Inolvidable

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Beatriz no quería girarse ni creer lo que su intuición sospechaba, pero sucumbió por el deseo de verle otra vez. Y allí estaba él, Chris Evans, caminando sin rumbo fijo hasta que una llamada de Amanda provocó que se parara en seco en cuanto vio a su amiga española. Estaba convencido de que era una visión y por eso parpadeó varias veces, sin embargo era tan real como él. Amanda tomó a Paula del brazo para dejar solos a Chris y Beatriz, fue costoso pero la pelirroja cedió por el bien se su amiga. Aunque el silencio fue breve ellos lo sintieron eterno.

— Chris —se atrevió a decir Beatriz— ¿Qué hace aquí una celebridad como tú?

— John me ha invitado —contestó amablemente.

— Es precioso.

— ¿Qué?

— Digo que Irlanda, este sitio, es hermoso —repitió sonriendo tontamente.

— Sí que lo es —admitió con la misma sonrisa de Beatriz.

— Entonces, ¿te acuerdas de mi? —Soy idiota, ¿por qué se lo he tenido que preguntar?(pensó Beatriz)

— Yo...

— ¡BEATRIZ! ¡BEATRIZ!

La aludida se giró, Alice estaba llamándola desesperadamente y se dirigía a ella veloz y con los brazos abiertos.

— Salvado por la campana —pensó Chris.

— ¡Alice! —exclamó al tiempo que abrazaba a la pequeña— Te he echado mucho de menos.

— Yo a ti más —la abrazó con más fuerza.

El actor aprovechó la distracción y se marchó por donde había venido, dar otro paseo no le vendría nada mal.

— Vaya Alice, has crecido un montón, ya eres una mujercita —parecía mayor de lo que era, quizá por su enfermedad, quizá por su madurez para ser tan pequeña.

— Soy una niña, estoy en edad de crecer —contestó Alice con la salsa que tenía ella.

Beatriz se rió ante esa respuesta tan elocuente.

— Oye Bea

— ¿Si?

— Conmigo puedes hablar cuando quieras así que ve con Chris —como Beatriz no supo qué contestar, la niña insistió— ¡Vamos!

Qué podía hacer, Alice era capaz de llegar a ser muy terca así que mejor hacerla caso ahora, de todas formas ir con el americano era justo lo que deseaba. Esta vez no huiria, al contrario, iba a "perseguirle". Mejores dicho, iba a recorrer el mismo camino por el que Chris se había ido a pasear hasta encontrarse con él. Dio gracias al paso lento del actor y con indiferencia se situó a su altura.

— Qué susto, no te había visto —dijo tras dar un respingo.

— Perdona, ya me llaman fantasma... Pero no lo hago aposta —se excusó.

Chris se rió brevemente y el silencio, incómodo silencio, surgió para permanecer demasiado tiempo.

— Sí

— ¿Eh?

— Antes me has preguntado que si me acuerdo de ti, y mi respuesta es sí.

Beatriz no pudo si no sonrojarse, no esperaba para nada que lo hiciera, sin embargo tenía la pequeña esperanza de que sí por lo cual se puso la mar de contenta, claro que todo en su mente que ya era demasiado el ponerse colorada.

— Seguro que es por el ridículo que hice... Me pones nerviosa —se arrepintió de confesar aquello tan pronto como salió de su boca— Lo siento, no quería decir eso.

— No pasa nada —aseguró Chris interrumpiendola— además a eso no se le puede llamar hacer el ridículo —añadió divertido.

— ¿No? Y qué dirías tú que es hacer el ridículo.

— Si te contara...

— Estás hablando con una experta en hacer el ridículo, puedes contármelo, sí quieres obviamente.

— Tú lo has querido. Pues resulta que un día, cuando estaba rodando los Vengadores, Robert tuvo la gran idea de poner velcro en una silla en la que me senté y cuando me levanté se rasgó el pantalón de forma que mis calzoncillos eran visibles. Y todos detrás de mi riéndose. Supéralo —la retó.

— Podría haber sido peor, créeme, pero te voy a contar otra historia. Cuando tenía como dieciséis años todos los de clase quedamos en ir en tirantes a clase el día siguiente, era invierno. Resultó que no había que ir en tirantes si no que teníamos que llevar tirantes pero de estos que usas para sujetarte el pantalón... Sólo diré que pasar frío fue lo menos desagradable. Me llamaron la fresca el resto del curso, ahí lo dejo.

Hasta que no le miró no se dio cuenta de que Chris se estaba riendo y mucho, con lo que se contagió. De pronto, el actor, se detuvo, sin dejar su sonrisa.

— Creo que nos hemos perdido.

— ¿En serio? —exclamó asustada.

— No, estaba del broma.

— Qué susto...

— Ale pues ya estamos iguales, tú me has asustado a mi y yo a ti. ¿En paz? —preguntó extendiendo la mano.

— En paz —contestó al tiempo que daba la mano a Chris.

Y casi sin notarlo poco a poco se fueron acercando, escasos centímetros los separaban, se miraron a los ojos y sonrieron inconscientemente.

— Me gustas Beatriz —confesó muy en serio.

— ¡¿QUÉ?! —pensó, sus pupilas de dilataron y Chris adivinó su pensando.

— Me gustas mucho —confesó de nuevo, acercándo su rostro un poco más al de Beatriz, podían sentir el aliento del otro.

— Chris...

Un desesperado beso la interrumpió para llevarla al paraíso. No podía creerlo, Chris besandola, se encontraba en el mismísimo cielo. Y él se separó de Beatriz, con los ojos cerrados todavía, ambos igual marcando en sus mentes ese beso para siempre. Cuando abrieron los ojos las mejillas de ambos se tornaron rojizas. No necesitaron palabras para entenderse, sus manos se entrelazaron y volvieron a la casa en un silencio, ahora sí, agradable.

Un Sueño Vivido. II © (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora