Capítulo 16

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-Buenas noches, respetables damas y caballeros – Karen se colocó en las gradas del salón para hacer de anfitriona – El motivo de esta fiesta es para celebrar y para agasajar la existencia de dos seres muy especiales para mí. El primero es el hombre que me ha abierto las puertas de su casa y de su corazón, me ha cuidado a pesar de mi carácter – muchos se rieron cuando Karen hizo este comentario – Y al cuál yo consideró como un verdadero hermano. Él es el señor Terrence Grandchester – y Terry pasó dio unas cuantas palabras de agradecimiento, y por supuesto muchas jóvenes tanto solteras como casadas le lanzaron miradas y susurraban entre ellas mismas – El segundo, pero no menos importante es un buen amigo. William Albert Andly – al igual que, Terry. Albert también agradeció por la presencia de los invitados – Y aprovechando esta oportunidad quiero presentar a una jovencita…

-¿Y ahora qué esta haciendo la loca de, Karen? – preguntó en voz baja Terry a Albert y este solo negó.

-Ella es una mujer extraordinaria, a pesar de que la conozco poco, pero yo metería las manos al fuego por defenderla. Ella es la señorita Candy White – Sandra a empujones bajo a la rubia y Karen discretamente la tomo de la mano trasmitiéndole seguridad – Candy en muy poco tiempo se ha ganado mi confianza absoluta, y muchos aquí presentes saben que bromeo con todos, pero ganar mi confianza no es nada fácil – varios de los invitados se rieron. Y Karen miraba con orgullo y diversión las caras de las Legan. Y sobre todo la de la “mojigata” ella sabía la historia de amistad entre esa y Candy, ya que Terry se la conto y estaba muriendo de risa por dentro al ver que le faltaba poquito para que se le cayera la quijada – Así que démosle un aplauso a esta belleza de mujer, que más que una dama de compañía se ha vuelto como la hermana que nunca tuve.
Al decir esto la castaña abrazó a Candy. Y todos aplaudieron. Candy dijo unas cuantas palabras también, pero sobra decir que se confundió en algunas por lo nerviosa que estaba. Luego oficialmente la fiesta empezó.

-Esa joya es preciosa, Candy. ¿Quién te la dio? Pero que cosas digo fue Terry -  declaró, Karen – Luce con tus ojos.

-Eso mismo me ha dicho él – concluyó la pecosa y ambas rieron.

Albert se acerco a Karen y la tomo de la cintura.

-Así que un buen amigo ¿eh? – le susurró y ella le respondió con un codazo.

-Mira, Candy él es Albert Andly. Mi buen amigo – presento, Karen a Candy – Albert ella es Candy White, mi dama de compañía y amiga.

-Un placer señorita White – por alguna razón, Albert se le quedo viendo por largo rato a la pecosa. ¿Era su imaginación o esta señorita se parecía mucho a su hermana muerta? ¿Esa mirada? ¿Ella era la chica de la cuál su mejor estaba enamorado? Tenía muchas preguntas, pero al parecer la castaña sufrió un pequeño ataque de celos.

-Mucho gusto – dijo, Candy intimidada por la mirada de Karen – Eh… yo tengo que irme – y la pobre se fue rápidamente antes de que Karen la matará con la mirada.

-¿Si quieres te traigo una porcelana? Ya casi se te cae la baba por estar viendo a Candy – inquirió, Karen y se fue.

-Espera, Karen – y así inició la pelea y el drama.

-¡Candy! – la pecosa escuchó una voz reconocida, volteó a ver y se encontró a Anthony y Archie.

-Señores – saludo formal la rubia – ¿Cómo están?

-Llámanos solo por nuestro nombre, Candy – insistió, Archie.

-Sí, Candy. No es necesario tener mucha formalidad.

-Exacto. No sabia que trabajarías para Grandchester. De saber que andabas buscando trabajo de dama de compañía. Te hubiéramos presentado a la tía abuela.

-Sí, a ella también le hubieras caído muy bien.

-Gracias por su ofrecimiento, pero yo me encuentro muy contenta trabajando para Karen – y era verdad, si Karen tenía razón esa señora era "una amargada".

-Bueno si algún día, cambias de opinión ya sabes donde buscarnos.

-Gracias.

-Ahora déjame presentarte a mi hermano – dijo, Archie – ¡Stear! ¡Stear, ven!

Un joven de cabello castaño y de lentes se acercó junto con una joven del mismo color de cabello y con lentes también.

-Buenas noches – dijeron los recién llegados – Tú eres Candy. La dama de compañía de la egocéntrica actriz – afirmó el joven castaño.

-Sí

-Yo soy Alistar Cornewell – se presentó. Y Candy recordó los apodos de las fotografías. “el elegante” “el inventor” y “el princeso" pero a la joven no la conocía – Ella es Patricia O'brien. Mi novia

-Mucho gusto, Candy – y Patricia se le acercó y le dio un abrazo. Era extraño porque aparte de Terry y Karen ninguna otra persona de sociedad la había abrazado.

-El gusto es mío, Patricia – le dijo, Candy con sinceridad. Pero a lo lejos vio algo que hizo una ruptura en su corazón. Terry estaba bailando con la tal Susana Marlow. Pero había algo que no encajaba, él no estaba feliz más bien parecía que lo estaban torturando. Pero daba igual que estuviese feliz o no. Estaba bailando con ella, tomándole de la cintura y la mano.

-Puedes decirme, Patty – la voz de Patricia la hizo volver a la realidad – Karen me hablado muy bien de ti.

-¿En serio? ¿Eres amiga de Karen?

-Algo, así – contesto, Stear por su novia – Digamos que nos utiliza a nosotros dos para estar cerca de Albert, mi tío. Bueno tío de los tres.

-Sí, pero solo a Stear trata como a un sobrino, Albert – comentó indignado Anthony.

-Tiene razón, a mí y Anthony ni nos voltea a ver si quiera – apoyo, Archie – Aquí entre nos creo que Albert esta celoso de ti Anthony.

-¿Por qué? – preguntó la pecosa.

-Larga historia. Pero esta noche es para disfrutar. ¿Candy, te gustaría bailar conmigo? – le propuso, Anthony a Candy, pero antes de que respondiera la voz de Archie la interrumpió.

-Espera, Candy. Te presentaré a mi esposa ¡Annie! ¡Annie ven! – el corazón de, Candy latió un poco fuerte. No porque le emocionaba que Annie le hablará, si no que todo lo contrario. No quería hablarle – Annie cariño te presento a Cand…

-Lo siento, Archie. Pero necesito a Candy ahora mismo – Karen se interpuso al tiempo que la pecosa se estaba volteando para ver la cara de Annie, la castaña se llevó a la rubia lejos de ahí.

-Ka…Karen – dijo balbuceando – Pensé que estabas enojada conmigo – le dijo cuando ya estaban algo retiradas de la gente.

-¿Enojada contigo? Ja. No para nada – las palabras de Karen tranquilizaban a la pecosa – Estoy enojada, sí, pero no contigo. Si no con Albert, estoy enojada con él y no confío en ese imbécil – Candy se le quedo viendo sin entender nada de lo que Karen decía – Por si no te has dado cuenta, Albert no solo tiene fama si no que de verdad es un auténtico mujeriego.

-Karen, cariño tenemos que hablar – él susodicho apareció donde ellas estaban, solo que esta vez no se le quedo viendo a Candy, si no que su mirada era solo para la castaña.

-Con permiso – dijo la pecosa y desapareció.

Candy se fue a refugiarse a la cocina junto a Sandra. Estaba mal lo reconocía. Tanto que prefirió no pasar enfrente de el salón, por el temor de encontrar a Terry con Susana. Solo que esta vez en lugar de estar bailando, se estarían besando.

-Deberías regresar – le dijo Sandra a Candy luego de pasar ahí dos horas – Sabes que Karen y Terry quieren que estés allá.

-Aquí estoy muy bien. Estoy contigo haciéndote compañía – dijo mientras seguía comiendo su helado de chocolate que Sandra le dio.

-Es que ag…Candy. Una jovencita como tú deberías de ir a conocer gente, hablar, bailar. Haber dime ¿con cuántos has bailado?

-Con ninguno – respondió sin ganas – No me interesa, conocer gente, ni hablar, y mucho menos bailar.

-¿Es por Terry? Porque lo vistes bailar con la señorita Marlow ¿verdad? – Candy estuvo a punto de negarse, pero no le quedo de otra más que solo bajar la mirada – Lo sabía. Desde que llegaste aquí supe que él te gusta. Mira Terry siempre ha rechazado a la Señorita Marlow. Ella no le interesa. De eso puedes estar segura – Candy tampoco respondió nada – ¿Por qué no vas a bailar con él? – y Candy se fue sin decir una sola palabra – Estos dos están hechos el unos para el otro.

Candy regresó al salón, pero antes una risita le llamó la atención. Era Karen y Albert besándose apasionadamente. De verdad que no la entendía, hace unas horas le había dicho imbécil y ahora estaba feliz entre sus brazos. ¿Tan bipolar era Karen? Daba igual ella estaba contenta y eso era lo que importaba. Contempló unos segundos más a la pareja y luego se fue imaginándose una escena igual, solo que el caballero sería Terry y ella la que estuviera entre sus brazos.

-¿Así que de ramera a dama de compañía? – una cruel crítica llego a sus oídos. Reconoció la voz antes de levantar la mirada. Era Eliza – Es mucho mejor aguantar a la odiosa de Karen Klaeis que a acostarte con muchos hombres ¿o no, Candy?

<<recuerda, Candy. Segura de ti misma >> la voz de Karen apareció en su mente, y eso le dio ánimos para defenderse.

-Pues no lo sé. ¿Dime tú, Eliza? – dijo, Candy y se percato de que no era solo Eliza la que estaba ahí, si no que también Susana.

-¿Yo?

-Sí, tú. Porque trabajo más odioso que el trabajar para la familia Legan no hay – respondió alzando la barbilla – Así que sí definitivamente prefiero ser la dama de compañía de Karen Klaeis, que tu estúpida mucama. Por lo menos ella no abusa de sus empleados como cierta señorita que yo conozco. Ella no hace que se inclinen ante ella y le pidan perdón de rodillas – la cara de Eliza se estaba volviéndose roja debido al coraje – Y en cuanto a tu otra pregunta, también respóndemela tú. Ya que tú eres la experta en hombres, no yo.

-Mira, sirvienta de cuarta. ¡No te atrevas a poner tus ojos en mi Anthony! ¡¡¡Porque te juró que no te la vas a acabar!!!

-Y tampoco en Terry – habló por primera vez Susana – Si crees que porque te da su protección estas a salvo estas muy equivocada. Él solo quiere divertirse contigo nada más. Por si no lo sabias Terrence Grandchester esta comprometido con Analia…

-¡Candy! – Una voz interrumpió la conversación que tenía las tres jóvenes. La pecosa volteó y vio a Priscila Andley – ¿Te acuerdas de mí? Bueno no importa solo quiero felicitarte por esta maravillosa fiesta. Me han dicho que tú la has organizado y todo esta muy bonito.

-Gracias señora Priscila – dijo algo pálida, Candy.

-¿Y ustedes dos que están haciendo aquí? – preguntó von dureza, Priscila – Ah ya sé, solo vinieron a molestar a la señorita. ¿No es así? Claro si las dos son igual que sus madres. No tienen humildad ni empatía.

-Tía Priscila no digas eso – se defendió la pelirroja.

-¿Por qué no mejor vuelvan con sus madres? Necesito hablar con la señorita – solo falto una mirada aún mas dura que la voz de Priscila para que las dos jóvenes se fueran – Lo siento querida, ¿ellas te molestaron?

-No – los ojos de Candy se empezaron a aguadar y las lágrimas empezaron a brotar - Gracias, gracias por ayudarme.

-Tranquila, Candy. ¿Qué te pasa? ¿Estas bien? – preguntó, Priscila preocupada. Y en un instinto maternal, acerco a la rubia que ya estaba llorando a sus brazos, y la abrazo – Shhhhh, calma, Candy. Calma todo va estar bien te lo prometo.

Candy se dejo caer en el hombro de aquella señora tan distinguida como dulce. Priscila le daba golpecitos en su espalda tratándola de consolar. ¿Era cierto? ¿Todo aquello era cierto? ¿Terry estaba comprometido con otra mujer? ¿Por qué? ¿Por qué el jugaría así con sus sentimientos?

Cuando, Candy se calmo Priscila saco un pañuelo de su bolsa y limpió los restos de sus lágrimas con el. Era increíble, pero Candy se sintió diferente con ese abrazó. Como si la señora Priscila la estuviera consolando a una hija, como si su madre la estuviera consolando.

-¿Qué te pasa, Candy? ¿Por qué lloras?

Candy estaba a punto de responderle, cuando se escuchó los gritos de otra mujer.

-¡Priscila! ¡¿Qué le has hecho a Eliza y Susana?!

Candy se dio cuenta que su lugar no era ahí y salió corriendo.

-¡Candy! ¡Candy, espera!

Le gritaba Priscila, pero la pecosa ya se encontraba lejos de ella.


-¿Por casualidad ustedes no han visto a Candy? – preguntó, Terry al grupo de jóvenes que estaban en rincón.
En dicho grupo estaba: Karen, Albert, Anthony, Stear, Patty, Archie, Annie, Charlie y Sandra.

-Hace unos minutos estaba en la cocina conmigo – respondió Sandra.

- ¿No estará con su novio? – preguntó, Archie y la mayoría de os presentes se le quemaron viendo.

-¿Pero qué estás diciendo, Archie? ¿Novio? Eso es solamente una broma.

-Candy nos dijo a Archie y a mí que tenía novio.

-¿Qué? ¿Ustedes ya se conocían? – preguntó Albert intrigado.

-Nos conocimos a principios de Diciembre, cruzamos unas cuantas palabras y nos dijo que tenía novio.

-Pero de eso, ya hace rato – Karen intentaba calmar a Terry con sus palabras, ya que solo bastaba para ver esos zafiros azules y brillantes para saber que Terry estaba a punto de matar a alguien – Ha pasado conmigo mucho tiempo, yo le tengo confianza y ella a mí. Y si tuviera novio créanme que ya me lo hubiera dicho. ¿Además cómo se vería con su novio? Si no sale sola de la casa ni le llegan cartas.

-¿Pero por qué, Candy nos mentiría? – volvió a preguntar, Anthony.

Terry no pudo más, y salió del grupo. Con cara de evidente enojo y frustración. ¿Candy tenía novio? ¿Tenía y ella no le dijo nada? ¿Por qué? ¿Acaso Charlie tenía razón en que la dulce pecosa solo planeaba a hacerle daño?

Candy apareció ante su mirada, aunque fue solo un segundo porque pasó corriendo, ni siquiera se percato de la presencia del castaño. Él la siguió hasta el balcón y allí se dio cuenta se que estaba llorando. Motivo por el cual, Terry se enojo aún más.

-¿Llorando por tu novio, Candy? – le soltó una pregunta fuerte y con una voz llena de rabia – ¿Acaso te dejó?

Candy se volteó lentamente. Y cuando estuvieron frente a frente. Terry se dio cuenta que él no era el único que estaba enojado. En los ojos de la rubia también había enojo a pesar de las lágrimas que estaban por su rostro.

-Tú… - apenas lograba hablar la pecosa. Ya que creía que era mucho el descaro de Terry, pero a pesar de su propio enfado. Se percato de la mirada fría del castaño – Tú eres un mentiroso. Un gran mentiroso.

-¿Así? Porque me parece que la mentirosa es otra – le respondió con ironía – ¡¿Por qué demonios no me dijiste que tenías novio, Candy?!

-No tengo, porque responderte nada. Cuando tú haces todo esto por tu propio interés. Solo quieres jugar conmigo, para después dejarme – se defendió, Candy – Pero déjeme decirle que conmigo no va a poder. Si quiere a alguien para pasar el rato pues búsquese a otra, y lamento decirle que todo lo que ha hecho por mí y por el hogar de Pony, no le sirvió de nada porque…

Candy ya no siguió hablando, ya que el castaño la tomo con fuerza y coloco sus labios encima de los de ella. Nunca nadie la había besado, ningún hombre había estado tan cerca. Al principio se resistió por dos motivos, el primero no sabía besar y el segundo por la horrible verdad que acababa de descubrir sobre Terry, y se lo demostró dándole golpes, pero este con más fuerza la sujetaba.

Candy termino cediendo y solo copió los movimientos que hacía Terry y lo siguió. Así pasaron por unos segundos que se convirtieron a minutos. Hasta que el aire les hizo falta y se separaron.

-Candy… Candy, yo – Terry fue el primero en hablar y hasta se sorprendió de que Candy no le diera una bofetada por el beso que le acababa de dar. Al principio Candy estaba ida, hasta que poco a poco se dio cuenta de lo que pasó y las lagrimas y el enojo volvieron. Y ella decidió correr a su habitación – ¡Candy, vuelve acá! ¡Candy te estoy hablando!

Ella no le hizo caso y solo corrió lo más rápido que pudo hacía su habitación y ahí poder llorar en paz.

Continuará…

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¿Capítulo intenso no es así, queridas?

Bueno es de por ley que en las fiestas mas de algo puede salir mal.

Y aquí empieza el drama 😎

Gracias por su apoyo sus comentarios y estrellitas. Me ayudarían muchísimo si comparten mi fanfics.

Las quiero♡

Analia [Fanfics Candy Candy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora