos ya que vivían en el mismo barrio. Diez minutos después de salir de su casa y tras un paseo con ligero andar llego al portal del edificio en el que vivía Paula. Buscó el 6° A en el telefonillo y llamó.

— ¿Quién es? —contestó una voz masculina.

— Soy Beatriz

— Una tal Beatriz —se escuchó a lo lejos— abre.

Perfecto, quizá después de todo podría salvar su amistad con Paula. Subió en el ascensor, se miró al espejo mientras ensayaba un saludo apropiado para la ocasión. Las puertas del ascensor se abrieron, ya estaba en el sexto piso. Los nervios afloraban a pasos agigantados en Beatriz.

Cuando llegó a la puerta vaciló a la hora de llamar al timbre y cuando alargó la mano para tocar el interruptor la puerta se abrió. Eso no se lo esperaba, un chico la abrió la puerta. Paula no tenía hermanos y rondaba los veinte como ella. Sólo podía ser...

— Tú serás Beatriz —dedujo el chico— No te quedes ahí, pasa adentro —dijo amablemente.

Beatriz entró a la casa. Hacía mucho que no visitaba el lugar y sin embargo todo seguía igual. Casi todo. Paula apareció en el hall segundos después de oír cerrarse la puerta principal. Ya la había visto por el campus todos esos años pero esta vez era distinto. Algo en Beatriz se rompió y no pudo evitar que las lágrimas recorrieran sus mejillas. Al parecer Paula se conmovió y la empatía hizo el resto.

— Mejor os dejo a solas —murmuró el joven, cauteloso se fue al salón.

— Paula, perdóname. No sabía que te echara tanto en falta —confesó Beatriz entre sollozos.

— No, lo siento yo, fui una tonta por irme —refutó Paula.

— La tonta fui yo por decirte todo eso y echarte de mi vida de esa forma. Por favor perdoname —suplicó Beatriz

— Sólo si tu me perdonas a mi.

A modo de perdón mutuo se dieron un gran abrazo hasta que el llanto se fue.

— Acompáñame al salón, será mejor que estemos cómodas porque hay mucho que contar —dijo Paula.

Ya en el salón Beatriz no pudo evitar mirar fijamente al muchacho. Paula se sentó con él dándole la mano y sonriendo amablemente a Beatriz. Por lo visto no se había equivocado al pensar que era su novio.

— Bea, te presento a David

— Hola —dijo saludando con la mano alegremente.

— Hola —respondió Beatriz con una sonrisa que no ocultaba el asombro.

Hasta ese momento en que vio a Paula con David no se fijo en lo madura que parecía Paula. Era toda una adulta. Beatriz se preguntaba si la otra pensaría lo mismo.

— ¿Cuánto lleváis saliendo? —se atrevió a preguntar. Se sorprendió por ello.

— Pronto cumpliremos dos años

— Exactamente dentro de tres semanas y dos días —intervino David.

— Vaya, eso es bastante tiempo. Me alegro mucho por vosotros chicos —dijo sinceramente.

Paula quería preguntarla sobre su sueño, temiendo estropear el reencuentro preguntó algo más superficial.

— ¿Cómo te va en la uni? Debes estar emocionada, el año que viene acabas.

— Me va bien, me mato a estudiar para conseguir las becas. Es lo único que hago. ¿ Y tú?  También estarás emocionada por acabar.

— Bueno, no me va también como a tí, este año tengo que repetir así que me quedan dos —confesó decepcionada.

— Vaya, lo siento no lo sabía.

— No importa.

— Perdonad la intromisión pero creo que deberíais ir al grano —intervino David, rompiendo el silencio incómodo— Y si queréis me voy para que habléis de vuestras cosas.

La pareja dirigió sus miradas a Beatriz, esperando su respuesta.

— Em... No hace falta que te vayas, supongo que te lo habrá contado.

— No me quiero entrometer pero preferiría quedarme —confesó David.

Eso le sacó a Beatriz una carcajada que acabó contagiando a los otros dos.

— ¿Estás segura de que quieres hablar de eso? —preguntó Paula, ella sabía cómo afectaba el tema a su amiga.

— Sí, he intentado olvidarme, y por un tiempo lo hice pero sigue ahí. Encima ha ido a peor este último mes con todo el estrés de fin de curso...

— Sabes que yo te ayudaré, te lo prometía  entonces y sigue en pie.

Beatriz asintió, sus ojos ahora estaban vidriosos.

— Yo también ayudaré —se ofreció David.

— ¿Estáis seguros?

— Claro —afirmaron al unísono.

Antes de empezar, Beatriz les contó qué había sentido ese último mes.

— Al principio creía que eran los nervios, pero luego todos esos recuerdos volvían a mí. Y sentía un vacío enorme. Creía que era ti... Sin embargo aun lo siento, no es tan fuerte después de juntarnos otra vez pero persiste esa sensación.

Dicho eso los tres se pusieron manos a la obra. Mientras que Beatriz y Paula revisaban la pulsera, David no dejaba de repetir aquella frase "I will love you till the end of times".La repitió una y otra vez. Algo no encajaba. Entonces se le iluminó la bombilla.

— ¡Habéis pasado una obviedad por alto! —exclamó emocionado por el descubrimiento.

Un Sueño Vivido. II © (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora