No tan solo

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     El cielo apenas estaba obscureciendo completamente cuando Namjoon llegó a su hogar. El camino había sido más rápido de lo que esperaba, tal vez porque no dejaba de pensar en que tenía novio, su primera pareja romántica formal. Pensar en el castaño soriéndole, tomando su mano, viéndole con esos grandes ojos castaños, hablándole con su distintivo tono de voz, todos esos pensamientos eran suficientes para hacerle sonreír mirando por la ventana del bus. Pero era el recuerdo de los labios esponjosos, su tacto suave y descoordinado el que le hacía suspirar y reír, rozando sus labios con sus nudillos.

Casi se reía a carcajadas de solo pensar que ya podía ir con Jackson y presumirle que ya se habían besado de verdad. Y aunque recordaba las palabras de Jin diciéndole que todo beso contaba y le gustaba, Namjoon se sentía orgulloso. También por poder llamarse a sí mismo novio de Seokjin, a pesar que nadie más lo supiera que ellos dos.

De momento al menos.

Asaltaron dentro de él unas enormes ganas de llamar a Jackson y a Tyrone, eran a los únicos a los que correría feliz para contarles la buena nueva, pero no solo era de noche, toda su familia debía estar en casa y cualquier cosa que dijera en el teléfono, todos lo escucharían. O eso creía, porque apenas ingresó a su hogar se vio envuelto en a fría obscuridad y silencio, como si nadie estuviera en casa, como si hubiera entrado en plena madrugada y todos estuvieran dormidos. De repente tuvo miedo hasta de caminar y molestar a sus padres.

No le tomó mucho quitarse los zapatos y entrar de puntillas a la casa, atento al helado silencio que se rompió con el chasquido de la luz siendo encendida, una que no le iluminó porque venía de una habitación cerrada —Estoy en casa. —prefirió avisar sin la necesidad de gritar, lo dijo tranquilo y aun así estuvo seguro de que escucharon en cada habitación.

O lo estaba, porque nadie respondió, solo oyó algunos ruidos en la habitación de sus padres.

Se quedó de pie un momento por si acaso alguien venía para saludarle, pero ni siquiera una voz aparte de la suya se escuchó. Una vez confirmó que nadie vendría, salió corriendo a su recamara y se encerró, recargándose en la puerta con su espalda, sus brazos rodeando protectoramente la mochila de la escuela y en su rostro pintada una sonrisa. De verdad sentía que nada podía arruinar su día, ¿Y cómo podría? Tenía novio, solo pensar en el momento en el que Seokjin se lo preguntó le hacía suspirar y aumentar su sonrisa al punto que dolían las mejillas.

Tenía que hacer algo muy importante estando en la privacidad de su recámara.

Primero se aventó a la cama cayendo de espaldas, revolviéndose y abrazando la almohada en la que ahogó su grito, para luego seguir desordenando sus sabanas. Luego se levantó tambaleándose, alcanzado la mochila que dejó tirada al lado de la cama, se fue hacia donde su escritorio donde se sentó y sacó el ramo de flores hechas de origami con todo el cuidado que merecía aquel detalle que estaba seguro guardaría toda su vida. También sacó aquellas notas que no había doblado, las que eran flores que deshizo por su curiosidad para leer más.

Apenas encendió la luz de la lámpara de su escritorio, hizo espacio y se tomó su tiempo para recordar lo aprendido con Seokjin aquella tarde y regresarles esa forma de flores a las hojas blancas, siempre deteniéndose para volver a leer el mensaje y acariciar con sus dedos la caligrafía de su novio. Una vez hecha cada flor, le dedicaba un beso y una sonrisa. Para cuando terminó no le importó mucho dejar el ramo sobre la mesilla que tenía al lado de su cama, acomodando un poco el lugar (quitando basura y levantando la colonia) para dejar el ramo de pie recargado en la pared acompañado del reloj-alarma.

Lo observaba cuando decidió complementar la decoración yendo a por la fotografía que Seokjin le había obsequiado, colocándola apoyada en el ramo, ahora sí se detuvo a admirar los hermosos detalles que Jin había tenido con él. Ahora estaba perfecto.

Cosas de Novios - NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora