El bar

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Como acto reflejo dio un respingo y se esfumó. Una vez se escondió de Chris intentó contener la risa nerviosa, ese hombre sacaba su lado más inmaduro. Se sentía completamente ridícula, qué iba a pensar Chris de ella si lo único que hacía era huir de él. La verdad es que no huía exactamente de Chris, si no de su sueño, de lo que sabía que sintió por él en aquella onírica realidad. Temía sentir lo mismo cuando apenas le conocía, temía el dolor que la supondría una muy probable no correspondencia por parte de Chris.

Fue a reflexionar al baño, que por suerte estaba escondido de la vista de Chris, allí podría tranquilizarse sin que nadie la molestara. Se lavó la cara para refrescarse un poco y se obligó a tragarse su miedo y toda su vergüenza. Si Chris estaba allí, no era por casualidad, el destino la acababa de otorgar una segunda oportunidad y no iba a retar al destino.

— Chris, ¿cómo tú por aquí? —se atrevió a preguntar.

— ¿Beatriz? No te había visto —contestó extrañado y sorprendido.

Ella deseó con todas sus fuerzas que fuera verdad porque a ese ritmo su dignidad iba a desaparecer.

— ¿Ya has pedido? —preguntó con toda la profesionalidad que le permitía ser camarera.

Por su parte Chris la miró dudoso.

— Trabajo aquí —afirmó Beatriz.

— Ah —soltó Chris un tanto embobado. Esa cara de pasamado provocó que unas carcajada se liberara de la garganta de Beatriz.

En silencio y durante exactamente tres segundos se miraron a los ojos, buscándo una respuesta a la pregunta que aún no se atrevían a plantearse. John apareció en escena interrumpiendo ese momento.

— ¿Llevas mucho trabajando con John?

— Tan sólo unos meses.

La tensión en el ambiente podía cortarse con un cuchillo, pero no una negativa si no una más bien silenciosa. Para que se entienda mejor podría decirse que el silencio era una protección o defensa creada por el temor a hacer el ridículo (más si cabía) ya que el encuentro había sido casual. A decir verdad era más por parte de Beatriz que por parte de Chris, y si él no decía nada era por la presencia de John.

— ¿Cuanto es, John? —inquirió Chris, con un billete en la mano que acababa de sacar, era su mejor escusa para marcharse.

— ¡Os conocéis! —exclamó Beatriz a modo de cuestión.

— Sí, es un viejo amigo —contestó John con toda la normalidad del mundo.

— Ah —soltó Beatriz del mismo modo que lo había hecho Chris poco antes.

Mientras intentaba asimilar toda esa información Chris se fue sin más. En realidad Chris huyó tal y como lo había hecho Beatriz, también tenía nociones que asimilar. Ahora que Chris sabía dónde encontrar a Beatriz todo iba a ser más sencillo para él.

— Bea, tienes que limpiar las mesas 3,4, y 9 y luego ocuparte de reponer las botellas de refrescos —ordenó John.

— Estoy en ello —contestó ella, un poco perdida.

Hizo su trabajo, no la llevó mucho tiempo pero apenas pudo descansar un minuto porque tenía más tareas por realizar. Ese era su deber para poder pagar los gastos. De todas formas, no era suficiente distracción, Chris ganaba la batalla, en cuanto a ocupar su mente se refiere, causando muchas sonrisas tontas en su cara. Ojalá Amanda no se hubiera ido tan pronto, habría sido más apacible que hubiera estado cuando Chris fue al bar. Así y todo, ya se lo contaría mañana, y ya de paso también aprovecharía a elucubrar sobre las coincidencias y no coincidencias de encontrarse con Chris en los lugares que ella más frecuentaba.

Ese día cerraron bastante pronto porque al ser domigo la gente se acostaba pronto ya que tenían que madrugar los lunes, el comienzo de la semana laboral. Nada más entrar en su apartamento miro su móvil, que se había olvidado en la cómoda con las prisas de llegar a tiempo al bar, estaba sonando indicando así que tenía una llamada entrante. La sorprendió ver de quién era, no se lo esperaba en absoluto.

Un Sueño Vivido. II © (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora